En el pensamiento colectivo, los reinados de belleza se reducen a juzgar la belleza femenina y premiarla de acuerdo con determinados estándares estéticos. Pero muy lejos está de ser así. Detrás de las luces, los pabellones, las pasarelas y las sonrisas de las modelos o la euforia del público, hay toda una trama de intereses que por uno u otro motivo buscan que su certamen sea el número uno.
Colombia no es la excepción, y si bien la tradición de los reinados ni su organización han llegado a los niveles que sí alcanzó en la vecina Venezuela, de generación en generación ha quedado instalado en los colombianos que noviembre es “el mes del reinado”. Un evento en particular fue el gran responsable: el Concurso Nacional de Belleza (CNB), conocido popularmente como el Señorita Colombia.
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La idea de su creación llegó en 1933 por intermedio de Ernesto Carlos Martelo, figura influyente en Cartagena y más adelante alcalde de la ciudad. Concebida como una forma de promover el turismo, su primera edición en 1934, pero tuvo algunos obstáculos debido a la inestabilidad interna que representaba la lucha partidista en las regiones de Colombia, que impedía enviar a las candidatas de los departamentos.
En 1947 se retomó su realización y debido al gran recibimiento de los cartageneros hacia el certamen, se promulgó ese año el Acuerdo 21 con el que Cartagena sería sede permanente del reinado. En un principio se realizó cada dos años hasta que en 1961 se instauró su celebración de manera anual luego de que la organización asumiera el compromiso de enviar representantes cada año a Miss Universo.
El liderazgo de Teresa Pizarro de Angulo, más conocida como Doña Tera, fue clave para asegurarse patrocinios y lograr que el Señorita Colombia trascendiera la pasarela para convertirse en un impulsor de obras benéficas en todo el país. Con ella se formularon las reglas que siguen definiendo al certamen hasta hoy, mismas que también funcionaron para Miss Universo durante décadas: las candidatas deben ser solteras, sin hijos, no haber aparecido desnudas en ninguna publicación, y haber nacido en el departamento que representan.
Bajo su mando, noviembre se convirtió en el mes del reinado en Colombia, y el certamen alcanzó su pico de popularidad durante los años 90. Esto, gracias a las actuaciones destacadas de varias de sus representantes en Miss Universo. Primero fue Lizeth Mahecha en 1990 con su tercer lugar, y luego los tres virreinatos consecutivos con Paola Turbay, Paula Andrea Betancourt y Carolina Gómez entre 1992 y 1994. El éxito del Señorita Colombia y de sus candidatas atrajo patrocinadores de más prestigio (y en algunos casos de reputación más dudosa, por cuenta del narcotráfico). En cualquier caso, era claro que los reinados en Colombia eran un tema cada vez más atractivo, hasta que los tiempos cambiaron.
Una nueva era
El auge que vivió el CNB llevó a que los niveles de rating en la televisión colombiana cada vez que se transmitían las jornadas del certamen de belleza se dispararan hacia arriba durante los años 90. A su vez, llevó a que se formara una generación de comunicadores no solo orientados a la farándula, sino en conocer a fondo lo que había detrás de los reinados. Los cubrimientos se hicieron más elaborados, pero paulatinamente el desinterés de los televidentes se hizo palpable.
Mauricio Castro, periodista del programa La Red de Caracol Televisión, es un “reinólogo” en toda la regla. En entrevista con Infobae Colombia lo dejó claro cuando habló del primer reinado de belleza que vio: la edición de 1991 del Señorita Colombia en el que se impuso Paola Turbay. “Usó un vestido verde y guantes verdes. Nunca una reina ha ganado un reinado con un color verde como el de Paola Turbay. Ella se arriesgó esa noche, y obviamente con la belleza de esa mujer tenía que ganar”, recordó. Incluso trajo al recuerdo las “mini Cromos”, las ediciones especiales de la revista Cromos alusivas al cubrimiento del CNB.
En 1996 Doña Tera se retiró de la dirección del CNB y cedió su lugar a Raimundo Angulo. Aunque durante su gestión se vio un éxito renovado con la corona universal de Paulina Vega en 2014 y los virreinatos de Taliana Vargas en 2008, Arianda Gutierrez en 2015 y Laura Barjum en 2017, la pérdida de interés progresiva del público alrededor de los certámenes de belleza fue haciendo mella en la organización, al punto que poco a poco nuevos certámenes y nuevas franquicias hacían su aparición.
Las respuestas al Concurso Nacional de Belleza
Durante los últimos diez años fueron surgiendo distintos certámenes de belleza en Colombia motivados por la posibilidad de forjar candidaturas propias para los distintos reinados que iba perdiendo Cartagena. La pérdida paulatina de patrocinadores comenzó a pasar factura, mientras que la rigidez de sus reglas de admisión poco a poco iba quedando rezagada con los cambios en el mundo alrededor de lo que significa ser mujer (a los que se fue sumando Miss Universo). Eso le dio una oportunidad a otras franquicias de aventurarse a probar suerte en Colombia.
En 2007 apareció Miss Earth Colombia, pero no fue hasta 2014 cuando realizó su propio concurso de belleza. En 2013 se fundó Miss Grand Colombia, que tomaba una de las candidatas del Miss Earth Colombia hasta que en 2018 creó su propio reinado de belleza. Según explicó Mauricio Correa, y más allá de la visión general que había vendido Miss Universo sobre cómo debe ser un reinado de belleza, lo cierto es que hay muchas diferencias entre ellos:
“Un Miss Grand es totalmente distinto a Miss Universo. En Miss Grand buscas una mujer ‘showcera’, en donde bote el pelo, la mejor pasarela. En Miss Universo buscan una mujer preparada intelectual y físicamente, que hable muy bien, porque muchas marcas las quieren para temas comerciales”
Correa explicó que hay actualmente más de mil reinados en Colombia, y semejante proliferación se debe a que en su mayoría “son complementos de las fiestas en nuestro país”. Belky Arizala, modelo, exreina de belleza y hoy preparadora de reinas, habló con Infobae Colombia acerca de la complejidad que representa para una reina de belleza elegir en cual certamen participar. Eso sí, fue clara en que la elección final siempre corre por cuenta de la aspirante:
“Cada quien tiene sus preferencias. Yo participaría siempre y cuando un concurso fuera muy diferente del otro. En mi época era hasta los 25 años que estaba permitido participar en un concurso de belleza o de modelos. Yo era reina y modelo a la vez, pero quería que todo fuera muy diferente y en tiempos distintos. Que cada experiencia enriquezca mi hoja de vida”
Sobre un panorama con tantos reinados a los que es posible acceder, la nortesantandereana elogió las temáticas que tienen muchos de ellos, pero señaló la dificultad que muchos de estos eventos tienen para trascender más allá de la gala de coronación:
“Todos los concursos que hay en Colombia son hermosos. El Reinado de la Panela me encanta. El Reinado del Folclore me parece bellísimo. He sido jurado de varios, pero ¿A dónde quieren llegar? La mayoría de estos concursos no trascienden. A los organizadores, si van a hacer un Concurso Internacional del Café, es para que la reina promueva el café, sea embajadora de este producto. De pronto el alcance no es tan grande, dura mientras está el evento, pero luego no hay algo que vaya más allá. Creo que nos hace falta alcance”
Desde su perspectiva como preparadora de reinas en su academia, Belky explicó cómo valoran la importancia de un certamen de belleza:
“A mis estudiantes yo les digo ¿dónde quieren estar? Ellas dicen ‘Yo quiero estar en este concurso en Bogotá’ y otra dirá “No, yo quiero ir a uno en Estados Unidos’... Si yo veo que el concurso a ella y a nosotros como escuela vamos a crecer a nivel de imagen, la asesoro. De resto, como aquí no son exclusivas, les ofrezco la preparación y ellas eligen a donde ir. Las observamos en el vuelo, pero muchas veces no somos cómplices de ese proyecto porque si no nos suma, no nos involucramos de lleno”
Por su parte, para Mauricio Correa, la gran cantidad de reinados que hay en Colombia tiene algo muy positivo, y algo muy negativo:
“Es positivo porque atrae turismo. Yo estuve en el Reinado Nacional del Turismo y este año lo vincularon a todos los conciertos de sus fiestas. La pasarela de las reinas era dentro del concierto. Pero también es negativo porque se desvirtúa el tema de los reinados. No se les da importancia a estas reinas, y siento que las están tratando feo. No se les da el prestigio que se les daba antes”
En principio ninguno de estos certámenes hizo sombra al CNB. Después de todo, ellos seguían teniendo bajo su control la franquicia de Miss Universo. Y al menos así fue, hasta que apareció Natalie Ackermann.
Miss Universe Colombia, la apuesta de Natalie Ackerman
Nacida en Düsseldorf (Alemania), Ackermann se mudó siendo adolescente a Barranquilla de donde era originaria su mamá. “Siempre ha amado los reinados”, indicó Mauricio Castro. En el año 2000 se presentó al CNB representando al Atlántico, en el que no clasificó entre las finalistas. Pero lejos de resignarse, decide probar suerte en su país de origen y allí es elegida como Miss Alemania en 2006, ganándose la oportunidad de participar en Miss Universo en la misma edición que Valerie Dominguez representó a Colombia. Aunque en esa ocasión tampoco pudo avanzar a las fases finales, dejó allí muestras de una tenacidad que trasladó a los negocios.
Hasta 2020, según explicó Mauricio Castro, el CNB “nunca tuvo la franquicia de Miss Universo, porque cuesta muchísimo dinero”. Por eso, Angulo realizó alianzas con distintas marcas y empresarios durante años para poder seguir enviando candidatas sin la necesidad de pagar la totalidad de la franquicia. Para el 2020 eran la marca de cosméticos Jolie de Vogue y el Canal RCN los involucrados en dicho convenio.
En ese momento Natalie era la preparadora de María Fernanda Aristizabal, que se llevó la corona de Señorita Colombia en 2019. Pero tras bastidores se había dado cuenta de que nadie tenía en propiedad la franquicia de Miss Universo en Colombia, y allí vio una oportunidad muy particular. Así lo recordó durante una entrevista con La FM en 2020:
“Yo pregunté a Miss Universo si era verdad (que nadie había comprado la franquicia en Colombia) y me dicen ‘sí está disponible’, y cuando les dije entonces ¿Qué pasó con la que ganó? (Señorita Colombia) me dijeron ‘nada, no son franquiciantes de nosotros’ Jolie de Vogue y RCN eran los licenciados y podían hacer sus alianzas con el que quisieran, pero debían mandarnos una reina. Entonces pregunté si cualquiera compraba la licencia y podía hacer su concurso y llevar a la reina que quisieran, y me dicen ‘sí claro y ya hay cinco personas interesadas’”
Ackermann decidió aplicar para comprar la franquicia y luego de varios meses recibió la aprobación de Miss Universo. Fue entonces cuando buscó una negociación con Raimundo Angulo, que según sus palabras se entorpeció debido a que desde el CNB no querían liberarla del contrato de Señorita Colombia para que pudiera iniciar su preparación formal para Miss Universo. Según contó Natalie en dicha entrevista, eso fue lo que la llevó a crear Miss Universe Colombia.
Pero en palabras de Mauricio Castro, la situación no era tan simple como la pintaba la hoy propietaria de la franquicia:
“Ella en realidad ese tema de ‘unámonos’... lo dudo mucho. ¡Ella quería tener su propio reinado! Y está bien que lo hiciera, pero para Raimundo Angulo eso se vio como un golpe bajo. Ellos (el CNB) siempre han querido que la Señorita Colombia vaya a Miss Universo porque esa era la tradición, y ahora no se da”
Raimundo Angulo, a través de su abogado, amenazó con tomar medidas legales contra Ackermann por usurpación de derechos de propiedad industrial en la Fiscalía General y ante la Superintendencia de Industria y Comercio. Pero en una comunicación posterior, los abogados de Ackermann señalaron que no habían recibido ninguna notificación judicial al respecto, e insistieron en que fue la propia Miss Universo ña que le cedió los derechos a Ackermann y Miss Universe Colombia.
Para Castro, la creación de Miss Universe Colombia hace que el CNB quede en una posición desfavorable porque “la gente piensa que solamente cuenta un concurso, y es Miss Universo”. Además, planteó esta rivalidad entre Miss Universe y el CNB desde el hecho de que las reservas giran más alrededor de Raimundo Angulo que de Natalie Ackerman, poniendo como ejemplo la presencia de participantes del evento cartagenero en Miss Universe:
“Si vas a Señorita Colombia y participaste en Miss Universe, de una te van a descalificar. En cambio, si hay candidatas de Señorita Colombia que se han ido recicladas a Miss Universe. María Fernanda Aristizabal fue una de ellas. Lo mismo Valeria Ayos. Son niñas que vienen muy bien preparadas, porque las que van a Señorita Colombia están muy bien preparadas”
En las últimas semanas el CNB se vio obligado a aplazar la edición de 2023, argumentando que la idea es reservarse para la celebración del 90 aniversario de su creación en 2024. Durante la misma celebración de Miss Universo por estas fechas en El Salvador, la organización reveló que tenía problemas de liquidez y estaba en riesgo de bancarrota. Los auspiciantes cada vez son más difíciles de seducir, y cada vez hay menos dinero disponible para los reinados. Así, la lucha entre reinados se hace cada vez más encarnizada, mientras la división entre Miss Universe y el tradicional Concurso Nacional de Belleza parece no tener arreglo.