Exmonjas denunciaron a comunidad religosa por violencia y abuso sexual en claustro de Antioquia

Las monjas son reconocidas por tener un grupo de rock de éxito internacional, y sus escándalos también se extendieron por diferentes países de Suramérica

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Las exreligiosas aseguran que su reinserción a la sociedad no fue fácil - crédito Las líneas retorcidas
Las exreligiosas aseguran que su reinserción a la sociedad no fue fácil - crédito Las líneas retorcidas

La congregación religiosa Siervas del Plan de Dios, conocida por su presencia musical internacional con el grupo Siervas, enfrenta serias acusaciones de abuso psicológico, espiritual y sexual en sus filas, con denuncias que se extendieron a Perú, Chile y recientemente a Colombia.

Los presuntos abusos se habrían cometido en El Carmen de Viboral, Antioquia, y comenzaron a salir a la luz pública en 2022, destapando un vergonzoso capítulo de esta comunidad de élite en el país sudamericano.

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Ascenso y caída de un grupo musical religioso

Las Siervas alcanzaron la fama en 2014 al formar su grupo musical, interpretando rock-pop religioso en hábitos negros y llenando escenarios en Ecuador, Chile, Panamá, Honduras, Guatemala, El Salvador, Estados Unidos, México, Costa Rica y Colombia. En Cartago, Valle del Cauca, se presentaron el 14 de septiembre de 2019, y en Cali el 16 del mismo mes. Uno de sus temas, Hoy despierto, logró cerca de 5.9 millones de reproducciones en YouTube. Incluso actuaron ante el papa Francisco en enero de 2019. Sin embargo, su fama se vio abruptamente frenada por el escándalo de abusos que sacudió sus cimientos y afectó la imagen de la congregación.

La preferencia de las directivas por la solvencia económica de las familias de las aspirantes añadió una capa de controversia al perfil selectivo de la congregación. Las monjas, que ganaron el apodo de ‘monjas roqueras’, se vieron obligadas a hacer frente a un escándalo que impactó su comunidad, un “templo” que simbólicamente cayó en ruinas ante la gravedad de las denuncias, afectando gravemente su legado y misiones futuras. El impacto del escándalo aún sigue siendo objeto de análisis y debate en la sociedad y en la comunidad religiosa internacional.

Aunque comenzaron con una misión de inspirar a través de la música, las Siervas ahora se enfrentan a una profunda crisis que requiere una investigación detallada y una probable reestructuración en sus prácticas internas, con el objetivo de proteger a sus miembros y restaurar la confianza en su trabajo pastoral. La respuesta de la Iglesia Católica frente a estas denuncias será determinante para el futuro de la congregación y su presencia en distintos países.

Según las víctimas en la comunidad se les trataba como "esclavas religiosas". Imagen de ilustración - crédito El Mundo
Según las víctimas en la comunidad se les trataba como "esclavas religiosas". Imagen de ilustración - crédito El Mundo

Cómo comenzó

Una víctima de presunto abuso sexual por parte de miembros de la organización religiosa Siervas del Plan de Dios denunció en la Arquidiócesis de Lima y la Diócesis de Sonsón-Rionegro los hechos que, según relata, ocurrieron cuando era más joven. Tras obtener el visto bueno de su psiquiatra, la víctima accedió a ofrecer una entrevista a El Tiempo, conservando su anonimato, en la que indicó: “Ahora entiendo que estaba intentando seducirme”. Estas acusaciones se suman a una serie de denuncias que han sacudido a la comunidad religiosa en Perú y Colombia.

La denunciante, que se veía a sí misma como una “niña aterrada”, interpuso una denuncia el 21 de junio de 2022 donde describió episodios de abuso físico y psicológico por parte de una superior en la comunidad religiosa. La afectada indicó cómo fue forzada y manipulada, describiendo las sensaciones de miedo y confusión que experimentó. A pesar de las agresiones, no logró ver al obispo Fidel León Cadavid Marín para buscar justicia. Además, la testigo menciona a Andrea García, una argentina y primera sierva de la organización, quien llegaría más adelante en el relato de los abusos.

La víctima, quien regresó a Colombia en abril pasado, financió su viaje con donaciones y vendiendo artículos domésticos y productos de belleza para poder mantenerse y costear su tratamiento psicológico y medicamentos. Afirma que dejó la comunidad religiosa sin recursos económicos ni cobertura de salud. Después de su retorno, su búsqueda de justicia la llevó ante las puertas del obispado en Antioquia solo para encontrarse con la ausencia reiterada del obispo Cadavid Marín.

Es importante señalar que el caso se encuentra en etapa de denuncia y aún no hay una resolución judicial al respecto. Las alegaciones de la víctima reflejan un patrón de abuso en contextos de poder desequilibrado, un tema de gran relevancia social y eclesial que requiere atención y justicia. La preservación de la identidad de la víctima se mantiene en total respeto a su privacidad y seguridad.

El papel de Andrea García

Andrea García es señalada por numerosas exmonjas de haber liderado un régimen de abusos dentro de una congregación religiosa, donde al parecer impuso un control autoritario y realizó agresiones sexuales a sus subordinadas. Las víctimas, que han decidido compartir su experiencia, relatan un ambiente de tortura psicológica y abusos físicos y espirituales. A pesar de las denuncias, estos actos aún no han recibido castigo legal.

Las exseguidoras de García detallan cómo eran sometidas a un trato inhumano, bajo la justificación de que desobedecer a la líder era ir en contra de la voluntad divina. Aseguran que la palabra de García era considerada incuestionable, y que se abusaba de su posición al frente de la comunidad religiosa para manipular y controlar a los miembros, específicamente a las novicias, quienes eran seleccionadas para integrar lo que ellas describen como un “redil” o “séquito de esclavas”.

Según las exreligiosas les ha costado establecer vínculos con su familia. Imagen de Ilustración - crédito Lissette Monterrosa
Según las exreligiosas les ha costado establecer vínculos con su familia. Imagen de Ilustración - crédito Lissette Monterrosa

Una de las mujeres afectadas cuenta su dolorosa readaptación fuera de la iglesia tras 14 años de aislamiento. Ahora, con 37 años, se compara a sí misma con una “niña perdida”, relató que le fue casi imposible crear vínculos con su familia y describe el proceso de integrarse a la sociedad como un desafío abrumador. Las exmonjas coinciden en que su experiencia dentro de la comunidad dejó huellas profundas y les ha resultado difícil reconstruir sus vidas tras el abuso sufrido.

Los testimonios de las exmonjas son un llamado a investigar y sancionar los presuntos delitos cometidos en nombre de la fe. El impacto psicológico y emocional sobre las víctimas resalta la necesidad de ofrecer soporte y asistencia para su recuperación.

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