Soacha es un municipio de Cundinamarca ubicado en el área central del país, sobre la Cordillera Oriental; allí, se registraron dos de los crímenes más recordados de la guerra entre el cartel de Medellín, liderado por Pablo Escobar, y el Estado colombiano.
30 años después de su muerte, las heridas provocadas por el capo siguen abiertas, y pasando del morbo que genera su vida de lujos y excentricidades, en Colombia, aún hay víctimas de sus acciones, personas que lloraron y que tienen presentes los estragos que provocó el poder demostrado en muertes que ordenó Escobar.
Ahora puede seguirnos en nuestro WhatsApp Channel y en Google News.
Julio César Peñaloza, la víctima en el magnicidio de Luis Carlos Galán del que poco se habla
Las elecciones presidenciales de 1990 en Colombia estuvieron antecedidas de muerte y dolor, cuatro de los candidatos fueron asesinados antes de los comicios: Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro y Luis Carlos Galán. Este último recibió cinco disparos de una subametralladora durante un evento público en el municipio de Soacha el 18 de agosto de 1989.
Galán era enemigo acérrimo de los narcos y su llegada a la Presidencia de la República (en ese momento lideraba las encuestas) era algo negativo para los capos. Por su muerte fueron condenados el exministro de Justicia, Alberto Santofimio Botero; el exdirector del DAS, Miguel Alfredo Maza Márquez, y el excomandante de operaciones del organismo de seguridad, Manuel González, pero la orden fue dada por Pablo Escobar, que se adjudicó el crimen.
El esquema de seguridad de Galán había sido modificado, motivo por el que el encargado de mantener con vida al candidato no fue Víctor Julio Cruz, que era de total confianza de la familia Galán Sarmiento; sin embargo, gran parte del personal sí era el que acostumbraba a estar junto al entonces senador.
Debido a la multitud que lo esperaba, Galán caminó hasta la plaza de Soacha acompañado de sus escoltas, y mientras subía a la tarima recibió los disparos que terminaron con su vida. Santiago Cuervo, que acompañó durante cinco años al candidato, fue el escolta que lo llevó en brazos hasta un vehículo para que fuera trasladado a un hospital.
Cuervo no se dio cuenta de que también había sido impactado por las balas. El disparo ingresó hasta el tórax, el escolta estuvo 12 días en cuidados intensivos y finalmente murió.
Luis Carlos Galán y Santiago Cuervo no fueron las únicas víctimas de ese atentado; allí, también fue impactado Julio César Peñaloza, concejal y candidato a este mismo cargo en Soacha, que junto con los demás liberales del municipio fueron los encargados de invitar al candidato al encuentro.
Este no era confirmado, pero el 3 de agosto, tras recibir una carta de invitación, Luis Carlos Galán les respondió a los concejales de Soacha para aceptar y asegurar que estaría en el municipio el 18 de agosto sobre las 7:00 p. m.
Gloria Rojas Escobar, esposa de Julio César Peñaloza, recuerda que no apoyaba las acciones políticas de su pareja, pero luego de discutirlo por varias semanas, aceptó respaldar la candidatura de Galán y ser parte del evento que se salió de control. Luis Carlos Galán no llegó a la hora pactada, el número de personas en el parque era superior al planeado y durante varios minutos no se supo nada de Julio César.
“Estuvimos hasta las ocho esperando, empezaron a avisar que Luis Carlos Galán había arribado a Soacha y junto a las bastoneras caminamos hasta el parque de Soacha, como a las 8:10 p. m. las deje en el parque y me subí al carro de él (Julio César Peñaloza). Íbamos a salir cuando escuché ruidos, pensé que era pólvora, pero me dicen que eran disparos”
Se refugió junto a más personas en un establecimiento hasta que una mujer ingresó afirmando que Julio César Peñaloza había sido herido, pero al observar a la esposa del concejal, afirmó que no se trataba de algo grave. En el hospital de Soacha no había información y al llegar al hospital de Kennedy comprobó que su esposo no estaba allí y que Luis Carlos Galán había muerto.
“Escuche que el doctor Galán había muerto, después, un doctor me dijo que Julio César estaba en Cajanal. Allá un médico me indicó que debía firmar para que le realizaran una operación y el médico me dijo: “«Él está muy mal y si llega a salvarse va a quedar ciego». El 23 de agosto me llamaron que fuera urgente y me confirmaron que había fallecido”.
Gloría Rojas recuerda a su esposo como una gran persona, del último año que compartió a su lado, no se cansa de contarle a su hija menor, que él fue quien se encargó de su cuidado; de la misma forma, afirma que no escuchó a ningún compañero de Julio César hablar de manera negativa respecto a su trabajo.
“Era un magnífico esposo. Lamentablemente, mi hija pequeña no alcanzó a estar con él, sino solo un año, él la llevaba a las sesiones del Concejo de Soacha porque yo tenía que trabajar, empacaba el tetero y la cuidaba allá, era un excelente ser humano, me acuerdo tanto que todos los amigos y compañeros lo apreciaban”
Aunque no tiene un recuerdo visual de su padre, la hija menor de Julio César Peñaloza es la encargada de organizar eventos públicos para que sea recordado, logrando que en el Concejo de Soacha se ubicara una placa conmemorativa con su nombre.
“La menor, sin haberlo conocido, siempre ha luchado para que su papá no quede en el olvido, llevamos años haciendo eventos para que el recuerdo no se quede en el olvido. Nunca hemos permitido que el recuerdo de Julio César desaparezca, logramos que en el Concejo de Soacha se pusiera su nombre, eso es lo que nos ha ayudado a que el recuerdo y su imagen se mantenga”
Gloría Rojas pide al Estado que se realice un evento para recordar a las víctimas de la guerra contra los carteles; además, lamenta la estigmatización que se creó de Soacha, lugar por el que su esposo trabajó y buscaba un futuro mejor.
“No pienso en lo que nos pasó a mis hijas y a mí, sino en el resto de las víctimas. El Gobierno debería hacer que las víctimas sean atendidas por psicólogos, que todas las personas que han sido víctimas tengan un privilegio, no económico, sino que se les reconozca, que se haga un reconocimiento de perdón”
107 familias y Colombia lloraron la bomba al vuelo 203 de Avianca
Después del magnicidio de Luis Carlos Galán, César Gaviria fue nombrado como nuevo candidato por el Partido Liberal para las elecciones presidenciales por petición de los familiares de Galán, convirtiéndolo en el nuevo blanco del cartel de Medellín.
El 27 de noviembre de 1989, Gaviria tenía planeado viajar a Cali en el vuelo 203 de Avianca programado a las 7:00 a. m., pero el presagió de uno de sus escoltas, lo hizo desistir de subirse al avión.
De acuerdo con uno de los informes entregado por las autoridades, el pasajero de la silla 15F se bajó antes de que el avión despegara y dejó un paquete allí, lo que no fue tomado como algo grave por los operarios, que no alertaron de ello a los pilotos.
Después de despegar, el Boeing 727-21 HK-1803 explotó en el aire y cayó en zona rural del municipio de Soacha, las 107 personas que iban a bordo murieron. Años después, se conoció que Carlos Alzate Urquijo, alias Arete, fue quien planeó el crimen; sin embargo, en Estados Unidos se encuentra condenado a tres cadenas perpetuas Dandenys Muñoz Mosquera, alias la Quica.
“Yo nunca tuve que ver nada en eso, yo ni siquiera sabia, le digo sinceramente, el día que yo me di cuenta de que habían puesto una bomba en un avión, fue el día que me dijeron que me estaban acusando de eso, yo ni sabía que habían puesto una bomba en un avión”, afirmó la Quica a Testigo Directo.
Gonzalo Hernán Rojas Castro, un ingeniero mecánico de 38 años, era uno de los pasajeros del vuelo, debía llegar a Cali para resolver unos temas de trabajo, dejando en Bogotá a sus hijos, Gonzalo Enrique y Mauricio, desconociendo que no los volvería a ver.
34 años después, Gonzalo Enrique Rojas aún recuerda a su padre y el dolor que sintió al perderlo por culpa de la guerra que el cartel de Medellín declaró al Estado.
¿Cómo fue ese momento en el que usted se dio cuenta de que la violencia llegó a su familia?
Fue un día muy muy confuso, yo era un niño, uno a los 10 años difícilmente entiende que vive en un país violento de esa manera y pues mucho más, menos entender que le va a tocar a la familia de uno. Eso parte la historia de mi vida como en dos. Antes de eso la gente pensaba que la guerra que libraba el cartel de Medellín contra el Estado era única y exclusivamente contra el Estado, que el peligro realmente lo corrían los jueces, los policías, los políticos o los enemigos entre carteles, pero el avión aterriza a todos los colombianos y nos damos cuenta de que realmente esa guerra era contra todo el mundo. Ahí empezaron las bombas en los centros comerciales, en las plazas de toros, en las droguerías, en la calle, todos nos volvimos temerosos de llegar a ser víctimas de un atentado.
¿Después del atentado, tuvo la oportunidad de confrontar de alguna forma a los victimarios?
He tenido la oportunidad de librar un proceso que fue la elaboración del informe que le entregamos a la Comisión de la Verdad y a la Jurisdicción Especial para la Paz sobre el caso del atentado, a mí eso me dio la oportunidad de hablar con personas que de cierta manera pudieron tener conocimiento del cartel de Medellín o Los Pepes y esas cosas. Yo he tenido la oportunidad de hablar con la única persona que está condenada por el caso del atentado, que es Dandenys Muñoz Mosquera alias la Quica. Uno se da cuenta, no solo con lo que habla con él, sino con el informe, es que esta persona muy posiblemente no estuvo involucrada en el atentado.
¿Habló con alguien más al respecto?
He hablado con familiares de Pablo Escobar, con el hijo, con el sobrino, con la esposa, pero creo que son personas ajenas a la comprensión de cómo se planeó y se ejecutó ese atentado. He intentado buscar a Arete y hablar con él, pero ha sido muy muy difícil. Hablé con un experto que pone muy cercano a Carlos Castaño, él asegura que Carlos Castaño aseguró que quien había planeado y ejecutado el atentado del avión de Avianca había sido él, cosa que yo le daría cierta credibilidad.
¿Después del informe que usted entrega, cómo va el proceso?
Eso ha sido vergonzoso por parte de la de la justicia. Lleva 34 años investigando uno de los mayores crímenes que han pasado en este país, hay muy pocos homicidios o masacres en las que han estado involucradas más de 100 personas. Es vergonzoso ver que pasen 24 años en ese proceso y no pase nada; que haya continuidad de la misma fiscal durante más de una década y no pase nada; que lo que la Fiscalía no ha hecho en 34 años, nosotros logramos hacerlo en dos años haciendo, el informe para la Comisión de la Verdad.
¿Hay más puntos qué quiera resaltar de ese proceso?
Hace un año ellos ordenaron unas actividades de Policía Judicial para establecer dónde se encontraba recluido (el día de la bomba) Dandenys Muñoz Mosquera y a la fecha un año y medio después no ha pasado nada, supuestamente no lo han ubicado. Me lo hubieran podido preguntar a mí y yo les digo en qué cárceles, porque eso no es un secreto de Estado, contactar al abogado es muy fácil y es vergonzoso que una tarea tan sencilla no se haga y si eso no lo han hecho, uno entiende que no hay voluntad.
¿Cuál es su perspectiva respecto a lo que ocurrió con el vuelo 203 de Avianca?
Creo que es un hecho que como país nos dejó grabado en la memoria, uno de los peores crímenes que han ocurrido no solamente al ámbito nacional, sino muy seguramente en el mundo. Eso nos debería haber dejado como experiencia, como enseñanza la importancia de proteger a la población que no está inmersa en ningún conflicto armado. No es justo que como país olvidemos y que el Estado se encargue de borrar y no trabajar en el tema de justicia y dejar esto en la impunidad. Es importante trabajar tanto en memoria, como en verdad, como en justicia y en reparación hacia las víctimas y no solamente en la administración, sino también en como en el tema de honor, no de reivindicar.