Rubén Di Pietro murió a sus casi 75 años de edad, de los cuales 60 los dedicó a las artes escénicas y 40 los pasó en Colombia formando actores. El teatro, la televisión y el cine están de luto por su partida.
El dramaturgo argentino estuvo detrás de la gestación artística de figuras como Ramiro Meneses, Alejandra Borrero, Catalina Sandino y Robinson Diaz, quienes pasaron por su academia de actuación y hoy hacen honor a su legado.
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Nacido en Tucumán, Argentina, Rubén Di Pietro llegó a Colombia en el año de 1984, luego de educarse y recorrer el mundo gracias al arte.
Dejó su ciudad natal a temprana edad para aventurarse en la capital argentina en donde estudió física, pues las matemáticas le atraían; sin embargo, la actuación lo sedujo y decidió abandonarlo todo para irse a Polonia a estudiar artes escénicas. En ese país aprendió la técnica y el método que tanto lo caracterizó.
Como consecuencia de la Guerra de las Malvinas, entre Argentina e Inglaterra, Di Pietro no pudo regresar a su país, pues por la edad debía enlistarse en el Ejército de su país, además, para ese momento seguía radicado en Polonia, país comunista.
Fue así como aterrizó en Suecia, lugar en el que encontró un anuncio en el periódico en el que una ONG requería un maestro de actuación en Bogotá. A Rubén le hizo eco el cartel y se presentó a la prueba, la cual pasó. Algunos colombianos que conoció en el país nórdico le recomendaron no venir. “Me decían que estaba loco, que esta era la ciudad de las tres F: fea, fría y fétida”, le contó el maestro al portal Kienyke.
Pese a esto, Di Pietro se embarcó hacía Bogotá con un único fin: transmitir su arte y amar a Colombia. Rubén cumplió su propósito, pues hasta el último día de su vida estuvo estregado a la formación escénica y amó al país más que al suyo.
Dejó un legado en la actuación
Desde que el argentino llegó al país, nunca se fue de Colombia. Di Pietro se instaló en Ciudad Bolívar, una de las localidades más complejas de la capital colombiano por todo lo que en sus calles sucede; aún así, Rubén se enamoró de Colombia y se quedó para siempre. Sus últimos días los paso en La Calera, al oriente de Bogotá, en donde fundó Ítaka un teatro estudio y laboratorio de actuación.
“Lo que enamora de este país es la gente; y como dijo Vladdo, el caricaturista: “Lo mejor de este país es la gente y lo peor de este país es la gente”. Acá hay un calor humano que no lo hay en otra parte del mundo. Colombia tiene cosas que son muy difíciles de entender, como la multiculturalidad, aquí no hay una nación, acá hay un mosaico de regiones y eso es muy valioso. Poco a poco fui conociendo y fui haciendo mis raíces”, le afirmó el argentino al mismo medio que le hizo un homenaje tras sus 60 años de carrera.
Se definía como el maestro ‘manos de seda, pero con guantes de hierro’. Él hilaba suave, pero exigía mucho. Su método dejó destacados actores que gozan de gran reconocimiento por seguir su método de confrontación en dónde el artistas se enfrenta asimismo para identificar tanto sus virtudes como sus falencias.
Su filosofía de formación fue la disciplina, ya que para él, la ausencia de esta es la que impide los resultados. “Yo siempre he dicho: hagamos las cosas a la europea, con rigurosidad y sigo en lo mismo. Para alguna gente yo tengo fama de malo, fama de gruñón y yo te digo sinceramente ¡soy un pan de Dios!... suena algo cursi, pero mi método se basa en el amor”, aseguró.
Rubén Di Pietro compartió sus secretos con quienes siguieron sus pasos y él nunca rompió contacto con sus pupilos, pues aunque tuvo fama de exigente y algunos lo tildaron de ‘loco’, quienes supieron entenderlo, lo amaron infinitamente.
“Cuatro cosas se necesitan para este oficio de la actuación: gran inteligencia para ver la vida como es, sin prejuicios morales; exquisita sensibilidad; férrea disciplina y autoaceptación de la identidad física, psíquica, social y sexual. Uno debe amarse a sí mismo para ser actor”, confesó.