El doping es una sombra que siempre ha estado presente en el deporte colombiano. Con mayor o menor intensidad en distintos momentos, pero es un fenómeno al que el país no es ajeno frente a lo que sucede en el resto del mundo. Según información oficial de la Federación Colombiana de Ciclismo (FCC), actualmente hay 27 ciclistas, en todas las modalidades, que se encuentran pagando sanciones por uso de sustancias prohibidas.
Pero no es el único deporte que atraviesa esta clase de problemas, pues previo a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (celebrados en 2021) se sancionó a tres pesistas nacionales tras dar positivo por boldenona, un esteroide anabólico que se utiliza en el ganado para que su carne sea más robusta, y es de uso frecuente en el fisicoculturismo.
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En el pódcast Historias secretas de Alejandro Pino Calad, se abordó la actualidad sobre el doping en Colombia en el capítulo del 24 de octubre. Allí, el periodista comentó inicialmente que en 2017 la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) le negó los permisos al laboratorio que solía realizar las pruebas, ubicado en el Centro de Alto Rendimiento de Bogotá, debido a que exige que sea una entidad independiente del Gobierno nacional y actualmente es administrado por la Universidad Nacional.
Pino Calad invitó a Andrés Charria, reconocido abogado deportivo que representó a Nairo Quintana ante el Tribunal de Arbitramento Deportivo (TAS) cuando fue descalificado del Tour de Francia 2022 por supuesto consumo de tramadol. Años atrás también representó a Maria Luisa Calle cuando a la ciclista se le retiró la medalla de bronce ganada en Atenas 2004 tras dar positivo por heptaminol, logrando que se le devolviera la presea.
El licenciado explicó en principio cómo se realizan actualmente los controles de dopaje en Colombia desde que la AMA le retiró el reconocimiento al laboratorio en Bogotá. Según su concepto, actualmente se hacen menos controles de dopaje debido a los costos, pues actualmente las pruebas se deben enviar a laboratorios en Estados Unidos en vez de hacerlos en suelo colombiano, donde se cuentan con los equipos necesarios y estarían en disposición de dar los resultados de manera más ágil y más económica para las distintas federaciones deportivas.
Posteriormente, Charria hizo un esfuerzo por desmitificar algunas ideas preconcebidas sobre el dopaje, en particular en lo relacionado con el fútbol. Si bien reconoció que los controles eran más aleatorios por la cantidad de jugadores entre titulares y suplentes que estaban involucrados, indicó que eso no hacía que el deporte fuera “una mata de dopaje”. “No creo que ningún deporte esté limpio. Pero si no me controlan, yo trato de mejorar. Al final es plata ¿no? Si a mi me va mejor, me pagan más. Es una ecuación que cualquier deportista sensato hace: cuanto arriesgo y cuanto gano”, indicó.
Por otra parte, manifestó que no sentía confianza alrededor de toda la noción de los controles antidopaje, iniciada en los años 60. “Un sistema que durante 10 años no se dio cuenta que (Lance) Armstrong no se dopaba, no sirve”. De igual manera, Charria se mostró crítico con la aplicación de las sanciones, a propósito del caso de Miguel Amador, maratonista bogotano que dio positivo por EPO durante un control de dopaje en el Grand Prix Internacional “Valle Oro Puro” en Cali y al que el abogado representó:
“Acá sancionan por sancionar. Como tenemos la fiebre de los falsos positivos, acá cualquier deportista que huela mal lo sancionan. Miguel salió positivo, pagó una sanción, empezó a competir y le dijeron ‘es que AMA apeló, le subimos la sanción’. Entonces preguntamos ‘¿Cómo así que apeló? ¿Cuando notificaron al deportista?’. Empezamos a preguntar y resulta que AMA apeló 11 meses después y no presentó pruebas. Un deportista tiene 20 días. Acá resolvieron decir ‘si apeló AMA lo vamos a sancionar’. Eso no es tan sencillo”
Eso llevó a Charria a señalar que existe “una ignorancia total” alrededor del dopaje en Colombia. “No todos los dopajes son voluntarios o mejoran el rendimiento (...) que un deportista salga positivo y por eso sea un tramposo me parece un poco atrevido, pero es que nadie sabe nada. Lo único que saben es sancionar”, lo que le llevó a mencionar que muchos positivos se dan tras detectarse boldenona en sus organismos, que usualmente aparece allí por la ingesta de carne, tal y como ocurrió con el tenista Robert Farah a inicios de 2023. Por otra parte, y sin mencionar nombres, el abogado habló del lado más turbio del dopaje en el país. “Hay una federación que por 40 millones de pesos le borra un positivo. Me lo dijo un deportista hace cinco días”, declaró.
Charria hizo hincapié en la falta de educación en Colombia alrededor de las sustancias para mejorar el rendimiento, señalando que incluso ha llegado a regalar cursos relacionados con el tema a las distintas federaciones deportivas, pero ha recibido negativas. “Me dicen, ‘no los hacemos porque se van a dopar más’”, indicó. Para dejar claro su punto, señaló que estas sustancias se pueden conseguir de manera muy sencilla por parte de cualquier ciudadano:
“Hay medicamentos dopantes que se venden sin fórmula en una droguería (...) Uno dice ‘¿Usted sabe que hay sustancias que se llaman estimulantes y otras metabloqueadoras que no puede consumir?’ Le dicen ‘no, no tengo ni idea’ ¿Quien sabe? Nairo, supongo que Falcao, los atletas de alto rendimiento. Tres o cuatro. De resto, hay una ignorancia supina”