La expectativa anual por el ajuste del salario mínimo despierta preocupación entre los trabajadores suramericanos ante los diversos desafíos de una economía regional dispar y el incremento de costos en bienes esenciales.
Según reportes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Corporación Andina de Fomento (CAF), existe una marcada diferencia entre los países de Suramérica en cuanto a la capacidad de sus ciudadanos para alcanzar la denominada “clase alta”, destacándose Venezuela y Chile como naciones donde los ingresos son insuficientes para dicho estatus socioeconómico.
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En América Latina, la cantidad de ingresos que definen el estatus de clase alta no es homogénea; países como Colombia muestran cifras notablemente menores comparados con Chile, donde se necesita un salario cinco veces superior para alcanzar dicho nivel socioeconómico.
En Colombia, ingresar a la clase alta requiere aproximadamente mil dólares al mes (unos cuatro millones de pesos), en comparación con los casi seis mil dólares mensuales (aproximadamente veinticuatro millones de pesos chilenos) exigidos en Chile.
La estratificación social es un tema de análisis importante en América Latina y varía significativamente entre los países de la región. Entidades como el Centro de Estudios Económicos de la Anif en Colombia han contribuido a entender esta dinámica con cifras detalladas como los ingresos de clase baja, vulnerable, media y alta en el contexto colombiano.
Según esta entidad, en el país la distribución de ingresos por estratos es la siguiente: clase baja con ingresos inferiores a los 420.000 pesos colombianos, vulnerable entre 420.000 y 780.000 pesos colombianos, la clase media con ingresos que varían desde 780.000 hasta 4,2 millones de pesos colombianos, y la clase alta con ingresos superiores a 4,2 millones de pesos colombianos.
Estos rangos ayudan a definir las políticas económicas y sociales para abordar las desigualdades y mejorar las condiciones de vida en el país.
Por su parte el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) informó hace dos semanas que la pobreza monetaria en Colombia había descendido al 36,6% en 2022, lo que implica una reducción del 3,1% en comparación con el 39,7% reportado en 2021.
Así mismo, la pobreza monetaria extrema se situó en un 13,8%, superando ligeramente el porcentaje del año anterior por 0,1 puntos porcentuales. Además, el número de personas pertenecientes a la clase alta aumentó, alcanzando un total de 1,39 millones, correspondiente al 2,8% de la población.
En contraste, la proporción de individuos pertenecientes a la clase media en la nación ha crecido, pasando de 13,8 millones en 2021 a 14,9 millones en 2022. Esto representa que el 29,9% de los colombianos tuvo ingresos per cápita mensuales de entre $781.120 y $4.206.033. La entidad estadística destacó que este crecimiento en la clase media sugiere una tendencia hacia la estabilización económica.
En las áreas urbanas, el 33,8% de la población se encontraba en situación de pobreza y el 26,6% en el rango de vulnerables. La clase media representa el 36%, mientras que la clase alta el 3,5%. En las zonas de poblados rurales y dispersos, el 45,9% de los residentes estaban en situación de pobreza y el 44,3% en vulnerabilidad, con un 9,4% de pertenencia a clase media y solo un 0,4% a la clase alta. Esto evidencia la mayor incidencia de dificultades económicas en las zonas rurales frente a las urbanas.
El panorama estadístico presentado por el Dane es crucial para comprender los desafíos socioeconómicos que enfrenta Colombia y la distribución de la riqueza entre sus habitantes. La información proporcionada es un instrumento valioso para la formulación de políticas públicas y la toma de decisiones enfocadas en la reducción de la pobreza y la promoción de equidad social.