En un nuevo video, el creador de contenido bogotano Jose Ramírez (R1), reconocido por documentar experiencias populares y “ponerse en los zapatos” de los menos favorecidos visitó el nuevo Bronx, que estaría formándose en el sector del Ricaurte.
Junto a la descripción: “Pase una noche en el nuevo Bronx del Ricaurte, el infierno en Bogotá” decidió aventurarse en una de las ollas más peligrosas de la ciudad, en la que, según dijo, se encontró “desde cosas muy curiosas hasta cosas muy turbias”.
E, incluso exploró el alcantarillado en el que algunos delincuentes y habitantes de calle suelen esconderse de la Policía, pero, antes de llegar al nuevo Bronx, se encontró con su grupo de amigos que, como es usual, lo acompañan en cada travesía. Aunque, esta vez, decidieron incluir a un nuevo integrante: un guardia de seguridad que cuidara de todos mientras recorrían el sector.
“El puente que queda por el Ricaurte, más que todo, es reconocido porque se ha vuelto como un tipo de olla, la inseguridad y los robos han aumentado demasiado. Y se puede considerar como una parte del Bronx que estaba, anteriormente, acá en Bogotá; ya que se ha vuelto también un expendio de drogas masivo. Es muy peligroso pasar en la noche”, se escucha decir al bogotano, justo antes de adentrarse en el caño.
Al llegar, el lugar parecía desolado, pero no tardaron en aparecer algunos habitantes de calle, que les advirtieron que no podían ingresar sin tener el permiso de un hombre a quien todos se refrían como “el negro”.
Tras ese primer encuentro comenzaron a irse, argumentando que en cualquier momento podría llegar la Policía y decomisar el reciclaje que estuvieron acumulando durante el día para canjear por algo de dinero. Su relación con las autoridades consiste, básicamente, en evitarse al máximo posible.
Pero volvieron a deambular por el centro luego de que la administración de Enrique Peñalosa desmantelara el Bronx –sucesor de El Cartucho– en 2016, con una operación de la que participaron Ejército y policía.
“Se creía que ya habíamos acabado con esa problemática, pero, en realidad, se trasladaron (…) bajo el puente es una zona pesada, está lleno de habitantes de calle y se siente el ambiente pesado, la inseguridad acá es densa y, la verdad, el lugar no parece prestarse para nada bueno de noche”, detalló el bogotano.
No están solos. De hecho, se consideran una familia que pasa por una situación difícil, pero, incluso, han encontrado la manera de protegerse cuando llega la temporada de lluvias y su hogar, entre tubos y canaletas se inunda:
“Duermen con llantas de carro para no ahogarse cuando viene la avalancha. La avalancha es cuando llueve y el caño se crece y algunos, estando ahí abajo, no alcanzan a salir y se ahogan”, como ocurrió hace unos años con un habitante de calle que murió al ser sorprendido por la corriente, mientras descansaba.
Fronteras invisibles
Una joven mujer, bajo los efectos de alguna sustancia, decidió a acompañarlos y darles un recorrido por la zona. Les dijo que viven en una situación tan precaria que se pelean con las ratas por los desperdicios de comida y que utilizan las colillas de cigarrillo hasta que, prácticamente, se queman los dedos.
Aunque la venta de esta y otras sustancias es bien remunerada. Por ejemplo, una caja de cigarrillos que en la tienda puede conseguirse por 3.000 pesos, bajo el puente, por unidad, puede dejar hasta 20.000. Los caños y grandes tuberías son su refugio. Además, “estos túneles se utilizan para esconderse, cuando roban o quieren evadir la ley se meten por ahí e, incluso, están conectados entré sí de vez en cuando”. Motivo por el que decidieron explorarlo hasta encontrarse con un pozo de agua gigantesco en el fondo, “ni la policía se atrae a meterse a esos lugares”.
Y es que “la verdad, si da miedo, es bastante inseguro y se siente algo de tensión cuando salen los habitantes de calle. Esto se presta para muchas situaciones: escondites, robo, drogadicción (…) es un mundo berraco”. Y su guía bien lo sabía; ya que, desde cierto punto decidió no acompañarlos más.
Según Carlos Andrés Rodriguez, edil de puente Aranda y aspirante al Concejo “el problema es que esta población no recibe un aporte institucional de las autoridades correspondientes. Hay hogares de paso en los que los bañan o les dan alimentación, pero no se les da un tratamiento psicológico o en salud, para que ellos puedan ser resocializados y sean parte de la solución, no del problema, en este inframundo de la noche”.