El aumento del salario mínimo para el 2024, a pesar de proyectarse en un 10%, no impactará de manera significativa la política monetaria del Banco de la República en el corto plazo. Los sectores económicos enfrentarán desafíos continuos con altos costos de financiamiento, y podría llevar meses antes de observar un alivio. En este escenario, la eficiencia del gasto público y la completa ejecución del presupuesto jugarán un papel crucial en la economía.
Así lo dejó entrever el economista y director de Estudios Económicos de Fedegán-FNG, Óscar Cubillos, que enfatizó en la necesidad de un análisis cuidadoso y una política fiscal prudente.
Ahora puede seguirnos en WhatsApp Channel y en Google News.
Por medio de su columna “Salario mínimo 2024″ para el portal Contexto Ganadero, Cubillos advierte sobre la importancia de un gasto público eficiente para contrarrestar el lento efecto que tendrá el incremento del salario mínimo en la economía. En la columna propone un debate detallado sobre el tema, instando a los expertos a examinar profunda y cautelosamente los próximos pasos.
El artículo de Cubillos genera debate al plantear diferentes perspectivas sobre el aumento del salario mínimo y sus implicaciones económicas. La discusión resalta la complejidad de la situación y la necesidad de una deliberación meticulosa de los especialistas en la mesa de negociación para diseñar estrategias que contrarresten los efectos negativos de una política monetaria rígida.
En esta indica que la realidad es que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) o inflación de 2023 podría terminar alrededor de 10%, además que con el dato de productividad del -1%, se implicaría al menos un reajuste de 11% en el salario mínimo para 2024.
Ajustes por encima de la inflación
Sin embargo, resaltó que, en los últimos tres años, en los ajustes postpandemia del salario, estos han estado en promedio 3,1% por encima del IPC del año anterior, lo que indica que para 2024 otro escenario de incremento podría ser cercano al 13%. Según él, no hay que descartar nada.
“Claro, como en primera instancia se buscará concertar, hay que ver los argumentos de parte y parte, bien para que tienda más hacia el 11%, o bien hacia el 13%; incluso un poco más. Cada decisión tendrá unos efectos, pero si la decisión no fuera concertada sino por decreto, y sabiendo que estamos en el Gobierno del Cambio, el ajuste debería mejorar el poder adquisitivo, es decir ir más hacia el 13%”, precisó.
No obstante, señaló que tal decisión también pone más presión inflacionaria, lo que implicará que la tasa de interés del Banco de la República (13,25%) siga siendo elevada y la economía no se reactive.
Así las cosas, si es hacia el 11% quedaría un sin sabor de daño en el poder adquisitivo, especialmente en las clases más vulnerables.
“Ahora más que nunca el Gobierno requerirá que se llegue a un buen final en la negociación y que el ajuste sea concertado para no echarse esa responsabilidad a sus espaldas”, anotó Cubillos, quien hizo un estudio minucioso de las cifras de la economía.
Además, precisó que es necesario evaluar si las centrales obreras llegarán a la mesa conscientes del problema inflacionario, que no ha querido cerrarse en el país, y arranquen sus peticiones de ajuste del salario en 15% o 16%.
Insistió que incluso con un ajuste del 10%, la política monetaria no cederá muy rápido en 2024, y los sectores económicos deberán seguir lidiando con alto costo de financiamiento. Finalmente, expuso que pasarán bastantes meses para que comiencen a ceder, de allí la importancia que el gasto público sea eficiente y las ejecuciones presupuestales sean totales.
“Mi apuesta es de un reajuste salarial entre 12% y 12,5%”, concluyó.