Luego de la audiencia pública en la Corte Constitucional para definir el rol de los animales de compañía en la primera institución, la Iglesia católica tomó partido en el debate que dio inicio el tribunal de Bogotá, al introducir el concepto de familia multiespecie en una de sus sentencias.
El pronunciamiento de uno de sus voceros se da en medio de numerosos pleitos por la custodia de perros y gatos, luego de que sus cuidadores, por lo general parejas de esposos, no lograran ponerse de acuerdo sobre cuál de los dos debía quedarse con el animal.
Ahora puede seguirnos en WhatsApp Channel y en Google News.
El padre Raúl Ortiz, en conversaciones con el diario El Espectador, indicó que desde la iglesia ven con recelo la decisión del tribunal, argumentando que no toda norma es moral. “La Iglesia dice: la familia está conformada por personas humanas, de la especie humana, claro, hay que defender y cuidar a los animales, pero no es necesario cambiar el concepto de familia. De hecho, aquí en Colombia tenemos una ley desde el 2016 que cuida y protege a los animales, así que para seguir haciendo esto no necesitamos rehacer el concepto de familia”, explicó.
Traspasar estos límites resulta poco natural y, además, podría deshumanizar el concepteo de familia, o al menos, es esa la opinión de la Iglesia, sobre todo cuando se “entrega de más” al animal y se quiere reemplazar por un hijo.
“La Iglesia no tiene dificultad en reconocer que los animales son seres sintientes no humanos y que son sujetos de derechos, eso no lo pone en discusión, lo que sí pone en discusión es hasta dónde los cuidados pueden llevar a unos gastos exagerados que, según el catecismo de la Iglesia católica, pueden llegar a ser indignos de la condición humana”, precisó.
Desde la iglesia abrazan el concepto de animal como bien sintiente, sujeto de derechos y a la espera de cuidados, pero sientan una posición distante de la Corte, al igual que de la creencia popular que habla de la superioridad humana sobre todas las especies.
“Cuando yo tengo tantos cuidados que no son reclamados por el animal y gasto unas sumas de dinero excesivas, entonces ese dinero, dice la Iglesia, podríamos invertirlo, después de satisfacer las necesidades básicas del animal, más bien en personas humanas que requieren un apoyo y una ayuda”, insistió.
El exceso, dice Ortiz, puede llevar a la confusión y es entonces que el amor de un hijo puede confundirse por el amor de una mascota, cuando ambos son parte de la familia, pero ocupan un rol diferente.
Se ve “en el afecto y en los gastos. Por ejemplo, en el que hemos visto cuando yo prefiero no tener hijos a tener un animal de compañía como sustituto de los hijos. Allí la Iglesia dice no, no puede ser porque la familia está configurada también para la procreación. Entonces, si yo tengo un exceso en el afecto hasta el punto de decir que un perro es igual que un hijo, ahí la Iglesia dice no, revisa ese concepto. Yo no puedo exceder ese afecto. El afecto es debido a los seres humanos, yo no puedo desplazarlo o sustituirlo con el afecto del animal”.
Para él, hacer de un animal miembro de la familia tiene poco o nada que ver con los derechos del animal: “El perro o el gato no están reclamando eso. El gato y el perro reclaman respeto, afecto y unos cuidados básicos como alimentación, techo, evitar los sufrimientos y darle salud. Pero hoy en día les neutralizan el olor, les gastan cosméticos, los visten, tienen colegios, tienen rutas, tienen servicios funerarios, tienen cementerios especializados, tienen psicólogos, nutricionistas, etc”.