En Popayán, capital de Cauca, específicamente en el barrio José María Obando, un evento inusual capturó la atención de la comunidad. Un hombre se convirtió en víctima de un robo de celular perpetrado por un ladrón en moto, Pero la reacción de la víctima dejó perplejos a los testigos del atraco.
La mañana del martes 12 de diciembre comenzó como cualquier otra para la víctima, que se vio sorprendida por la repentina aproximación de un asaltante motorizado. Bajo amenazas e intimidación, el ladrón se apoderó del celular, una herramienta esencial para el afectado, que lo considera su medio de trabajo.
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Contrario a la reacción típica de persecución y confrontación, el afectado optó por una postura inusual. En lugar de buscar venganza, expresó un deseo peculiar: que algo sucediera para detener al ladrón y evitar la pérdida de su herramienta de trabajo. Sus familiares relataron cómo el hombre, resignado, solicitó que la voluntad divina guiara los acontecimientos.
La historia tomó un giro sorprendente cuando, algunas cuadras más adelante, el ladrón perdió el control de su moto, cayendo al pavimento con un fuerte golpe. En ese preciso instante, la víctima del robo llegó al lugar y, en vez de adoptar una actitud de represalia, conmovió a los presentes al acercarse con calma. En un acto inesperado, tomó la cabeza del delincuente y comenzó a orar por él.
“Mi papá lo que hizo fue pedir que a esta persona se detuviera o la detuvieran, que se resbalara en la moto o que se le cayera el celular, porque la verdad es una herramienta de trabajo, dijo que si era de perderlo, pues que se hiciera la voluntad del altísimo”, relató uno de los familiares de la víctima en medios locales.
Este gesto altruista generó diversas reacciones entre los transeúntes, desafiando las expectativas de una posible confrontación violenta. Para algunos, fue un testimonio claro de la presencia divina y el autocontrol frente a emociones como la ira y el rencor. Sin embargo, otros opinaron que el ladrón merecía un castigo más severo, cuestionando la necesidad de aplicar la “paloterapia” para impartir una lección real.
Dos sospechosos tras las rejas por homicidio de joven en Popayán
La Fiscalía General de la Nación ha dictado medida de aseguramiento en un centro penitenciario contra David Felipe Papamija, alias “380″, y Cristian Stiven Cerón, alias “Cepillo”, señalados como los presuntos autores del homicidio de Jaime Andrés Sotelo, estudiante de 18 años. Sotelo fue asesinado con arma blanca y despojado de sus pertenencias el pasado 2 de octubre cerca de la Fundación Universitaria de Popayán (FUP), en el barrio Deán Bajo.
El ataque contra el joven Sotelo ocurrió tras salir de su centro educativo; fue interceptado por los agresores que se trasladaban en motocicleta. Tras infligirle varias puñaladas, una de ellas cerca del pecho, le robaron su celular y lo dejaron en estado crítico. Sotelo, sin ofrecer resistencia durante el asalto, falleció después de más de dos semanas de agonía, el 30 de octubre. El valor del teléfono se estima en menos de 300.000 pesos. La identificación de los atacantes fue posible gracias a operaciones de inteligencia, incluyendo análisis de grabaciones de video.
La Policía y el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) recolectaron “pruebas contundentes”, según el coronel Vianey Javier Rodríguez, comandante de la Policía Metropolitana de Popayán. A pesar de que los detenidos han proclamado su inocencia, la justicia evaluó suficiente las pruebas para dictar medida de aseguramiento, considerando un riesgo para la sociedad y procesándolos por homicidio agravado y hurto calificado y agravado.