En Puerto Nare, un tranquilo pueblo colombiano ubicado en el corazón de Antioquia, se ha desarrollado una modalidad de robo tan inusual como sorprendente. Los delincuentes locales han perfeccionado la artimaña de hacerse pasar por chamanes, aprovechando las creencias arraigadas en las fuerzas del más allá, para cometer robos millonarios de dinero y joyas a sus incautas víctimas.
En lugar de armas de fuego o cuchillos, los falsos chamanes utilizan trucos de purificación y rituales, convenciendo a las personas de que pueden multiplicar su fortuna o protegerla de cualquier mal y peligro. Esta modalidad de robo se ha convertido en la más recurrente en Puerto Nare, donde la inseguridad no es sinónimo de armas o robos violentos, sino todo lo contrario: parecieran estar autorizados por la misma comunidad.
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Un caso que ha llamado la atención de la comunidad ocurrió a finales de septiembre de 2023, cuando un candidato al Concejo del municipio resultó ser la más reciente víctima de esta modalidad de engaño. Tres hombres se hicieron pasar por chamanes infalibles y prometieron multiplicar los $69 millones que el candidato les entregó, con el propósito de tomar ventaja sobre sus contrincantes políticos.
Según se conoció, el contacto se estableció a través de las redes sociales, y el truco consistió en sumergir los billetes en un tanque, realizar ofrendas a dioses de la prosperidad y, mientras la víctima les rezaba, los falsos santeros intentaron escapar con la fortuna del político.
“Empezó a ver comportamientos extraños y de cuando fue a ver este recipiente, se dio cuenta de que le habían robado. De una llamó a la Policía y estos se comunicaron con unos militares que estaban en una empresa y lograron capturarlos. Si no se da cuenta rápido y ellos llegan a la autopista (Medellín-Bogotá), no logra recuperar la plata”, comentó uno de los habitantes de Puerto Nare en diálogo con El Colombiano.
Sin embargo, este no es un caso aislado. Las autoridades locales confirmaron que entre 2021 y 2023 han recibido al menos 15 denuncias por hurto en Puerto Nare, y en la mayoría de ellos no se utilizaron armas de fuego ni elementos contundentes, por el contrario, el predominante fue el uso de tácticas chamánicas y de santería para arrebatar de sus pertenencias a los incautos del municipio.
Pero más allá de las ajustadas estadísticas, la comunidad del recóndito municipio suele contar numerosas anécdotas sobre este tipo de robos, que parecen formar parte de las tradiciones de los habitantes de la zona. Por ejemplo, una mujer encontró la palabra “bruja” escrita en la fachada de su casa, y un hombre se le acercó sin armas, convenciéndola de que debía entregar su cadena de oro porque contenía una maldición. Con esos argumentos supersticiosos sobre las joyas “embrujadas”, el falso chamán persuadió a la víctima para que le entregara la cadena de oro, valorada en seis millones de pesos, y luego desapareció con ella.
En otro relato obtenido por El Colombiano, una mujer residente en la zona urbana fue persuadida por un hombre que se hacía pasar por chamán para realizar un “conjuro” que multiplicaría el valor de sus joyas. La mujer metió todas sus joyas en una bolsa, rezó durante varios minutos y, al abrir la bolsa, descubrió que había sido víctima de un robo. El falso chamán se había llevado todas sus pertenencias valiosas y dejado solo cenizas y papel periódico en su lugar.
“¡Échele oído! Resulta que a una señora le dijo esta persona que le iba a hacer un conjuro para multiplicarle las joyas y que la tenía que llevar a la iglesia. En ese momento le dijo que metiera todas las joyas, anillos, cadenas y demás, en una bolsa para hacerle un conjuro. Después de eso, le dijo que rezara por varios minutos para que se le hiciera el milagrito”, comentó uno de los locales.
A pesar de que la comunidad de Puerto Nare se ha vuelto más consciente de esta modalidad de robo, las cifras de hurtos siguen siendo preocupantes. Las autoridades locales mantienen sus esfuerzos por instar a los residentes a estar alerta y a no caer en la trampa de los falsos chamanes que utilizan la brujería como medio para cometer sus fechorías.