Roberto Altamar, como es su nombre real, se convirtió en la esperanza de los más vulnerables. En Barranquilla, donde le dicen el ‘ángel’ por haberles permitido moverse de nuevo.
Roberto solo figura con un apellido en su documento de identidad. Cuenta que cuando tenía 45 años de edad conoció por primera vez a su papá. No obstante, lamenta haber crecido sin su presencia. “Con mi carrera artística como Ojitos Show le colaboraba a varias Fundaciones. Me enamoré de las obras sociales que realizábamos cada día”.
Si bien creció solo con su madre, está seguro de que con ella tuvo el amor suficiente, pues ella los sacó a él y a sus siete hermanos adelante. Tan grande fue el amor con el que creció que este se ve reflejado en los gestos que ahora el payaso Ojitos Show realiza en favor de los más vulnerables. Él hace labores sociales, saca sonrisas y gracias a las habilidades que adquirió logra reparar sillas de ruedas, caminadoras y muletas.
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“Con mi carrera artística como Ojitos Show, le colaboraba a varias Fundaciones. Me enamoré de las obras sociales que realizábamos cada día. En la iglesia donde me congrego, los pastores me decían ‘Robert, si tú eres el personaje central de la Fundación donde estás, ¿Por qué no formas tu propia Fundación?’ Ahí se me vino la idea, me reuní con mi grupo de trabajo y formamos la Fundación Ojitos con Amor”, dice con nostalgia y orgullo Altamar.
Hace más o menos seis años, Ojitos Show se encontraba haciendo su mejor trabajo sacar sonrisas, en ese momento un miembro de la Policía se le acercó y le dio la idea de montar un proyecto en el que se realizara la reparación de sillas de ruedas y otros recursos que no son de fácil acceso para las personas con discapacidad.