La Feria Buró, reconocida como una de las muestras de emprendimiento más destacadas en Bogotá durante la última década, concluyó su edición de 2023 envuelta en una polémica que ha dejado a muchos de sus expositores con pérdidas millonarias y un sabor amargo en boca.
Lo que debería haber sido un escaparate para la creatividad y la innovación, terminó como una experiencia decepcionante y, en algunos casos, desastrosa.
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Desde las acusaciones de clasismo en 2021 contra su creadora, María Alejandra Silva, la feria ha intentado lavar su imagen, con promesas de apoyo a los emprendedores que buscaban recuperarse después de la pandemia. Sin embargo, la edición de este año, celebrada del 14 al 17 de diciembre en el parqueadero subterráneo del centro comercial Santa Bárbara en Bogotá, ha dejado una estela de quejas y descontento entre los participantes.
Según lo registró Pilas.col, una de las participantes menciono que los emprendedores “ni siquiera pudieron recuperar lo que habían invertido”, y que algunos decidieron “... vender tinto para no tener pérdidas”.
Las redes sociales se convirtieron en el altavoz de la frustración, donde numerosos empresarios compartieron sus experiencias negativas. En un video que se volvió viral, una expositora afectada proveniente de Cali confronta a una de las organizadoras, acusándola de ladrona y estafadora, expresando su indignación por las pérdidas económicas sufridas y calificando la feria como un “perfecto fiasco”. Esta no fue una voz aislada; otras voces se unieron al coro de críticas, confirmando las alegaciones de falta de asistencia, olores insoportables, goteras que dañaron productos y la ausencia de condiciones adecuadas.
Lo que debería haber sido un evento destacado en el mundo del emprendimiento se convirtió en un testimonio de desorganización y descontento generalizado. Los testimonios de los participantes revelaron la falta de atención al cliente, la escasa información, y condiciones inadecuadas que afectaron no solo la experiencia de los expositores, sino también su capacidad para recuperar sus inversiones.
Martha Soto, una de las líderes de la organización, se comprometió en un video a abordar cada caso en reuniones unilaterales, siguiendo el protocolo establecido. Sin embargo, hasta el momento, las organizadoras no han emitido comentarios oficiales sobre las numerosas denuncias. Este silencio solo ha contribuido a aumentar la frustración y la indignación entre los afectados en redes sociales.
Uno de los puntos más señalados fue la elección del parqueadero subterráneo del centro comercial Santa Bárbara como sede. Los expositores argumentaron que el lugar no era adecuado para una actividad comercial de esta magnitud. Problemas como la filtración de una tubería que generó mal olor, el calor sofocante y la contaminación de los gases de los automóviles contribuyeron a que la feria no cumpliera con las expectativas.
“No hubo publicidad. Olía a caño todo el tiempo. Uno ni siquiera podía caminar porque se perdía. Se sofocaba la gente del calor que había en este sótano. Hubo cinco personas el jueves. No hubo información clara. No hubo quien nos respondiera. No hubo influencers. Cero ventas utilitarias. No hubo atención al cliente ni acompañamiento, solo desplantes. Perdimos nuestra inversión. Incumplimiento del contrato en su totalidad, groserías y altivez por los mandos de Buró. Perdí toda mi inversión (8 millones más todo lo que invertí en realizar el producto). Aquí solo gana el dueño de Buró, nadie más. Saqué un crédito y no recogí ni lo del arriendo del estand. Si usted tiene la oportunidad, no venga como expositor”, fueron las quejas que algunos emprendedores participantes en la Feria Buró de Bogotá dijeron en un video denuncia.
El testimonio de los afectados se extendió a las redes sociales, donde compartieron videos que mostraban la realidad detrás de la feria. Uno de los aspectos más impactantes fue la confrontación directa entre una expositora y una de las organizadoras durante el desmontaje de los stands. La expositora, visiblemente indignada, reclamó la falta de respuesta y la indiferencia ante las pérdidas sufridas por los emprendedores. Este episodio se convirtió en un símbolo de la frustración generalizada que experimentaron los participantes.