Cansado de una vida marcada por el abuso de sustancias, Brayan Urrea decidió ingresarse la segunda semana de octubre de 2023 a un centro de rehabilitación. Contó con el apoyo de su familia y especialmente el de su madre, a quien no se cansa de pedirle perdón por “hacerla sentir mal, hacerla sufrir cuando consumía”, al igual que a las personas que hizo daño en la calle “al no medir las consecuencias” de su consumo.
Durante varios años estuvo sumido en las drogas y en la delincuencia. Un estilo de vida que dejó marcas, no solo en su personalidad, sino también en su cuerpo. La más visible, probablemente, sea la de su cabeza. Y es que, a simple vista, podría decirse que le falta media.
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Él lo describe como “problemas de liberes y todo eso, y me han dado también, me han dado en la cabeza, con pistola (…) tengo que, en cualquier momento ir a unas citas para que en cirugía me coloquen una prótesis frontal”.
Así lo habría constatado en uno de sus más recientes videos el creador de contenido de tipo social ChiquiVlogger, al visitar la fundación caleña Juan Franco, quien describe a Brayan Urrea como “un ser humano maravilloso que dejó hace muchos años de consumir (estupefacientes) y se dedicó a ayudar jóvenes con este tipo de problemas, gente que termina en las calles o aún peor”.
A pesar de causar impresión a la vista, Brayan no siente dolor alguno, y tras dos años conviviendo con su nueva apariencia ha empezado a reconciliarse con la idea de mostrarse en público sin vergüenza, a pesar de que, en todo momento, lleva una gorra.
Para ganarse la vida aprendió el oficio de soldar: puertas, ventanas, rejas, pero más que nada estructuras metálicas, con las que sabre trabajar de manera fluida y espera dar un giro de 180 grados o, en otras palabras, cambiar de rumbo, antes de que sea demasiado tarde.
A quienes dudan o no creen en la redención y posterior reinserción de quienes han tenido problemas con las drogas les dice que, al menos, con él no hay de que preocuparse. Quienes decidieron ayudarlo “no están perdiendo el tiempo conmigo y, antes quiero darle gracias a mi madre y a mí mismo, también, porque (el cambio) va en uno mismo. Si uno quiere, se puede, pero si uno no quiere, no hay manera de que funcione. (Quiero) Cada día ser mejor persona y volver a ser sociable en las calles, pero bien”.
Bien dijo en medio de una de sus intervenciones el célebre ChiquiVlogger: “No es fácil, aparte de que está reconociendo que ha tenido baches en la vida, un mal comportamiento, quiere resarcir, quiere volver a ser parte de una sociedad digna, trabajar, ayudar a los demás (…) esa es la idea, poder ayudar a otras personas a salir de ese difícil mundo”.
Los mensajes que ha recibido desde que decidió compartir su historia con el mundo son, en su mayoría, de apoyo y admiración, a excepción de unos pocos que, a través de perfiles falsos –también conocidos como “trols”– se burlan de la forma que tiene su cabeza.
Pero, sin duda, son muchos más los que creen en su mensaje, ese de “ser cada día mejor persona y no consumir más, la consumidera no deja nada bueno. Eso no es vida”, y menos en un país marcado por el narcotráfico, pese a que, la última Encuesta Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas (ENCSPA), revela que solo el 10% de las personas entre los 12 y 65 años han llegado a consumir sustancias ilícitas.