La semana pasada, Danilo Rueda dejó su puesto como alto comisionado para la paz en Colombia, cargo que desempeñaba desde la llegada del Gobierno de Petro.
Su gestión, que duró aproximadamente un año, estuvo enfocada en impulsar la iniciativa denominada ‘paz total’, aunque su salida ocurre en un momento en el que múltiples aspectos de este enfoque pacifista enfrentan desafíos significativos. Entre ellos se destaca el proceso con el ELN que, pese a ser el más avanzado, permanece estancado.
Rueda dialogó recientemente con Colombia+20, allí evaluó la situación actual de la negociación con el ELN, los posibles ajustes que habría implantado en su gestión y sus perspectivas futuras para la estrategia de paz colombiana. Su salida se entiende como un punto crítico en la implementación de políticas públicas dirigidas a la consolidación de la paz en un país marcado por largos años de conflicto armado.
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El excomisionado reflejó su experiencia liderando uno de los elementos clave del Gobierno actual, admitiendo los retos que encaró en su afán por fortalecer los diálogos y avanzar en los términos de pacificación con grupos armados. La política de paz total representa una apuesta del Gobierno para terminar con décadas de violencia, pero requeriría de continuidad y adaptaciones estratégicas para poder navegar una realidad política y social compleja, según lo indica Rueda.
La salida se asoció inicialmente con rumores, pero fue recibida “con tranquilidad” por el involucrado, quien ya estaba al tanto de los desarrollos próximos, por eso la construcción de la paz enfrentará cambios estratégicos y es que la fase actual del proceso consistirá en “pavimentar” las bases que ya se han asentado, refiriéndose a la concreción de los compromisos establecidos durante las negociaciones. Se anticipa que habrá “decisiones grandes y puntuales a nivel territorial” con los actores involucrados en el diálogo. Las negociaciones son descritas como procesos únicos, cada uno con un ritmo y especificidad que deben ser acompañados cuidadosamente.
En el desarrollo de las negociaciones admite que podrían haberse tomado medidas preventivas para mitigar algunos efectos adversos derivados del cese al fuego inicial. No obstante, se explica que existieron motivos que justificaron el curso de las acciones. Además, se recalca que el proceso de diálogo ha evolucionado de fases preliminares a la construcción de escenarios detallados, lo cual evidencia la seriedad con la que se han tomado estos acuerdos.
Ante las críticas que apuntan a una supuesta permisividad hacia los grupos armados, Rueda niega dichas acusaciones, afirmando que los límites se han establecido claramente y no se han permitido concesiones indebidas.
“Nadie sabe lo que se discute internamente” comenta, haciendo hincapié en que los testigos de estas negociaciones pueden atestiguar la ausencia de contemplaciones indebidas y que la comprensión de las dinámicas de dichos grupos no implica justificación ni permisividad. Se insiste en que los marcos de las negociaciones han sido claros desde el principio. “Tuve una compresión de las dinámicas de los grupos armados, pero esa comprensión no significa justificación ni permisividad”, dijo puntualmente.
En contraste con las opiniones de analistas y opinadores, se enfatiza que el acercamiento no ha sido complaciente, sino que se ha basado en un entendimiento profundo de las dinámicas de los grupos armados, subrayando que el entendimiento no implica aprobación de sus acciones. Esto sugiere un delicado balance entre la firme comprensión y la firmeza en las negociaciones por parte de los responsables del proceso de paz.
Qué viene para Danilo Rueda
Rueda seguirá trabajando como ciudadano del común. Además, pese a ser criticado fuertemente, la Unidad de Investigación y Acusación (UIA) de la Jurisdicción Especial para la Paz ha publicado un informe detallando que los cese al fuego han contribuido a la disminución de los efectos del conflicto armado en el país. Este hallazgo contrasta con declaraciones de otros informes sobre el mismo tema.
Con respecto a lo anterior Rueda dice que para él es “otra perspectiva para los centros de pensamiento para que tengan otras aristas de interpretación. Creo que hay una desinformación. Si este gobierno es el gobierno de la vida, qué es lo que se ha pretendido proteger: la vida y la integridad de las personas, primero de los civiles, luego de los combatientes. Hemos logrado 150 liberaciones entre el 7 de agosto y octubre pasado sin el uso de la fuerza y solamente como exigencia de compromisos de los diversos grupos armados para la paz. Eso muestra que sí es posible, a través del diálogo, lograr ese propósito del respeto a la vida y a las libertades. Las mesas de conversaciones van a lograr acuerdos fundamentales en asuntos que afectan a la ciudadanía, desde las extorsiones, secuestros y otro conjunto de hechos. Para que eso pueda lograrse se necesita dialogar y llegar a acuerdos”.