Abrebocas del primer capítulo del libro sobre los niños perdidos en el Amazonas

El periodista Daniel Coronell se dio a la tarea de relatar los pormenores de la vida de los cuatro menores antes del accidente aéreo que los dejó cuarenta días incrustados en la selva amazónica

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Foto de referencia del hallazgo
Foto de referencia del hallazgo de los cuatro niños indígenas que se perdieron en la selva del Amazonas - crédito Jesús Aviles / Infobae.

La historia de cuatro hermanos indígenas perdidos en el Guaviare se ganó el corazón de los colombianos, su lucha para pasar cuarenta días en la selva parecía de película, el inclemente clima, los animales de la zona e incluso los carentes recursos para alimentarse los convirtieron en todos unos héroes.

Pero, el accidente que los llevó hasta este lugar no fue el único ‘infierno’ que los niños habían vivido en sus cortos años. Ejemplo de ello fue el testimonio dado por los abuelos de Lesly, la hermana mayor de trece años, quien estaba acostumbrada a una cotidianidad llena de gritos, groserías, y la combinación de las bebidas alcohólicas. Ella, junto a los otros protagonistas del accidente, Soleiny (de nueve años), Tien Noriel (de cuatro) y la bebé Cristin Nerimán escapaban de Miller Manuel Ranoque el padre y padrastro de los menores.

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Coronell compartió en la Revista Cambio un abrebocas de su nuevo libro “Los niños del Amazonas: 40 días perdidos en la selva” donde relata como los menores vivían en una casa vieja de tablas de una sola habitación, la cual estaba cubierta de hojas de palma amarradas con bejucos. La madre de los cuatro niños, Magdalena Mucutuy, se encargaba de armonizar esta vida con canciones, comida e historias de la selva –saberes que fueron muy bien aprendidos por los niños– y que los llevaron hasta su liberación.

El texto narra que meses atrás, Miller Manuel Ranoque había sido elegido gobernador, -máxima autoridad civil del resguardo-. Luego, viajó hasta la capital del país a inicios del mes de abril del 2023 y se llevó seis millones de pesos que pertenecían a la comunidad y que debían usarse para gestiones en Bogotá. El hombre habría regresado al resguardo sin ningún resultado y sin dinero, diciendo que había sido víctima de ladrones en la ciudad.

Luego llevó a otra mujer a su comunidad, aunque ya tenía una familia, y comentó su interés de tener dos esposas al tiempo. Aunque no llegó a hacerlo,despué de esto fueron aumentando poco a poco los maltratos contra Magdalena, entre tragos iba hasta la choza a insultarla y golpearla. Con este panorama, Lesly y sus hermanos escapaban hacia la selva.

Asimismo, en abril, Ranoque llegó nuevamente ebrio y correteó a los integrantes de su familia con un machete, aunque no alcanzó a los niños, se desquitó con su esposa Magdalena, la atacó a planazos y sus gritos se escucharon a lo largo y ancho del resguardo. Uno de los golpes de Ranoque contra su esposa fue en las vértebras cervicales, lo que podría haberle causado incluso una parálisis permanente.

Luego de lo sucedido, Magdalena Mucutuy fue a buscar a los ancianos del resguardo y al mostrarles cómo la había dejado su marido. Estos le dieron medicina y le frotaron la espalda con un ungüento anestésico preparado con raíces.

Después de que Magdalena recibiera atención, los mayores de su comunidad decidieron que el hombre debía pagar las consecuencias de sus acciones, por lo que lo retiraron de su posición de gobernador y lo castigaron según las normas de los huitotos. Ranoque debería tomar 200 mililitros de la combinación de tabaco y sal, si sobrevivía este cambiaría para siempre, siendo una persona pacífica y honesta. De no ser así, pagaría las faltas que había cometido con su vida.

Manuel Ranoque no esperó la sentencia, escapó en lancha y cruzó el cañón del Diablo. Al llegar a Puerto Arturo (Araracuara) le aseguró a la Policía que había abandonado su resguardo por amenazas de una guerrilla disidente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), por lo que las autoridades lo subieron en el siguiente vuelo a Bogotá.

Magdalena también se alistó con sus niños se fueron de Puerto Sábalo, donde vivía la abuela Fátima Valencia. Durante una conversación, la abuela le solicitó a Fátima alejar a Lesly del padrastro porque querían evitar que lastimara a la niña, ‘’Miller, como que mete marihuana y de pronto no vaya y se meta con la niña.’', menciona el libro “Los niños del Amazonas”.

Después de la conversación la madre y los cuatro niños, Soleiny, Tien, Lesly y Cristin, viajaron desde la localidad de Araracuara en el Amazonas hasta la ciudad de San José del Guaviare. Pero en el trayecto la aeronave en la que se transportaban se cayó.

Luego de que los niños fueran reencontrados en la selva y que sobrevivieran a punta de fariña -tipo de harina gruesa, hecha de yuca amarga-, el padrastro se mostró interesado en recuperar a los niños y por el estado de salud de cada uno.

Pero gracias a una charla entre Lesly y sus abuelos se supo más de los maltratos y la mala vida que Manuel Ranoque les daba, aunque el hombre negó inicialmente esta información, el panorama se fue aclarando poco a poco y pudo ser capturado y llevado a juicio como una especie de perdón social para la niña y sus hermanos que tuvieron que caminar por la selva y camuflarse entre las ramas.

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