En el remoto municipio de El Plateado, ubicado en la zona rural de Argelia, en el departamento del Cauca, un reciente giro en los acontecimientos ha dado lugar a un nuevo capítulo en la larga lucha del gobierno colombiano contra las disidencias de las Farc.
La Operación Trueno, una campaña militar destinada a recuperar el control de esta región estratégica para el narcotráfico, ha sido interrumpida por una orden de cese bilateral al fuego entre el Estado Mayor Central de las disidencias de las Farc y el gobierno. Este acuerdo bilateral ha dejado a muchos preguntándose sobre el futuro de El Plateado y la región circundante.
La Operación Trueno, que ha mantenido a las Fuerzas Militares durante cinco intensos meses, se centró en tomar el control de los cinco puntos estratégicos del Cañón del Micay: La Ceiba, Las Vegas, La Balastrera, el Pinche y, quizás, el más importante, El Plateado.
Esta región ha sido históricamente dominada por el Estado Mayor Central de las Farc, lo que ha tenido consecuencias significativas en la producción de café, cacao y la vida de los campesinos e indígenas locales, que se han visto obligados a cultivar coca y marihuana.
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Según la revista Cambio, la operación fue un esfuerzo considerable, que incluyó la captura de 20 miembros del frente Carlos Patiño, la recuperación de menores de edad reclutados ilegalmente, la desactivación de minas antipersonales y campos minados, y la incautación de armas y equipos de comunicación esenciales para los grupos ilegales. Más de 30 combates han demostrado la intensidad de esta operación, con dos militares muertos y 35 heridos.
Sin embargo, la orden de cese al fuego ha puesto fin temporalmente a la ofensiva. Aunque esto no significa que las Fuerzas Militares se retiren de la zona, sino que cambiarán su enfoque de operativo ofensivo a ocupación para garantizar la seguridad de la población civil y cerrar las rutas del narcotráfico. Esta nueva estrategia forma parte del Plan Democracia, que busca aumentar la presencia de la fuerza pública en todo el Cauca para garantizar la seguridad en las elecciones y la tranquilidad en la región.
Un aspecto positivo es que las comunidades locales confían más en los organismos estatales, lo que ha facilitado las operaciones militares contra las estructuras criminales, como el frente Carlos Patiño de las disidencias de las Farc. Sin embargo, la región todavía experimenta una tensa calma, y la interacción entre las disidencias y los uniformados, según registro Cambio, es lo que determinará el éxito en el cese al fuego bilateral y Operación Trueno.
Entre tanto, la historia del Cañón del Micay es compleja. Durante décadas, esta región ha estado bajo el dominio de grupos guerrilleros, primero el frente sexto de las Farc y luego la columna Carlos Patiño de las disidencias.
El cultivo de coca es la principal fuente de ingresos en la zona, con miles de hectáreas destinadas a la producción de esta droga. La comunidad local estima que se mueven entre 3.000 y 6.000 kilos de cocaína al mes, generando miles de millones de pesos en impuestos para las estructuras criminales.
La actual situación en el Cañón del Micay plantea desafíos significativos, pues la fuerza pública debe cumplir su papel constitucional, mientras que las disidencias deben demostrar su compromiso de no atacar a los uniformados. La confianza es frágil, pero es esencial para el éxito continuo de esta región.
El futuro de El Plateado y el Cañón del Micay es incierto, pero con una estrategia integral y la voluntad de ambas partes, existe la posibilidad de avanzar hacia una paz duradera en una de las zonas más conflictivas de Colombia, según informó Cambio.