Tras conocer que un juez redujo la condena de Paul Naranjo y Julián Ortegón –de 41 años y seis meses a 33 años y tres meses en prisión– y eliminó el delito de feminicidio de su prontuario criminal, Nidia Romero regresó al país para exigir justicia en el caso de su hija, Ana María Castro.
“Me tocó iniciar una lucha solo porque a la justicia se le dio por decir que no había feminicidio, cuando está más que comprobado. Yo invito a la ciudadanía a que me ayuden, porque no es solo el caso de Ana María. Alzo la voz por ella y por otras mujeres, por tanta impunidad que hay en este país”, lamentó en entrevista para el matutino de Arriba Bogotá.
Y, en la tarde del martes (24 de octubre), realizó un plantón frente al búnker de la Fiscalía, en compañía de amigos, familiares y quienes siguieron de cerca el caso, acompañando a la familia en su dolor.
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Según ella “se echó para atrás todo, incluso, yo digo que el dolor se renovó también. Es empezar de cero, pero con la mejor disposición, con fuerza. El dolor lo convierto en fuerza y toca seguir acá en la lucha, por ella y por tantas”.
Más limón en la herida de un caso tan extenso como mediático:
Tras 21 meses de investigación y un juicio con versiones confusas y verdades a medias, finalmente, en diciembre del 2021, la juez 42 del circuito de Bogotá condenó a Paul Naranjo Calvo y Julián Ortegón por la muerte de Ana María, bajo el delito de feminicidio agravado.
Según la conclusión del fiscal que llevó el caso: “Paul Naranjo y Julián Ortegón cometieron el punible de feminicidio agravado contra la humanidad de Ana María Castro, afirmación a la que se llega con fundamento en las evidencias, el material sensible de prueba, la información legalmente obtenida y debatida en esta vista pública (…) ha quedado demostrado de manera concluyente y va más allá de toda duda razonable (…) los señores Paul Naranjo y Julián Ortegón fueron quienes actuaron de manera directa en la comisión del delito de feminicidio agravado en contra de la joven Ana María Castro, el día 5 de marzo de 2020″.
Esa noche, tras seis meses de amistad con la joven estudiante, se sumaron a su grupo de amigos en el bar Plaza México, ubicado en la calle 116 con 19. Cuando Ana María ya no podía sostenerse en pie, la invitaron junto a uno de sus conocidos (Mateo Reyes) a “continuar la fiesta” en el apartamento de Ortegón. Ambos aceptaron, a pesar de que, una amiga cercana se mostró en desacuerdo. Pero, por el camino, Naranjo los vio besándose y los bajó a ambos del carro, aunque, en momentos diferentes.
A Reyes lo sacaron a patadas, pero a Ana María la retuvieron, hasta que, a la altura de la avenida 68 con calle 80, la aventaron del vehículo, aún en movimiento. O, al menos, esa es la conclusión a la que habría llegado la Fiscalía.
“A las 2:23 a. m. del 5 de marzo del 2020, Ana María Castro, de 21 años de edad, llegó al hospital Simón Bolívar, de Usaquén, con un trauma craneoencefálico severo, asociado a un edema cerebral con hemorragia. Además de esto, se le detectó una fractura en la base del cráneo que, en conjunto, le produjo la muerte tres horas después”, se lee en el informe de Medicina Legal.
Según expertos, existe evidencia de que, antes de ser arrojada, Ana María estuvo forcejeando con otra persona y, con sus propios recursos, Nidia Descubrió que Paul Naranjo habría estado involucrado en otro asesinato, cuando aún era menor de edad:
“Ya me cansé de que no respeten la memoria de mi hija. Yo también tengo información relevante del pasado de Paul Naranjo”, comentó en una entrevista para El Tiempo.