Medellín, la capital de Antioquia, es una de las 50 ciudades para visitar en 2023, según la revista estadounidense Time. Pero esto no siempre fue así, en la actualidad alguno turistas mantienen la percepción de que es una de las urbes más peligrosas del mundo.
Estos señalamientos tenían un único responsable, Pablo Escobar. En los 80 y 90, el líder del cartel de Medellín le declaró la guerra al Estado, convirtiendo a la capital antioqueña en el ring de una lucha entre el narcotráfico y la autoridad; conflicto en el que durante varios años el Gobierno nacional fracasó en su objetivo de mitigar el alcance que tenían los capos en el país.
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En lo que en las tarjetas de un juez de boxeo hubiera sido triunfo unánime para Escobar, el Estado necesitó de un golpe final (con ayuda de terceros) para salir victorioso: este se registró el 2 de diciembre de 1993, cuando el criminal más buscado del país y enemigo público de Estados Unidos murió en el tejado de una vivienda del barrio Los Olivos de la capital antioqueña.
La muerte de Pablo Escobar no fue el final del narcotráfico, del que durante tantos años se habló; sin embargo, fue un aliciente para la sociedad colombiana que dormia con el temor de sumarse a la lista de más de 6.000 personas que murieron producto de los atentados durante ordenados por el capo.
Han pasado 30 años desde la muerte del narco, Medellín cambió por completo su rostro, dejó de ser la ciudad de Pablo Escobar, ahora se habla de la Comuna 13 (lugar que es ejemplo de reinserción social), del Parque Berrío, de la Plaza de Botero, del Pueblito Paisa, de El Poblado y de una infinidad de espacios para visitar y disfrutar de la Ciudad de la Eterna Primavera; sin embargo, la sombra del capo sigue presente.
Medellín, una ciudad que dejó de lado a Pablo Escobar, pero lo recuerda
En 2022, Medellín recibió más de 1.400.000 turistas, la mayoría del exterior y de los cuales gran parte llegaron con el morbo de conocer las historias y secretos de Escobar. Esta curiosidad ha permitido que se potencie el “Narcoturismo”, que no es recorrer la ciudad para consumir narcóticos, sino visitar los lugares que marcaron el auge y caída de Escobar.
Uno de estos espacios es el Museo Pablo Escobar, en el que se encuentran fotografías, vehículos y las historias del capo contadas por alguien que vivió la guerra del cartel de Medellín contra el Estado.
Nicolás Escobar, sobrino del capo y propietario de este museo, es un testimonio de la violencia en Colombia, y aunque afirma que se siente orgulloso de pertenecer a la familia Escobar, también recalca a los visitantes que construyó este lugar para contar la historia que no se debe repetir.
Desde que fundó el museo, Nicolás se prometió a sí mismo no estar inmerso en nada ilícito; de la misma forma, cura sus culpas y heridas realizando el recorrido cuando hay presencia de menores, a los que recalca que la inmersión en el mundo delictivo solo deja dos cosas seguras: “Una tumba o una celda”.
“El patrón del mal (la serie) lo que empieza es a aumentar el morbo, por lo que vivió la familia de Pablo Escobar. Y muestran como si fuera lo más fácil del mundo salir a conseguir dinero, cosa que no es cierta. Si es cierta en una parte, pero no es tan real… Nos vemos en la obligación de mostrarle a las personas que lo que muestran las series y las películas no es real. En lo que yo no me encuentro ni me interesa estar metido es en narcoturismo, eso es de aquel que va a consumir o trabajar con narcoticos, eso lo detesto. Yo a todos lo niños que traigo intento entregarles la experiencia de mi vida para que no se vayan a meter nunca en ese camino”, afirmó Nicolás Escobar a Infobae Colombia.
El protagonista del museo es Pablo Escobar, pero de allí no se sale con pensamientos de orgullo por la vida de lujos y placeres que muestran las series, las personas se retiran con la reflexión y el entendimiento sobre la vida de un personaje que generó dolor a toda una nación.
Como este, hay varios sitios turísticos en los que la sombra de Escobar sigue estando presente en Medellín, pero la transformación no significa borrar las heridas, sino mostrarlas desde el dolor que provocaron y la resiliencia que generó.
Las cicatrices de Medellín
Edificio Dallas: lo que funcionó como una de las sedes de los negocios de Escobar se ha convertido en un hotel de la cadena Viaggio, aunque su fachada conserve aspectos de lo que era la edificación que sufrió un carrobomba el 20 de abril de 1993, sus huéspedes son todo lo que no existía en esa época.
Permaneció 22 años abandonado, pero ahora recibe a múltiples empresarios que llegan a Medellín con la convicción de que están en un territorio fértil para los negocios.
Edifico Mónaco: no solo era una de las propiedades más destacadas del listado infinito que poseía Escobar, sino que el penthouse se convirtió, durante gran parte del conflicto contra el Estado, en la vivienda en la que Victoria Henao tenía sus más preciadas obras de arte, Juan Pablo Escobar tenia los lujos que un niño de estrato medio en Colombia solo podía imaginar y era el castillo de la princesa del capo, Manuela Escobar.
Mónaco era el complemento de una vida de ensueño, desde el imaginario colectivo, y era exclusivamente para las personas que más amaba el líder del cartel de Medellín, pero cuando los frentes de pelea se ampliaron a un ámbito en el que los códigos no exisitian, Los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar) vieron en la edificación un blanco preciso para golpear de manera contundente a Escobar.
El 13 de enero de 1988 se registró la explosión del primer vehículo con explosivos de la guerra entre los carteles, lo que provocó que 1989 sea recordado como uno de los años más violentos de la historia.
El plan de Los Pepes fracasó, la esposa e hijos de Escobar no sufieron mayores afectaciones, y esto solo fue un impulso para que Escobar ordenará múltiples atentados sin importar que inocentes murieran por su deseo de venganza.
Desde el otro lado de la historia, esta bomba demostró que la familia de la persona más poderosa del país ya no era intocable, por lo que puede ser tomado como la primera muestra de debidlidad por parte de Pablo Escobar.
Luego de más de 30 años abandonado, el 21 de febrero de 2019, el edifico Mónaco fue demolido, y se adelantó la construcción del Parque Conmemorativo Inflexión, en el que reposan los nombres de las víctimas de la guerra del cartel de Medellín contra el Estado; además, las fechas de las bombas que ordenó poner Pablo Escobar, como una forma de recordar el sufrimiento que le causo al país.
Estar en este parque es respirar tranquilidad y reflexionar de manera inconsciente los estragos de una guerra. Tal vez por eso es el lugar en el que los turistas se demoran menos, pues invita a pensar en la cantidad de vidas que se perdieron, mismas a las que ninguna de las series o películas sobre el capo hace un mínimo porcentaje de justicia.
El barrio en el que Pablo Escobar es amado y odiado
Por fuera del criminal que atemorizó a todo el país, Pablo Escobar tenía pensamientos socialistas, sus familiares y trabajadores lo describen como alguien que disfrutaba más de regalar a los necesitados, que de adquirir excentricidades.
Para las autoridades, esto era una estrategia del capo, que era odiado en gran parte del país, pero en varios puntos de Medellín era un héroe, y el afán de ser un ‘Robin Hood moderno’ solo era una fachada para tener a las masas a su favor.
En 1984, Pablo Escobar entregó 780 viviendas a personas de escasos recursos en una zona dentro de la comuna nueve, que recibió el nombre de Medellín sin tugurios. De acuerdo con sus cercanos, Escobar estaba orgulloso de ser antioqueño y uno de sus objetivos era lograr que ninguna familia viviera en chozas improvisadas.
“Pablo llevó a esas personas y les dijo «este es el terreno, díganme si a ustedes les parece que les haga acá la casa». Pablo ahí empieza y manda a construir el barrio”, afirmó Nicolás Escobar, sobrino del narcotraficante, a Infobae Colombia.
Dentro de Medellín sin tugurios o barrio Pablo Escobar, que es como prefiere gran parte de las personas que viven allí que se llame al lugar, hay dos opiniones respecto a la imagen del capo, la de la idolatría que se percibe en todo momento y la del rechazo que no se puede manifestar publicamente.
“Uno no puede hablar mal de ese man aquí”, respondió un joven, que afirmó entiende que gran parte de las viviendas que hay en el barrio fueron regaladas por Escobar, pero no encuentra lógica en justificar que existan altares y murales en homenaje al líder del cartel de Medellín.
Esta persona prefirió no dar su nombre por temor a represalias, pero aseguró que Medellín es diferente en la actualidad y que como él, la mayoria de los jóvenes no quiere que la ciudad sea solo referenciada como el sitio en el que Pablo Escobar sembró el terror, sino como algo totalmente diferente.
Todo lo contrario, afirma Lisardo Santana, que recibió una de las casas que regaló Pablo Escobar, para él no existe mejor sitio para vivir en Medellín que su barrio.
“Este barrio es una maravilla, uno no necesita cerrar las puertas para acostarse a dormir, a uno se le olvida cerrar la puerta y pasan los muchachos a cerrarlas, es el barrio más tranquilo que puede tener la ciudad de Medellín, uno no ve a nadie tirando vicio, ellos tendrán sus puntos, pero respetan a los visitantes y los niños, respetan a los que lo cuidan”
Para las personas que tienen una casa entregada por Pablo Escobar, solo hay una persona por encima del capo, Hermilda Gaviria, madre de Escobar y la persona que durante meses llevó mercados para que los residentes en Medellín sin tugurios no se acostaran sin comer.
Después de la muerte de Escobar, Hermilda continuó obsequiando dinero y alimentos, para ella, eso era una representación de que la imagen de su hijo seguia siendo recordada en Medellín.
“Eso fue la cosa más maravillosa de la vida, ese barrio lo construyó para dárselo a las personas humildes, a las personas más pobres, pero no solo fue Pablo, después la mamá de él era más colaboradora, esa señora cada dos meses conseguía camionados de comida para repartir”
Aunque son consientes de las acciones de Escobar, eso pasa a un segundo plano, para ellos, el Estado intenta borrar las cosas buenas que hizo Pablo Escobar; sin embargo, 30 años después de su muerte, el nombre del capo sigue siendo recordado con un extraño agrado, que por momentos parece un agradecimiento obligado.
“Esa gente hacía obras muy buenas, y ningún político o presidente logra hacerlas. En el barrio lo mencionan y es como si fuera el dios de este mundo, igual con doña Hermilda, la gente de allá los adora con todo el corazón. Han intentado cambiar el nombre porque ese hombre era un bandido, pero no han podido porque todos los carros y buses dicen “vamos al barrio Pablo Escobar”.
“Todos los muertos son iguales”, pero hay uno al que visitan los turistas
El recorrido por los lugares emblemáticos de la historia de Pablo Escobar termina en dos sitios. En la carrera 79B #45D-94 del barrio Los Olivos, o en el Cementerio Jardines Montesacro. Sitios que se han convertido en turísticos después del asesinato del capo, aunque para muchos ciudadanos no tengan un valor diferencial.
En el primero de ellos murió Pablo Emilio Escobar Gaviria el 2 de diciembre de 1993. Para los turistas no es importante saber quién lo mato (de lo que existen múltiples teorías). Para ellos, lo destacado es poder estar en la cuadra, frente a la casa (que en realidad es la del respaldo de donde se escondía) en la que terminó la vida del narcotraficante más buscado de la historia.
Residentes de esta zona son testigos de los turistas que llegan a diario para ver las tejas de eternit en las que estuvo durante varios minutos el cadáver de Escobar. Es una casa normal, se debe tener un margen de complicidad, o un pequeño agrado culpable por la historia del capo para que verdaderamente te sorprenda, y varios de los turistas cuentan con eso.
“Veo como cientos de personas vienen a mirar unas tejas”, fuero las palabras del propietario de una vivienda tres casas después de dónde murió Escobar.
En la casa en la que se escondía Pablo Escobar no vive nadie, aunque se construyó un piso más y se intentó inaugurar un jardín infantil, esto no fue rentable y lleva varios años vacía. En la casa de atrás, que es donde murió, funciona una fábrica de barriles para asados, de vez en cuando una persona pone frente a la vivienda una foto de Escobar y una alcancía para que los visitantes se puedan tomar una foto.
Gran parte de los vecinos no se molestan por la presencia de visitantes en este lugar, entienden que las series, películas y la historia misma de Escobar hacen que el morbo de las personas aumente; sin embago, hay quienes se molestan del asombro que tienen los turistas al visitar este lugar.
Para ellos, la muerte de Escobar cambió por completo al barrio, que dejó de ser uno de los espacios más tranquilos de la ciudad, una zona residencial en la que gran parte de los que viven allí encuentran en sus hogares un lugar para descansar, pero que, ahora, es la cuadra en la que buses, carros y turistas se mantienen para conocer en qué lugar murió el criminal más buscado del mundo en los años 80 y 90.
“No sé nada y sí me molesta”, fue la respuesta de una residente que estaba caminando junto a su mascota, mientras que a pocos metros había cuatro turistas escuchando cómo murió Pablo Escobar (en inglés).
Un día después de su muerte, Pablo Escobar fue enterrado en el cementerio Jardines Montesacro de Itagüí. La tumba del capo fue ubicada a pocos metros de la iglesia, como si se tratara de una última muestra del poder económico que tenía, lo que se mantiene en la actualidad, puesto que enterrar a una persona cerca de Escobar vale cuatro veces más que hacerlo en otro lugar.
“Se vive, se siente, Pablo esta presente”, coreaban las personas que estuvieron en el entierro del capo.
El 3 de diciembre más de 20.000 personas llegaron a Montesacro para despedir a Escobar. La persona que ordenó la muerte de más de 6.000 recibió arengas como si se tratara de un heroe nacional; de la misma forma, entre la multitud había sujetos que solo buscaban comprobar que el capo estaba muerto y no era un plan para escapar (teoría que en la actualidad sigue vigente).
De la misma forma, se habla de que el entierro tuvo que ser adelantado debido a que las autoridades tenían información de un presunto plan para robarse el cadáver de Escobar, sus enemigos lo querían como un trofeo de guerra.
Junto a los restos de Escobar se encuentran los de su madre, Hermilda Gaviria, su padre, Abel Escobar, su hermano, Fernando Escobar, su primo, Juan Manuel Escobar, Inés Gaviria, Angélica Guarín y la de Álvaro de Jesús Agudelo alias el Limón, último escolta que acompañó al narcotraficante.
Debido a los turistas que llegan al cementerio buscando saber la historia de Pablo Escobar, allí se mantienen varios guías (hablan inglés y español) para hacer un pequeño recorrido, que incluye la tumba de Gustavo Gaviria (primo y principal socio de Escobar) y la de Griselda Blanco, La viuda negra (madrina del capo en el narcotráfico).
Aunque para las personas que llegan del exterior este espacio representa el sitio en el que se encuentran los restos de un criminal conocido en el mundo, para los trabajadores del cementerio solo es una tumba más.
“Todos los muertos son iguales, a todos les cortamos el pasto y les hacemos el mantenimiento de igual forma”, afirmó uno de ellos al preguntarle por la importancia que tiene la tumba de Pablo Escobar.