Cómo es pasar un día en uno de los barrios más peligrosos de Bogotá: así fue la experiencia de un creador de contenido en el sector de Santa Fe

Tras el desalojo del Bronx, en 2016, parte del comercio ilícito y la mendicidad se trasladó a ese sector de Bogotá

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En su interior, conviven la delincuencia, prostitución y expendio de drogas, pero también, quienes intentan ganarse la vida reciclando - crédito Jose Ramirez

El creador de contenido bogotano José Ramírez se atrevió a adentrarse en uno de los sectores más peligrosos de Bogotá. Tras haber visitado el Sanber y el nuevo Bronx del Ricaurte, ‘R1′ (como también es conocido en redes) pasó el día en el barrio Santa Fe.

Así “nos metimos al Santa Fe, uno de los lugares más peligrosos de Bogotá (…) vamos a ver cómo nos va, vamos a ver con qué nos encontramos”, comentó amanera de introducción en la pieza, que ya alcanza los 10.000 me gusta.

Junto a cinco amigos, llegó a la estación del Olaya para dirigirse hacia el centro de la ciudad: “Tengamos en cuenta que este lugar es peligroso, entonces, me fui con toda la banda. Recomendación: si van a ir a este lugar, vayan bien acompañados; ya que, este lugar se presta para cosas malas y para robos”.

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Como ha sucedido, en otras incursiones de creadores de contenido a zonas de tolerancia en Bogotá, la Policía los detuvo durante algunos minutos para advertirles sobre los peligros a los que se enfrentaban en caso de grabar y recorrer las calles del Santa fe.

Sin embargo, decidieron aventurarse, con tan buena suerte que, encontraron a habitantes de calle y trabajadores del sector que estuvieron interesados en dar a conocer la vida en una de las ollas que genera pánico en el común de los bogotanos, con tan solo escuchar su nombre.

En su visita, Jose se encontró con relatos aterradores - crédito Jose Ramirez
En su visita, Jose se encontró con relatos aterradores - crédito Jose Ramirez

Este es el caso del “señor caneco”, quien, de frente a la ‘L’ recordó cómo era su vida en el antiguo Bronx: “eso fue en el 2012, cuando se prendieron a bala todos los de Homero con los de Manguera y yo estaba en toda la mitad... bala pa´aquí, bala pa’ allá, no se metía ni el Ejército, porque eso era a bala, a granada, de todo (…) Cuando yo viví (en el Bronx, me di cuenta de que) era mentira que había culebras, que había cocodrilos, lo puedo desmentir porque yo vengo desde el cartucho... la mayoría de cosas que pasaron ahí fue porque tenían que suceder. Eso es mentira, la gente habla por ganar plata o simpatías”.

Pero, sin duda, el peor recuerdo de sus años en el mayor lugar de expendio de drogas que haya tenido Bogotá, fue cuando “estaba trabajando de mañana, llegó un man y mató a otro man que estaba al lado mío. Luego me dijo que lo sacara”.

Niche, un reciclador que, también decidió contar su experiencia frente a la cámara, apoyo su versión, aunque, con una excepción: “yo viví muchas cosas allá, pero eso (de que había culebras y cocodrilos) es mentira. Lo que sí, es que eso sí había dos perros que... mis respetos, esos perros eran carnívoros, eso si no voy a decir que no, esos pitbull estaba entrenados parta matar”.

Con los años, se encontró cosas peores: “de momentazo estoy pagando una pieza, estaba con una hembra, íbamos a subir y, de fondo, escucho un rallador. Cuando veo a un fulano de negro, con túnica, rallando con un rallador grande un hueso. Después me entere que eso era el complemento del rinde pa’ bazuco”.

Más de  103.985 personas conviven en el santa fe - crédito Colprensa
Más de 103.985 personas conviven en el santa fe - crédito Colprensa

Según Jose, en el Santa Fe: “Han pasado cosas muy turbias; ya que se presta para muchas cosas, se ven cosas raras en la noche, personas son capaces de dar extremidades para seguir consumiendo, es algo muyy pesado, muy deplorable, este lugar se ha prestado para muchas cosas y tiene historia, demasiada historia, al igual que la L y el Sanber”.

Ubicado en el centro de Bogotá, “es considerado uno de los barrios más peligrosos de toda la ciudad. Aquí se mezclan todos los vicios, delitos y algunas trabajadoras sexuales. Todos, bajo control de un grupo delincuencial, un grupo armado”, que, para sacar adelante su negocio han desarrollado todo un léxico que Jose llegó a conocer:

La línea: el negocio del vicio.

Los batman: la marca del perico (depende de la olla).

La olla: lugar donde lo venden.

Los carritos: son los que trabajan para los duros.

Tienen que cambiar de palabras casi a diario, tanto para reconocer la olla de la que proviene ‘la bicha’ como para evitar que las autoridades logren familiarizarse.

Más adentro, empezaron a señalarlos, silbarlos y advertirles que no podían grabar; así que, decidieron guardar el celular, pegándoselo en el pecho para pasar desapercibidos hasta su salida, de aquel temido lugar en el que conviven cerca de 103.985 personas, según un informe de la Secretaría de Integración Social.

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