Bogotá es una capital que crece cada vez más. Actualmente, la ciudad tiene 7.91 habitantes, de estos 4.12 son mujeres y 3.79 son hombres, según datos del censo poblacional del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane).
Cifras de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (Uaesp) revelan que actualmente se encuentran inscritos 25.602 recicladores y en el Registro Único de Organizaciones de Recicladores (Ruro) existen 278 organizaciones registradas, pero muchos de los ciudadanos que se dedican a este tipo de labores no están incluidos en los datos del Distrito.
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Shaira y Antonio hacen parte de ese número ‘invisible’ que recorre una de las localidades de Bogotá en busca de su sustento diario. Esta pareja lleva dos años luchando en las calles bogotanas, recolectando y separando elementos desechables, haciendo amigos y vecinos por doquier.
Ambos comparten un destino similar, aunque sus historias se cruzaron sin planearlo. Sin embargo, en este relato, los protagonistas no son dos, sino tres.
La primera de ellas es Shaira, que desde muy temprana edad luchó para educarse. Aunque sus padres le inculcaron desde siempre la importancia de formarse académicamente, no pudieron terminar de pagarle el bachillerato por las carencias económicas a las que se enfrentaban, pero esta mujer decidió luchar y seguir adelante ante las adversidades de la vida, y trabajaba y estudiaba. Poco a poco busca convertirse en profesional.
Con el paso de los años, comenzó a ejercer la carrera de enfermería y trabajaba, en sus propias palabras, “más de lo que debía”. Por un giro del destino, durante la temporada de la pandemia, sufrió un accidente de tránsito que la dejó con graves secuelas de salud. A la fecha, los médicos le anunciaron que no volvería a caminar debido al impacto del incidente, que la dejaría postrada en una cama.
Pero esta luchadora no se rindió ante el pronóstico y emprendió un arduo camino para recuperar el movimiento de sus extremidades inferiores. Con la fe que le inculcaron sus padres cristianos desde temprana edad, esta mujer comenzó a ejercitarse en su hogar para no perder la esperanza de recuperar el movimiento de sus piernas: “Hoy en día tengo músculo, porque antes esto eran solo huesos, pura osamenta”.
En su búsqueda laboral y en vista de los retos a los que se enfrentó al ser discapacitada, conoció a un hombre que, al igual que ella, tenía una historia propia que era compleja. Se trata de Antonio, un hombre migrante que se vio en la necesidad de dormir en las calles cuando llegó a Colombia y a quien por un largo tiempo nadie le permitió trabajar por los estereotipos de los ciudadanos del vecino país.
“(...) Yo pasé mucho trabajo, yo sufrí mucho porque nadie me daba trabajo. Claro sí tengo tengo 3 hermanas mías acá que ya se vinieron primero que yo, pero yo no sabía dónde vivían ellas entonces yo yo duré casi 40 días en la calle pero es por el sufrimiento porque no conseguía trabajo’”, explicó.
‘’Dure 40 días en la calle y en esos 40 días y 40 noches en la calle me salió un señor que me dijo que que si podía cargar una una bolsa de plátano yo dije bueno como no’', agregó el hombre.
Después de que un comerciante le brindara la oportunidad de cargar plátanos, el alegre ciudadano extranjero comenzó a ahorrar para comprar un triciclo. Poco a poco, se fue adentrando en el mundo del reciclaje.
Cuando estos dos personajes se vieron por primera vez, no imaginaron que uno sería el apoyo del otro. Sin embargo, debido al destino y tras trabajar juntos durante un tiempo, empezaron a enamorarse.
A pesar de las dificultades de Shaira para trabajar y de los problemas que Antonio enfrentó como ciudadano migrante, se embarcaron en la tarea de ganarse el sustento diario. Trabajan en la localidad número 10 de Bogotá, Engativá, recorriendo sus calles y al ritmo de la cumbia, alertan a sus vecinos de que es hora de entregarles el reciclaje del día.
Estos personajes inician su jornada alrededor de las 4:00 de la mañana, todos los días del año. Se trasladan hasta la localidad en la que trabajan, ya que residen en Chapinero desde hace un tiempo. Aproximadamente a las 6:30 de la mañana se desplazan hasta el centro de la ciudad, donde dejan la carreta de trabajo que compraron hace algún tiempo para facilitar sus tareas. Luego, comienzan su recorrido por los barrios del área.
Acompañados de su mascota de aventuras, ‘Chiqui’, que es la tercera protagonista de esta historia, se desplazan a toda velocidad recogiendo y separando los elementos que se encuentran en las calles. Sin embargo, este animal de compañía no es solo un perrito más. Valientemente, ayuda a su dueña a movilizarse durante los trayectos, comprendiendo las dificultades que enfrenta cualquier persona en situación de discapacidad al transitar por Bogotá.
Según su relato para Infobae Colombia, los mejores días para separar los artículos son los lunes, miércoles y viernes, que pasa la basura; pero igual todos los días se dan a la tarea de buscar los elementos que puedan vender, este trío recorre cuatro veces los mismos barrios y en estos los comerciantes se encargan de guardarles los elementos reciclables para que no tengan la necesidad de buscar en la basura, como lo hace un gran número de recicladores en el país.
‘‘Por ejemplo cuando el reciclaje está revuelto con basura, no sé bueno yo en mi caso, yo no riego basura yo llego y separo el material’', comentó Antonio.
Después de realizar cada uno de sus recorridos, regresan hasta ‘su oficina’ que es una de las calles de la localidad y comienzan a clasifican el material en lonas, separando plástico, bolsas, aluminio, latas, cajas, incluso recogen la ropa que está en buen estado para luego ponerla a la venta en grupos de redes sociales ya que estamos en vísperas navideñas es una estrategia que cuida el bolsillo.
“Es diferente por decir un globo de cristal, de soplado, una lona de la de aluminio, una lona de archivo, que son los elementos más importantes y esos son los que más pagan’', comentó Antonio.
Adicionalmente, mencionó cuáles son los precios promedio que se manejan a la hora de vender los productos: ‘‘El precio de este plástico el kilo lo están pagando a $400, este plástico que es de colores a nosotros nos dicen que es plástico sucio pero es reciclable este tipo de plástico está en $250 el kilo (...)’'.
También mencionaron que venden sus productos en diferentes lugares ‘’Chatarrería la ribera; una de acá de Villas del Dorado se llama Tercer Milenio; Corpo reciclaje, más abajo hay una recicladora que se llama Tonetto, en fin reciclaje lo llevamos en diferentes chatarrerías’'.
Otro de los aspectos que los diferencian de sus compañeros recicladores es que no venden sus productos todos lo días, sino que van recolectando poco a poco y en el día 20 de cada mes revisan el material que dejan en la bodega para llevarlo hasta los centros que mencionaron. Aunque algunos productos como los cartones de huevos, el periódico, se venden cada tres días por la cantidad que se recolecta ‘‘pero no da mucho lo que da son como $20.000 o $35.000′'.
Además de los desafíos a los que se enfrenta esta pareja a diario, relataron que han tenido dificultades para recibir sus documentos para trabajar y los uniformes que proporciona la Uaesp. A pesar de haber seguido los pasos necesarios para formalizarse, Shaira ha tenido problemas de salud al momento de ser visitada por los funcionarios de la Unidad de Servicios Públicos.
En esta línea de ideas, Diana Olaya Torres, de la UAESP, comentó en entrevista para Infobae Colombia que hasta el momento la entidad ha entregado más de 128.000 uniformes e impermeables a los recicladores que están inscritos en el Registro Único de Recicladores de Oficio, así como carnés ‘‘con el propósito de identificarlos, protegerlos y fortalecer las condiciones de vida de esta población’'.
También, “entregamos más de 190 de kit de ofimática compuesto por computador e impresora, a las organizaciones de recicladores registradas a diciembre de 2022, para fortalecer sus procesos administrativos (...) Abrimos ocho Centros Transitorios de Cuidado al Carretero en donde los recicladores de manera ordenada y segura hacen la separación de materiales aprovechables como plástico, cartón, papel y vidrio”.
Al cierre de sus intervenciones, la pareja de recicladores solicitó a la ciudadanía incentivar el reciclaje desde los hogares para facilitar el trabajo que realizan ellos y un gran número de ciudadanos a lo largo y ancho de la capital del país.
‘‘Clasificar es lo bonito, claro yo no tengo ningún problema, a los que me dan el reciclaje a los que me conocen bueno no importa yo le sigo recogiendo igualito. Pero yo le recomiendo a las personas por lo menos en los trabajos, en los hogares eso no cuesta nada’'.