Videos sexuales de cámaras escondidas, la experiencia de un usuario de TransMilenio

Desde Infobae Colombia conversamos con la profesional en Sexología Clínica certificada en el Instituto Sessuologia Clinica di Roma, Flavia Dos Santos sobre el voyerismo.

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El denunciante mencionó que luego
El denunciante mencionó que luego de llegar a su casa, tapó todos los dispositivos que tuvieran lentes y pudieran grabarlo - crédito TikTok @santcholo

Las redes sociales no solo han fungido como un medio de mensajería o entretenimiento, sino que en ellas los usuarios han encontrado un altavoz para compartir sus día a día, experiencias, y hacer denunciar, como lo hizo el usuario de Tiktok @santcholo.

Acabo de vivir algo muy turbio en Transmilenio y quiero hablar de esto porque qué puto miedo”, fueron las palabra con las que este joven inició su video titulado ‘Momento turbio en Transmilenio “Nos observan”'.

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El usuario menciona que se encontraba en la estación de la 63. Tenía la intención de dirigirse al norte de la ciudad, por lo que se sube a un B18. Al momento de subirse, decide aguardar su trayecto en uno de los acordeones que conforma cada uno de los buses de Transmilenio. Hace énfasis en que su ubicación era detrás de unas sillas y que, además, el articulado se encontraba “medio lleno”.

“Yo soy muy chismoso. Marica, lo siento. Es una mierda que tengo, una maña, pero si tu me pones un celular al frente, paila, yo lo miro, no puedo hacer nada”. explica el usuario a sus seguidores, disculpándose de antemano por las acciones que posteriormente realizó en su relato.

Este usuario menciona que le podía ver el celular a dos personas, dos señores. Uno de ellos estaba viendo Tiktoks, pero el otro, en palabras del usuario “...estaba haciendo mucho visaje”.

La descripción del usuario pone a esta segunda persona en una actitud de precaución, con la intención de que nadie viera su celular: con el dispositivo pegado al pecho y un poco recostado a la ventana. “Yo dije ‘¿qué estará mirando ese pirobo’? y yo me puse a mirar y que puta mierda tan turbia”.

A continuación, el usuario explica que este hombre tenía abierta la aplicación de Telegram en su celular, afirmando que estaba en “grupos raros”, pero el que estaba viendo había grabaciones de cámaras segmentadas. “Póngale que había cámaras de Colombia, de Bogotá, de Medellín o cámaras de Tailandia o cámaras de Rusia... cámaras de todas partes del mundo”.

Aunque mencionar que en dicho grupo se encontraban “cámaras”, el usuario da a entender que se refería a las transmisiones de diferentes tipos de cámaras de seguridad o vigilancia. Menciona que no solo había grabaciones de cámaras públicas, de esas que se puede ver en cada esquina, sino había registros de cámaras escondidas que transmitían desde vestidores, cámaras de consultorios clínicos, de casas y hasta de agencias de policías.

“Eran desde el piso o desde el techo. Entonces es como gente que pone cámaras escondidas en muchas partes y uno no sabe y capaz te están observando”, afirma este usuario.

El voyerismo, un fetiche latente en el mundo

“Todos nosotros somos, en alguna medida, voyeristas”, afirma la sexóloga Flavia Dos Santos, quien en conversaciones con Infobae Colombia, explica que esta práctica es el acto de mirar a otras personas, no necesariamente en situaciones eróticas.

La curiosidad es la base del deseo, entonces nosotros tenemos una curiosidad natural. Queremos ver y eso nos estimula: ver a su pareja y así mismo el momento sexual... El tema está cuando la persona sobrepase el permiso del otro y pasa a ser una transgresión”

De hecho, en países asiáticos como China o Japón, ante la proliferación de prácticas voyeristas sin consentimiento, los dispositivos móviles, desde fabrica, vienen con un sonido, una advertencia para algunos. Cuando un usuario quiere tomar una foto se produce un sonido que no se puede quitar con el fin de avisarle a las demás personas cuando alguien está tomando una foto o un video. Esta regulación se conoce como “Opción Antipervertidos”.

En abril de este año, un tiktoker mexicano visitó varios moteles en Guadalajara con la intención de comprobar la leyenda urbana de cámaras escondidas que graban a los amantes en sus actividades sexuales con el fin de vender esos videos, placer personal o incluso extorsionar. En sus registros, comprobó que habían varios establecimientos que sí contaban con dispositivos de grabación. Rápidamente, otros usuarios decidieron hacer esta misma actividad en los moteles de sus ciudades para prevenir a las personas.

“Esta transgresión, sin consentimiento me da un placer adicional que es la prohibición, que es el hecho que estoy transgrediendo la regla del consentimiento y el espacio del otro”, explica Flavia Dos Santos, argumentando porque hay personas que gustan de realizar esta practica sin la autorización de otras personas.

No hace mucho, en Bogotá también hubo una polémica de un trabajador de Oma, quien presuntamente dejaba su dispositivo móvil escondido en un trapero para grabar a las clientas que necesitaba hacer uso del baño del establecimiento.

Prohibir o satanizar esta practica sexual, explica la sexóloga, no es la solución. Hace hincapié en que todas las personas son voyeristas, sobre todo los hombres al ser más visuales, pero que se debe realizar dentro del marco de la igualdad de poderes. “... educar es la respuesta. Cuando se da educación sexual y se da a la gente la oportunidad de discutir esos temas, entender que hay limites dentro de las fantasías y de los deseos, la cosa se normaliza”, sostiene

“Solo se debe prohibir a la persona que trasgrede. Existen los voyeristas y existen las personas que tienen necesidad de trasgredir, dígase voyerismo, sexo sin consentimiento, drogar a una persona para que no esté consiente... prohibir a las personas que tienen una necesidad de poder no consensuada. Es bueno denunciar y discutir para educar”.

Finalmente, Flavia Dos Santos hace un llamado social para tener una educación sexual verdadera en la que se pueda discutir temas como los límites y el consentimiento. “Es una palabra tan importante en sexualidad, pero se le pasa por encima porque no hay educación. Uno aprende las leyes de una cultura y hace parte de la cultura... en sexualidad toca lo mismo. Si no educamos ni mostramos eso, queda difícil”.

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