El Centro de Memoria Histórica investiga, analiza y documenta el proceder paramilitar en las distintas regiones de Colombia y a través del informe Violencia y estigmatización social en el sur del Cesar y en la provincia de Ocaña, detalló los métodos sanguinarios del frente Héctor Julio Peinado Becerra en los territorios mencionados.
De acuerdo con el documento, los ‘paras’ usaban la estigmatización como método de segregación poblacional contra aquellas personas que no tenían sus mismos lineamientos políticos, a quienes relacionaban con integrantes de las Farc y desplazaban, torturaban o desaparecían.
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Uno de los métodos de desaparición predilecta del frente Héctor Julio Peinado Becerra era la tortura de sus víctimas y el uso de ellas para alimentar caimanes que tenían en fincas del Cesar.
De acuerdo con los relatos entregados al Mecanismo no Judicial de Contribución a la Verdad por sobrevivientes a los paramilitares, en el sur del Cesar había, por lo menos, dos lugares donde tenían criaderos de caimanes: el primero en un cuerpo de agua por el municipio de La Esperanza y el otro en zona rural del municipio de San Martín, en la finca Villa Oliva.
“Eso mucho comentaban. Inclusive que estaban ya tan enseñados a comer la carne humana o cuando sentían, dizque sentían los pasos del que los alimentaba y ellos se “embollaban” porque creían que era comida que le llevaban. Y de los desaparecidos, muchos familiares dicen que algunos los trajeron para ahí, que los trajeron ahí. Había un defensor de derechos humanos que comentó eso y que era difícil, decía él, un biólogo como que era, difícil de llegar a rescatar restos porque el caimán dizque trituraba hasta el cráneo, todo, según la versión de este defensor de derechos humanos. Pero si ese cuento era muy conocido”, relató uno de los lugareños en un taller con el Centro de Memoria Histórica.
Las historias de los lugareños fueron confirmadas por un paramilitar desmovilizado, subordinado del comandante alias Pica Pica, a quien le escuchó en reiteradas ocasiones decir que llevaba alimentos para los caimanes que tenían en el municipio de San Martín.
“Decían los otros que por ahí en eso de San Martín pa’ abajo, decían que tenían una fosa común y que por allá había un caimán, yo no sé qué. Iban a llevar a la gente y se la echaban al agua, se la comía. Porque el mismo Pica Pica ese decía: ‘Este me lo llevo yo pa’l caimán’”, relató el desmovilizado en una entrevista otorgada al Mecanismo no Judicial de Contribución a la Verdad.
Según lo expuesto en el informe, a quienes desaparecían no eran solo líderes sociales o personas relacionadas con guerrillas, también torturaban, asesinaban y le daban de comer a los caimanes a personas que perturbaran el orden público, según las normas paramilitares, o sea, ladrones, consumidores de drogas y demás.
Así mismo, los cabecillas o milicianos rasos que incumplían las normas internas de las AUC tenían el mismo destino que las otras víctimas, tal y como lo relata un desmovilizado que presenció el homicidio y desaparición de alias Salomón y a alias Fuegoverde.
“Yo vi todo. Cuando los mataron y todo. Pero yo no podía hacer nada. El negro sí me miró. Les rajaron la barriga y los botaron al río. Ahí donde estaba el complejo de Ecopetrol. Como allá hay caimanes, hay caimanes, y ahí se veían los caimanes asoleándose ahí de La Llana pa’ abajo. Al rato veíamos ahí chasqueando los caimanes, ahí comiéndose el cuerpo”, contó.
Los cabecillas fueron asesinados luego de que uno de ellos dejara un arma de dotación como parte de pago en un bar, hecho que aprovechó otro líder paramilitar para sacarlos del camino y quedarse con más poder dentro de la región.