El Gobierno de Gustavo Petro dio estatus político a las disidencias de las Farc comandadas por Iván Mordisco, denominadas como ‘Estado Mayor Central’ (EMC), para facilitar su inclusión en la política de la Paz Total y bajo la presunción de que se trata de un grupo armado homogéneo, con una jerarquía establecida y un componente político.
Pero un informe entregado por la Fundación Ideas para la Paz (FIP), que fue conocido por el diario El Espectador, indicó que esa no sería la realidad de esas disidencias. De hecho, los atentados de ese grupo armado, los incumplimientos de los acuerdos pactados y lo sucedido el 8 de octubre pasado en Tibú, Norte de Santander, cuando se tuvo que posponer la instalación de la mesa de negociaciones, sería una muestra de eso.
En su informe titulado “El proyecto Estado Mayor Central: un intento de unificación disidente”, la FIP indica que el grupo armado tiene sus orígenes incluso antes de que se firmara la paz con las antiguas Farc, en noviembre de 2016. A medidos de ese año, varios mandos de la antigua guerrilla se apartaron de la negociación, como Gentil Duarte (murió en 2022), Iván Mordisco y Calarcá.
“Estos mandos empezaron a conformar estructuras disidentes en el sur del Meta, Guaviare y Caquetá, y hoy son unas de las estructuras más fuertes y consolidadas del EMC. A estas se sumaron también mandos y excombatientes que, por múltiples razones, se desmovilizaron y luego se rearmaron”, se lee en el informe.
Entre 2018 y 2021, Gentil Duarte e Iván Mordisco comenzaron a enviar emisarios a varias zonas como parte de un proyecto de unificación de disidencias, con lo que lograron absorber a 27 de 40 de esos grupos que surgieron durante las negociaciones de paz. Hoy, a pesar de que el EMC esté lejos de alcanzar el poder que alguna vez tuvieron las Farc, es la disidencia más numerosa y con más dominio territorial.
De acuerdo con cifras de la Fuerza Pública que fueron citadas por la FIP en su informe, las disidencias de Iván Mordisco tienen 3.545 integrantes, divididos en 2.186 en armas y 1.359 en las redes de apoyo.
Su presencia abarca a 173 municipios en 22 departamentos y se divide en cinco grandes bloques: El Occidental, que opera en Cauca, Valle, Nariño y algunas zonas del Tolima y Huila; el Bloque Oriental, que opera en Meta, Caquetá y Huila; el del Magdalena Medio, con presencia en el Catatumbo, sur de Bolívar, Bajo Cauca y norte de Antioquia; el Bloque Suroriental, desplegado en Guaviare, Vaupés, Putumayo, Caquetá y Amazonas, y el Comando Coordinador de Oriente, que está en Arauca, Casanare y el sur de Norte de Santander.
Pero a diferencia de las Farc, esta estructura armada no tendría un mando unificado ni una jerarquía vertical, como lo ha querido mostrar Iván Mordisco. Este sería el principal obstáculo para las negociaciones que pretende el Gobierno de Gustavo Petro. “Pese a que hoy esta facción disidente muestra una comunicación más uniforme hacia el exterior, y que Iván Mordisco quiere implementar una organización más vertical, pero con autonomía local, lo cierto es que aún no se ve una unidad de mando y control sobre todas las estructuras”, dice el informe.
Por ejemplo, los frentes del Cauca muestran cierta independencia de la estructura nacional, y para la FIP esto se debe a que los comandantes locales no tienen suficientes incentivos para subordinarse a los mandos nacionales, “debido a que gran parte de estas estructuras se fortalecieron económica y territorialmente sin tener lazos estrechos con un mando centralizado de orden nacional”.
A eso se suma que el grupo tendría muchos comandantes jóvenes con un adoctrinamiento político menor, pues tras las muertes de varias cabecillas como Gentil Duarte, Rodrigo Cadete y Euclides Mora, solo quedan Iván Mordisco y Calarcá como líderes con trayectoria y de peso. “Estos mandos son cada vez más pragmáticos y trabajan más por los beneficios que puedan encontrar que por una afinidad política o ideológica con un grupo”, dice el documento.
En cuanto a sus objetivos, el EMC no busca la toma del poder a través de las armas, como alguna vez lo buscaron las Farc, sino cooptar el poder a escala local y controlar sus economías. “Los atentados contra la fuerza pública se realizan bajo una lógica de oportunidad, disuasión y retaliación, más no de guerra de posiciones”, agrega el informe.
Por eso, para la FIP hay dudas sobre cuál será la agenda temática que abordará el Gobierno con las disidencias. Por lo pronto, aquella organización cree que lo más importante es que el Gobierno comience a “tomar decisiones sobre qué tanto abarcará esta mesa y, de manera gradual, analizar si es conveniente colocar a la política pública y la estructura del Estado en múltiples tableros de negociación”.