El escándalo desatado por los seguimientos ilegales a Leonardo Colmenares, un profesor de inglés, ordenados por el comandante del Ejército, el general Luis Mauricio Ospina, ha tomado un giro aún más alarmante con las revelaciones del mayor (r) Jorge Castillo, uno de los oficiales más experimentados en inteligencia y contrainteligencia de la institución.
El exmilitar arrojó luz sobre lo que él describe como “una red criminal al interior de la Inteligencia del Ejército”. En una serie de publicaciones en su cuenta de X (Twitter), Castillo detalló acusaciones preocupantes.
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En sus denuncias, el mayor retirado mencionó la existencia de “carpetas falsas, pruebas falsas, redes inventadas, poligrafías irregulares y perfiles falsos”. Afirmó que hay bodegas dedicadas al servicio de esta presunta red criminal y señaló la designación de oficiales sin estudios de credibilidad y confiabilidad, quienes, según él, son fácilmente manipulables por los mandos.
El exoficial, con 19 años de experiencia en inteligencia y 12 en contrainteligencia, también reveló que la red realiza “perfilamientos de oficiales y suboficiales que denuncian la corrupción o saben de esta red”. Alega que se llevan a cabo operaciones de contrainteligencia sin misión de trabajo y que obedecen órdenes directas de funcionarios del Ministerio de Defensa que no tienen funciones autorizadas para recibir inteligencia.
El mayor (r) Jorge Castillo denuncio que existen bodegas destinadas a apoyar las operaciones de esta red clandestina. Estos lugares servirían como centros de operaciones y almacenamiento de información comprometedora que permitiría a la red tener un control más efectivo sobre sus operativos.
De igual la manera, el exmilitar expuso que la red criminal coloca en cargos estratégicos a oficiales sin estudios de credibilidad y confiabilidad. “Con pruebas de poligrafía reprobados”, señala que estas designaciones son una amenaza directa a la integridad y la eficiencia del Ejército Nacional.
La denuncia también destaca que, pese a tener antecedentes de actos corruptos, algunos oficiales son promovidos a posiciones clave. Esta situación los vuelve fácilmente manipulables, comprometiendo la seguridad y la lealtad de la institución.
El mayor (r) Castillo advierte que la red criminal perfila a oficiales y suboficiales que denuncian la corrupción o tienen conocimiento de la existencia de esta red. Estos individuos serían blanco de acciones intimidatorias y persecución, creando un clima de temor entre aquellos que podrían revelar la verdad.
Otro aspecto preocupante que denunció es la realización de operaciones de contrainteligencia sin una misión de trabajo legítima. Esto sugiere que la red criminal está llevando a cabo actividades ilegales e injustificadas, poniendo en riesgo la seguridad nacional.
La denuncia también apunta que la red criminal responde directamente a funcionarios del Ministerio de Defensa que no tienen funciones de receptores autorizados de inteligencia. Esto plantea serias interrogantes sobre la legalidad y legitimidad de las órdenes que reciben y ejecutan.
También destaca que los traslados, inspecciones del Ejército y presiones son utilizados como herramientas para perseguir y presionar a aquellos que podrían representar una amenaza para la red criminal. Estas tácticas cuestionables subrayan la urgencia de abordar la situación y restaurar la integridad de la institución militar.
El mayor (r) Castillo destapa que los traslados de inteligencia y contrainteligencia son manipulados por el Ministerio de Defensa. Esta revelación propone una conexión más amplia entre la red criminal y las altas esferas del Gobierno, generando dudas sobre la efectividad de las investigaciones internas.
La denuncia culmina con la revelación de que la red criminal arma organigramas, cuadros de contactos y carpetas para fabricar ejecuciones extrajudiciales, mal llamadas ‘falsos positivos’, de contrainteligencia. Este preocupante hallazgo plantea interrogantes sobre la veracidad de muchas de las operaciones llevadas a cabo por la institución.
Estos son los seguimientos ilegales al profesor de inglés
La revista Semana destapó un escándalo de seguimientos ilegales que involucra al general Luis Mauricio Ospina, a través del testimonio del profesor de inglés Leonardo Colmenares. El docente, que imparte clases a militares, incluida la esposa del general, afirma ser víctima de seguimientos como consecuencia de su relación de amistad con ella.
Según el testimonio recopilado por el medio en mención, Colmenares habría sido objeto de una vigilancia exhaustiva, llevada a cabo por la contrainteligencia del Ejército, en el Cantón Norte.
En respuesta a estas acusaciones, Colmenares expresó su indignación: “Utilizar la contrainteligencia del Ejército para hacerle seguimiento a una persona que no ha hecho nada no tiene palabras”.
El general Luis Mauricio Ospina, comandante señalado en este escándalo, emitió declaraciones en las que admite haber solicitado información sobre la identidad de Colmenares; sin embargo, Ospina niega haber ordenado seguimientos ilegales y asegura que son sus subalternos quienes determinan las acciones de inteligencia. Además, rechazó cualquier insinuación de que estos procedimientos estuvieran motivados por asuntos de celos, desmintiendo así cualquier conexión personal con los seguimientos.