La mina de Níquel más grande de Suramérica y la cuarta de mayor envergadura en el mundo tiene en problemas a los habitantes de Pueblo Flecha, una pequeña comunidad indígena de la etnia zenú, en el municipio de San José de Uré (Córdoba).
A pesar de que la empresa a cargo de la mina, Cerro Matoso, dice monitorear la calidad del aire de manera continua, en 2023 se registró la primera víctima mortal por cáncer de pulmón y las denuncias por problemas de salud relacionados con la contaminación cada vez son más.
Bajo la promesa de incentivar el desarrollo económico de la región y generar riqueza para el país, Cerro Matoso comenzó a trabajar la montaña, buscando extraer hierro y níquel en cantidades industriales.
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“Cerro Matoso iba avanzando y nosotros nos sentíamos todavía bien ¿por qué? Porque teníamos fauna, teníamos flora, teníamos fuentes de agua, teníamos todo. Cerro Matoso iba avanzando detrás de todas esas cosas”, explicó en entrevista para Noticias Caracol el líder natural de la comunidad, Dairo Romero.
Al parecer, la compañía resolvió desviar su fuente hídrica principal, Caño Zaíno, lo que sería un ecocidio que ni siquiera las especies que habitaban la zona se quedaron para ver.
Afectaciones a la salud de sus pobladores: el peligro está en el aire
Con el níquel en el aire y otros agentes tóxicos que, según investigaciones, podrían causar cáncer a largo plazo, era cuestión de tiempo para que se presentaran los primeros afectados por la contaminación del ambiente.
Al parecer, la primera víctima mortal, por ejemplo, fue registrada a principios del 2023. Esposa de Dairo y madre de Luis Fernando, Francia luchó durante meses contra un cáncer de pulmón al que no le encuentran otra explicación que no sea el polvillo que llega desde la mina, arrastrado por el aire:
“Erda, eso sí me da tristeza, de verdad. Uno de las víctimas más recientes es mi esposa. Tiene siete meses de muerta, la mató un cáncer de pulmón, a causa de la contaminación”, lamentó Dairo.
Un sentimiento que su hijo, el nuevo gobernador del cabildo, comparte: “Fue algo duro, muy duro. No es fácil escuchar a tu mamá decir que no la dejen morir, que la ayuden, que ella quiere vivir y tú sin poder hacer nada”.
La incertidumbre acompaña a los que ya no están, pero también, a los que apenas vienen, como el bebé de Daniela Carvajal, que desde siempre vive en Pueblo Flecha: “Lo que me invade primero es el miedo porque, actualmente, cada mujer que está en embarazo sale con dificultades el bebé, entonces eso me invade de miedo, porque cada día en vez de mejorar lo que hace es aumentar la contaminación que tenemos nosotros acá”.
Siente miedo por el futuro que le espera a su bebé. Historias como las de Marisol y su hija son el pan de cada día: “Lo primero que me hicieron fue investigación si donde vivíamos la niña estaba expuesta a polvo o artículos que tuvieran mucha suciedad. El medico me dijo que debía hacerle un estudio avanzado”, comentó.
El polvillo ya pasó al estrado
“Nosotros ya no somos las comunidades de los años 80, de los años 90 que estábamos ignorantes, ya nosotros somos comunidades despiertas, somos comunidades que ya tenemos un cambio generacional, como decimos acá, no nos dejamos meter los dedos a la boca”, insistió Luis Fernando Romero, gobernador e hijo de Francia.
Su pelea llegó hasta la Corte Constitucional, en donde, en 2017 ordenaron a la empresa realizar nuevos estudios que evitaran acciones que vulneren los derechos de la comunidad zenú. Como dijo el abogado de la comunidad en entrevista para el medio citado: “No es un capricho. La sentencia establece una serie de órdenes. Son dos aspectos: los del fallo judicial, que trae como consecuencia la consulta, y las obligaciones derivadas de consultas previas”.
Debían acompañar a la comunidad, reestablecer el cauce de Caño Zaíno y tomar acciones de reparación monetaria, pero, una vez terminadas las consultas, la Corte se echó para atrás y los zenú no recibieron ninguna compensación de tipo económico, a pesar de que los síntomas en su salud ya eran evidentes.
“No hay confianza, porque ya hay estudios que determinan que la calidad del aire aquí, en toda esta zona, en nuestra comunidad, es mala. Ellos están haciendo mal el procedimiento, estamos en contra de la licencia ambiental”, insistió Fernando, bajo la misma línea que Álvaro Javier Idrovo, profesor especializado en el impacto que la industria minera provoca en comunidades aledañas:
“Lo que hemos encontrado es que en este lugar donde sacamos hierro y níquel se están encontrando una gran cantidad de sustancias que son muy tóxicas algunas y, al parecer, están afectando la salud de la población que vive en los alrededores de la mina”, en donde el único monitoreo del aire es realizado por Cerro Matoso.