Así fue como Pablo Escobar ordenó robarse un avión de una base militar en medio de una balacera

El capo del cartel de Medellín mandó a un grupo de delincuentes a recuperar una aeronave que estaba incautada en Catam

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Pablo Escobar y el robo
Pablo Escobar y el robo de un avión en Catam - crédito DEF

Entre los años 80 y 90, Colombia vivió un agitado periodo marcado por la violencia y el narcotráfico, situación que terminó involucrando a criminales e inocentes. El envío de cargamentos de droga era común con el protagonismo de los carteles de Cali y Medellín, dejando una anécdota que aún es recordada en la base militar más importante del país, Catam, y que involucró a los hombres de Pablo Escobar.

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A inicios de 1988, las autoridades realizaron la incautación de dos aviones en puntos estratégicos del Eje Cafetero. Por un lado, un avión Beechcraft Super King Air 200, cuya matrícula era HK-3397X y que fue retenido en el municipio de Cartago, Valle del Cauca; mientras tanto, en Manizales sucedió lo mismo con un Turbo Aerocomander 1000 de matrícula HK-3398-X.

Inicialmente, los vehículos aéreos no tenían un registro de propiedad específico, aunque uno de estos pertenecía a la compañía Aerotour, según pudo establecer el portal Las2Orillas. Con el paso de los días, las sospechas sobre el vínculo del narcotráfico y los aviones empezó a tomar fuerza, pues algunas personas intentaban ingresar a los aeropuertos de Pereira y Manizales para sustraer los aviones, hasta que finalmente se pudo confirmar que pertenecían al cartel de Medellín, exactamente a Pablo Escobar y Gustavo Gaviria.

La DEA en Estados Unidos ya sabía de la existencia de los aviones y empezó a solicitar una investigación exhaustiva para acceder a la memoria de las aeronaves y copiar las rutas de vuelo, que se presume habrían sido usadas previamente para el envío de cocaína a Centroamérica y Estados Unidos. Lo anterior era un punto clave para obtener pista sobre Escobar y sus aliados.

La insistencia de los narcos para apoderarse nuevamente de sus aviones obligó a las autoridades a trasladarlos al Comando Aéreo de Transporte Militar - Catam, pensando que en este lugar contaban con todas las medidas de seguridad para así evitar cualquier imprevisto. Pero Pablo Escobar se enteró de este movimiento y planeó una osada estrategia para “rescatar” los ‘narco aviones’.

El rescate de los aviones del cartel de Medellín en medio de balas

Gustavo Gaviria y su primo, Pablo Emilio Escobar Gaviria, se habrían reunido en los últimos días de febrero para organizar el plan de rescate, contratando a una banda de sicarios que era popular en Medellín para aquel entonces: Los Magníficos.

En la noche del 1 de marzo de 1988 llegaron dos hombres elegantemente vestidos con traje militar, uno con insignias de capital y otro como teniente de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC). Los sujetos arribaron a la base y aseguraron que tenían que abordar uno de los aviones de manera urgente, pues era una misión secreta ordenada “desde arriba”.

Si bien los guardias de control se opusieron en un principio, los hombres, que en este caso eran unos falsos oficiales, hicieron uso de su intimidación como “comandantes” y exigieron que les dieran paso, para finalmente entrar y abordar el Turbo Aerocomander 1000 rápidamente y sin ningún tipo de comunicación oficial con la central.

Fue así como encendieron la aeronave e iniciaron el despegue, mientras tanto, los radios de los soldados en tierra alertaban sobre la novedad y la orden era detenerlos.

En medio de disparos con fusiles, el propósito era uno: evitar que se robaran el avión. El radar de control de la base y el aeropuerto El Dorado seguían la pista del vuelo, hasta que desapareció del registro. Un avión apareció minutos después en el radar de control en el departamento del Tolima, en donde se dio la orden de desplegar artillería e iniciar una persecución aérea, pues varias aeronaves cargadas con ametralladoras abrieron fuego contra el Turbo Aerocomander, según los testimonios recogidos por la revista Semana.

Más adelante, ya en el departamento de Antioquia, se presumía que el avión iba a salir del país con rumbo al Golfo de Urabá o Panamá, sin embargo, este aterrizó en inmediaciones del Magdalena Medio, exactamente en Doradal, zona circundante con la reconocida Hacienda Nápoles, en donde varias camionetas esperaban a la tripulación mientras el avión estaba envuelto en llamas, cumpliendo el cometido de borrar cualquier pista.

Desde tierra, los aviones de la FAC fueron atacados, razón por la cual se abrió fuego nuevamente. Al día siguiente, el mismo Pablo Escobar envió una carta firmada a los medios de comunicación y expuso: “Los aviones militares de la FAC procedieron a abalear de manera salvaje y sanguinaria las instalaciones de la hacienda Nápoles, dejando como saldo varios muertos, entre ellos una mujer en embarazo y un número aproximado de 15 heridos”, citó la revista Semana sobre el documento.

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