En una serie de operativos coordinados entre el Ejército Nacional y la Policía Metropolitana de Cali, se logró desmantelar una red transnacional dedicada al tráfico de armas y municiones.
Estas armas eran vendidas a las disidencias de las FARC, lo que según las autoridades representa un peligro para la seguridad en la región.
A través de tres operativos exitosos, siete presuntos integrantes de esta red fueron capturados, y se incautaron armas, municiones y drogas.
El primer operativo se llevó a cabo en el barrio Samanes de Guadalupe, en pleno casco urbano de Cali. Este operativo se desencadenó gracias a la información proporcionada por la Red de Participación Cívica, que alertó sobre la presencia sospechosa de cuatro individuos armados en un establecimiento comercial de la zona. Las fuerzas armadas actuaron con rapidez y cautela para evitar situaciones de riesgo para la comunidad circundante.
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Estos individuos, según las investigaciones, estarían vinculados al tráfico de material de guerra del grupo armado organizado residual conocido como ‘Jaime Martínez’, una de las disidencias de las Farc. En el momento de su captura, se les incautaron cuatro pistolas calibre 9 mm y cuatro proveedores de municiones.
Los detenidos fueron puestos a disposición de la Sijín de la Policía Nacional, enfrentando cargos por tráfico y fabricación de armas de fuego. Esta primera operación fue fundamental para desarticular parte de la red que suministraba armamento a grupos criminales en la región.
La segunda operación se realizó en cumplimiento de una orden de allanamiento, y en esta ocasión se capturó a dos individuos que pretendían comercializar armas en Cali, Valle del Cauca. Estas personas serían la conexión de una red transnacional dedicada al tráfico de material de guerra, que operaba en los departamentos del Cauca y Valle del Cauca.
El modus operandi de esta red consistía en adquirir armamento procedente de países de Centroamérica y Norteamérica, utilizando el puerto de Buenaventura como punto de entrada. Luego, las armas eran transportadas hasta Cali, donde se comercializaban con integrantes de diversos grupos armados organizados residuales que operan en la región, y también se utilizaban en actividades de sicariato.
En el momento de su aprehensión, se les incautó una cantidad significativa de material de guerra, lo que evidencia la magnitud de la operación de tráfico de armas. Estas personas también enfrentan cargos por tráfico, fabricación de armas de fuego y posesión de material bélico.
La tercera operación se desarrolló en el barrio Los Naranjos 2 de Cali, mediante una orden de allanamiento que condujo a la captura de una mujer. En su poder se encontraron una pistola, dos revólveres, munición, 32 cigarrillos de una sustancia similar a la marihuana y una bolsa plástica con una sustancia parecida.
Este operativo es otra muestra del impacto que estas acciones tienen en la reducción del tráfico de material de guerra en la capital vallecaucana. La implicación de esta mujer en la posesión de armas y sustancias ilícitas refuerza la necesidad de continuar con operativos enfocados en desmantelar estas redes criminales.
El Pacífico colombiano se ha convertido en un punto estratégico para el tráfico de armas y drogas debido a su ubicación geográfica. Conocido como el ‘triángulo de la marihuana y la coca’, esta región es un importante corredor para el narcotráfico y el comercio ilícito de armas.
Existen dos rutas principales utilizadas por los grupos delictivos para el transporte de drogas desde el interior del país hacia Cali. La primera es la carretera troncal conocida como ruta 31, que conecta varios municipios, incluyendo Santander de Quilichao, Corinto y Miranda. Estos municipios forman parte del denominado ‘Triángulo de la marihuana y la coca’, donde las comunidades indígenas han sido víctimas de la violencia relacionada con el narcotráfico.
La segunda ruta es la vía Panamericana, que conecta Pasto, Popayán y Cali. Cali se considera el nodo principal en esta cadena de tráfico ilegal, donde grupos armados organizados, algunos residuales y otros de paramilitares, trafican armas y están vinculados al narcotráfico.
Además de las rutas terrestres, el puerto de Tumaco, Pasto, Popayán y Buenaventura también desempeñan un papel crucial en el comercio ilícito. El tráfico de drogas por mar y ríos, a través del Litoral y municipios como López de Micay, contribuye a la complejidad de la situación.
En particular, Tumaco es estratégico tanto para el transporte de drogas por mar como por tierra. La vereda Puerto Rico se ha convertido en un punto clave para el intercambio de drogas, y su proximidad a la frontera ecuatoriana aumenta su relevancia en el tráfico internacional de narcóticos.