José Eduardo González Sánchez, un excapitán del Ejército Nacional que se desempeñó como subjefe de seguridad de Ecopetrol, acusó a exdirectivos de la petrolera estatal de colaborar con paramilitares en Barrancabermeja antes de las masacres en esa ciudad en 1998 y 1999.
Según reveló el portal Cambio, González Sánchez lleva más de 11 años en la cárcel y está involucrado en ocho expedientes. Pero busca ser admitido por la Jurisdicción Especial de Paz (JEP) desde 2019. Por eso, en 2022 le hizo llegar a ese tribunal un plan de justicia y reparación en el que se incluye la información de los supuestos nexos de los directivos de Ecopetrol con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Dentro de sus testimonios involucró a varios exdirectivos de la empresa, incluyendo a su tío Antonio Sánchez Vargas, que era el director de Seguridad Nacional y luego fue jefe de Seguridad del presidente Ernesto Samper.
En el relato, González Sánchez describe varias reuniones clave que habrían facilitado la presencia de paramilitares en la zona, debido a que allí había tres gerencias clave para Ecopetrol que estaban siendo objeto de extorsiones, amenazas y atentados de la guerrilla: la de refinería, la Gerencia Galán de Oleoductos y la de producción de El centro.
Entre los funcionarios mencionados por el exjefe de seguridad, además de su tío, están Marco Tulio Restrepo, director Corporativo de Seguridad, y el coronel Oscar Virgüez, jefe de seguridad de la refinería de Barrancabermeja.
El portal Cambio comenta que González Sánchez se reunió con el teniente Carlos Mauricio García, quien era un hombre de confianza de Carlos Castaño y era conocido como ‘doble cero’. Luego de ese encuentro quedó arreglado el ingreso de los paramilitares a la zona.
Así mismo, González reveló que Ecopetrol contrató un helicóptero UH1H para transportar armas, paramilitares y logística. Eso lo habría autorizado, según dijo, “el coronel (r) Oscar Virgüez para apoyar transporte de personal, de municiones y logística para las autodefensas”.
Su testimonio, consignado en un documento de 90 páginas que fue conocido por Cambio, también involucra al mayor Vargas; al capitán Oswaldo Prada, jefe de inteligencia del Batallón Nueva Granada, y a un coronel de apellido Rodríguez, comandante del Batallón de Contraguerrillas N° 45 Héroes de Majagual.
Hombres de Carlos Castaño se desplazaron desde Córdoba y Urabá para fortalecer a las Autodefensas de Santander y sur del Cesar (AUSAC), comandadas por alias Camilo Morantes, para su incursión en Barrancabermeja.
Las masacres
González Sánchez le dijo a la JEP que no sabía que los paramilitares de la AUSAC iban a cometer las masacres y desapariciones que realizaron entre 1998 y 1999.
El 16 de mayo de 1998, el grupo armado mató a siete personas y desapareció a otras 25. Llegaron hasta la cancha de fútbol del barrio El Campín, donde se realizaba un bazar, y obligaron a todos a tenderse en el piso. Subieron en un camión a 30 personas señaladas de ser informantes de la guerrilla, pero en el camino mataron a cinco porque representaban mucho peso. Al día siguiente mataron a otras dos.
“Nunca supe cuándo operó ese grupo de autodefensas, ni la forma como iban a ingresar a Barrancabermeja. De todas formas (…) estoy dispuesto a aceptar que presté colaboración con la fuerza pública a efectos que se reuniera con las autodefensas de las AUSAC, así como con el Director Corporativo de seguridad de Ecopetrol, Marco Tulio Restrepo”, le dijo González Sánchez a la JEP.
Luego agregó que “con el secretario de seguridad de la Presidencia de la República, General (r) Antonio Sánchez Vargas, para motivar el ingreso de autodefensas, acepto la participación en tales sucesos en la forma como lo estime jurídicamente adecuado esta Jurisdicción Especial para la Paz y que conllevaron a organización y la realización de dicha reunión”.
También mencionó específicamente a miembros de la Policía y del Ejército que presuntamente respaldaron otras operaciones de la AUSAC, como un ataque en julio de 1998 que resultó en la muerte de Henry de Jesús González Valencia; otro incidente entre el 1 y 2 de agosto donde asesinaron a 10 residentes de Barrancabermeja; y una masacre adicional de cuatro individuos el 4 de septiembre de 1998. Afirmó que para la masacre del 28 de febrero de 1999, en la que ocho personas fueron asesinadas y otras dos desaparecieron, también organizó reuniones con la Fuerza Pública, las AUSAC y su tío Antonio Sánchez Vargas.