De acuerdo con la Administración para el Control de Drogas, en 2022 en Estados Unidos se incautaron unas 379 millones de dosis de fentanilo, posiblemente letales, porque esta sustancia puede ser mortal incluso en pequeñas dosis. De acuerdo con reportes médicos, algunas personas podrían sufrir un paro cardiaco consumiendo solo 2 miligramos.
Agustín Guerrero, médico toxicólogo clínico y docente de la Universidad Libre y también profesor de la Universidad Simón Bolívar en Barranquilla, en entrevista con Infobae advirtió sobre los peligros que conlleva del uso indiscriminado de los opioides, a los que categoriza en naturales, semisintéticos y sintéticos.
Los semisintéticos, como la oxicodona y la heroína, se elaboran en laboratorios a partir de opiáceos relacionados químicamente con la morfina.
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Mientras tanto, los opioides sintéticos más conocidos incluyen la metadona, el fentanilo y el tramadol, cuya potencia supera a la de los opioides naturales. Estos compuestos actúan directamente sobre los receptores opioides humanos y pueden ser extremadamente peligrosos en casos de sobredosis, provocando un estado de hipoxia y la muerte rápidamente.
El fentanilo, en particular, se destaca como uno de los opioides sintéticos más potentes, hasta 100 veces mayor que la morfina, el cual puede causar un efecto depresor severo en pequeñas dosis.
El consumo arbitrario de estas sustancias se asocia a una alta tasa de mortalidad debido a su rápida absorción y su capacidad para cruzar barreras como la placentaria y la hematoencefálica. Al provocar depresión respiratoria y consecuentemente, una reducción del oxígeno al cerebro, puede resultar en un estado de coma, daño cerebral permanente y muerte en el consumidor.
El uso medicinal de estos opioides está altamente regulado, dado a su potencial de abuso y los riesgos asociados a su consumo no supervisado. Entre los casos más graves se encuentran la broncoaspiración y las neumonías aspirativas, complicaciones que pueden ocurrir cuando un individuo entra en coma y no puede manejar las secreciones de su propio cuerpo.
El doctor Guerrero subraya la importancia de la concienciación pública sobre estos efectos y la necesidad de un manejo responsable de los medicamentos.
“El gran problema es que, si la persona no muere, al estar en estado de coma y con problemas respiratorios, no pueden defenderse de las secreciones, la broncoaspiración y lo que se genera es que haya neumonías aspirativas que contribuyen a que el afectado muera. Actualmente ese es el gran problema de este tipo de drogas que producen depresión respiratoria y es lo que termina matando al paciente”, explicó el médico a Infobae.
En cuanto al “tusi”, Guerrero aclara que se trata de un término coloquial utilizado para referirse a ciertos tipos de drogas sintéticas que, igual que los demás opioides mencionados, tienen un alto potencial de riesgo para quienes las consumen.
El término no se refiere a una sustancia específica, sino que puede incluir una variedad de compuestos, complicando su identificación y control.
El especialista menciona que drogas como el fentanilo han generado el apodo de la “droga zombie”, debido al estado de rigidez y alteración de la conciencia que producen, incapacitando al individuo de ejercer su libre albedrío. La incidencia de estos eventos demuestra la urgencia de una mayor educación y control en torno a los opioides sintéticos.
Así mismo, el especialista alertó sobre el alto riesgo de adicción que presentan ciertas sustancias adheridas a los receptores opioides en el cerebro. El toxicólogo señaló que la activación de centros de recompensa cerebral a través de la liberación de endorfinas y dopamina conlleva al deseo de repetir el consumo de drogas, incrementando el riesgo de caer en un ciclo de dependencia y sobredosis.
En el ámbito legal, muchas de estas sustancias están clasificadas como ilegales debido a su potencial abuso fuera de la prescripción médica.
Las consecuencias del abuso de opioides pueden incluir el desarrollo de tolerancia, necesidad de dosis mayores y el peligro de sobredosis. Del mismo modo, advirtió que incluso cuando los opioides se prescriben por razones médicas, existe el riesgo de adicción y sobredosis si no se ajusta al manejo adecuado y a las dosis prescritas.
La mixtura de diferentes medicamentos, como en el caso del “tusi”, complica el diagnóstico y tratamiento de las adicciones y sobredosis debido a pruebas de laboratorio que a menudo son cualitativas y no capturan las concentraciones bajas de diversas sustancias presentes.
“Los adictos dicen sentirse bien, que su dolor físico y su dolor emocional se amortigua y que desarrollan una sensación de placer, pero digamos, esto genera una sensación de bienestar físico y psicológico muy poderosa entre las personas”, destacó Guerrero en entrevista con Infobae.
En cuanto al tratamiento de la adicción, el especialista menciona que hay medicamentos como la metadona y la clonidina que, junto con terapias conductuales y familiares, pueden ayudar a abordar los síntomas de abstinencia y promover la deshabituación y rehabilitación.
Sin embargo, remarca que el proceso de recuperación de una adicción a opioides requiere un manejo multidisciplinario que a menudo incluye apoyo psicológico y psiquiátrico, haciendo hincapié en el apoyo familiar como un aspecto crucial para la recuperación.
La adicción a opioides también podría dejar secuelas permanentes tanto en el aspecto físico como psicológico, afectando la capacidad del individuo para controlar su consumo y generar síndrome de abstinencia al intentar dejar la droga.
A nivel local en Barranquilla, las estadísticas sobre casos de adicción a fentanilo son escasas pero preocupantes, según Guerrero, ya que a menudo el fentanilo se combina con otras drogas, dificultando su detección y elevando el riesgo de consecuencias graves.
Por último, enfatizó que el uso legal de estas drogas es muy restringido y se somete a una estricta regulación para evitar el desvío hacia el abuso y la recreación ilegal.
En el mercado ilegal colombiano ya se encuentran la Oxicodona y el fentanilo
Según reportes de las autoridades colombianas la incautación de los opioides Oxicodona y Fentanilo en las ciudades de Pereira y Cali, respectivamente, marcando la presencia de estas poderosas sustancias en el mercado ilegal del país.
El Sistema de Alertas Tempranas (SAT) del Observatorio de Drogas de Colombia (ODC) alertó sobre estas incautaciones el pasado primero de agosto, subrayando la preocupación entre los organismos de salud, investigación y organizaciones civiles frente al creciente problema del consumo de sustancias psicoactivas, particularmente opioides.
El ingreso de Oxicodona y Fentanilo en el circuito ilegal colombiano ha provocado alarma debido a su estrecha relación con la crisis de sobredosis que afecta a Estados Unidos. Estas sustancias, especialmente la Oxicodona, prescrita comúnmente en el país norteamericano, fueron enlazadas a prácticas comerciales cuestionables de la farmacéutica Purdue Pharma, propiedad de la familia Sackler.
La situación llevó a restricciones en la prescripción de dichos medicamentos, lo que a su vez ocasionó que los pacientes dependientes buscaran alivio en el mercado negro, agravando el riesgo de sobredosis y aumentando la mortalidad.
Con la aparición masiva del Fentanilo en el mercado negro alrededor de 2016, la problemática escaló. Este opioide sintético es hasta 50 veces más potente que la heroína y ha sido detectado adulterando otras drogas como la cocaína y la metanfetamina.
El panorama para Colombia es preocupante, ya que el país cuenta con un mercado legal e ilegal de opioides y más de 15,000 usuarios de drogas inyectables, principalmente heroína. La llegada de Oxicodona y Fentanilo a las calles impone un desafío significativo para el sistema de salud colombiano, que debe estar preparado para enfrentar esta potencial crisis.