En varias de sus intervenciones, Gustavo Petro ha pedido al mundo actuar con decisiones definitivas para contrarrestar el cambio climático, pues ha asegurado que la vida en el planeta cada vez se acerca a su final. Incluso ha llegado a proponer cambiar “deuda por acción climática”.
“Lo que nosotros proponemos es cambiar deuda por acción climática. La experiencia del FMI con el covid muestra un balbuceo de lo que se puede hacer hoy en la práctica, que es una emisión mundial de derechos especiales de giro (DEG)”, expresó Gustavo Petro, durante su visita a París en junio de 2023.
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Sus declaraciones sobre el cambio climático han sido calificadas por sus contradictores como “descabelladas”, sin embargo, la ciencia le estaría dando la razón.
El calentamiento global no es un tema aislado para Colombia y la geóloga colombiana Liliana Narváez explicó a El Espectador, a lo que se podría enfrentar un colombiano, a raíz de los puntos de quiebre que están empezando a suceder.
Los seis puntos de quiebre, según el informe de la Universidad de las Naciones Unidas publicado en octubre de 2023, indican que las extinciones aceleradas, el agotamiento del agua subterránea, el derretimiento de los glaciares de montaña, la contaminación espacial, el calor insoportable y un futuro sin seguros, harían de la vida en el planeta un infierno.
Narváez participó en dicho informe y contó: “Tuve la oportunidad de involucrarme en este proyecto que va de la mano con la comunicación al explicar la selección de estos puntos de quiebre y su relación con sistemas socioecológicos, como nuestra salud y los ecosistemas. Si estos puntos se sobrepasan, no tendríamos herramientas para frenar sus impactos”.
De otro lado, la geóloga colombiana explicó al medio citado que, el punto de quiebre que afectaría sustancialmente a Colombia sería el calor insoportable, dejando a los adultos mayores, los niños, las mujeres embarazas, como los más vulnerables: “serían los más golpeados por esa combinación de humedad y calor que no deja que nuestros organismos se regulen. No estamos preparados para proteger a las personas que trabajan en la intemperie como la fuerza pública o el trabajador informal”.
“El calor extremo fue responsable de una media de 500.000 muertes anuales en exceso en las dos últimas décadas, afectando desproporcionadamente a quienes son especialmente vulnerables debido a su edad, condiciones de salud o profesión, por ejemplo. Hay estaciones meteorológicas en el mundo que ya han registrado temperaturas superiores al punto de quiebre al que puede sobrevivir un cuerpo humano. Si se supera este umbral durante más de seis horas, incluso un cuerpo joven y sano sufrirá consecuencias extremas”, reveló el informe de las Naciones Unidas.
Otro punto de quiebre, que para Colombia sería catastrófico, sería la extinción de los seguros. Narváez explicó al medio citado que: “Los seguros se utilizan para proteger a las personas frente al riesgo de pérdidas como consecuencia de daños durante catástrofes, y su coste se basa en la probabilidad de que se produzcan tales pérdidas”.
Es por ello que, según la geóloga colombiana, se debe ser consciente de este tipo de herramienta, pues, “la reiteración de los daños por desastres le restringe al estado colombiano para acceder a fondos internacionales de conservación y otros recursos”.
Narváez fue más allá y se refirió al impacto del país en cuanto a los residuos espaciales:
“Por ejemplo, en el país tenemos buenas noticias con los dos satélites que tenemos para mejorar el monitoreo de las tormentas, el calor, y, en general, mejorar el sistema de alertas, pero hay que preguntarse sobre la cantidad de artefactos que ya están en la órbita, que ya no están en funcionamiento y que podrían generar una cadena de colisiones”
Según el informe, actualmente, de los 34.260 objetos en órbita, solo el 25% son satélites operativos, mientras que el resto consiste en desechos espaciales, como satélites averiados y etapas de cohetes descartadas. Además, se estima que hay alrededor de 130 millones de fragmentos demasiado pequeños para ser rastreados, viajando a velocidades superiores a 25.000 km por hora. Esta acumulación de desechos representa un riesgo significativo, ya que incluso los fragmentos más pequeños pueden causar daños graves en colisiones, generando más desechos en el proceso.