Quizás el nombre de Pedro González no resuene en tantos oídos o cause tanto impacto al ser presentado. Sin embargo, cuando se sabe que se trata de Don Jediondo, la situación cambia por completo. Es uno de los humoristas con más años de trayectoria en Colombia.
Oriundo de Sutamarchán, Boyacá, está en Sábados felices desde 1991 y ha estado en películas como El coco o Muertos de susto. También tiene décadas en la radio, en programas como La Luciérnaga. Además, fue parte del equipo del magacín matutino de Caracol Televisión Día a día.
Recientemente hizo parte del equipo de participantes del reality de Prime Video LOL Colombia, del cual resultó victorioso, junto a la creadora de contenido digital Karen Sevillano. De hecho, era el concursante con mayor experiencia y se llevó 100 millones de pesos para las fundaciones que apoya.
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Aparte de su trabajo frente a las cámaras o tras los micrófonos, es empresario. Tiene una cadena de restaurantes, entre otros emprendimientos.
Sin embargo, no todo ha sido fácil para el comediante. Si bien cuenta con gran éxito hoy en día, recientemente dio algunas declaraciones en entrevista con Bravíssimo en las que contó cómo fueron sus inicios, desde el momento en que llegó a Bogotá.
En la conversación con el formato mañanero de Citytv, expresó que su primera oportunidad laboral en la capital de la República estuvo alejado de los medios de comunicación. “Mi primer trabajo cuando llegué a Bogotá fue en Mosquera, estaban remodelando las cuerdas de la luz y tenía que medir los cables. Me dieron un carrito y a diario me caminaba unos 20 kilómetros, porque estaban cambiando todo el cableado. Tenía 17 años”, dijo.
No obstante, recordó cuando pasó de las labores pesadas a la posibilidad de presentarse en televisión. “Yo venía sin camello ni nada. Me puse a hacer un noticiero en Radio Capital y a los pocos años infortunadamente mataron a don Germán Tobón, que era el dueño de la emisora y me quedé en la calle. Entonces me presenté a Sábados Felices como cuentachistes y al comienzo me gané como tres programas”, agregó.
A pesar del éxito que estaba cosechando por sus propios méritos, era incrédulo de que el humor podría darle de comer. Tanto era su escepticismo que no le creyó al mismo Hernán Orjuela cuando llamó a avisarle que querían contar con él en el famoso programa de televisión.
“Un día, estando en la casa sin hacer nada, me empezaron a llamar al teléfono fijo. Mi esposa me dijo: ‘Te está llamando un tipo que se está haciendo pasar por Hernán Orjuela’, porque yo le decía que mi ambición era estar en No me lo cambie. Ella le colgaba, y un día llamó, y mi esposa dijo: ‘Ahí está el que se hace pasar por él’. Contesté, y me dijo que le gustaría hacer una sección en No me lo cambie, que se llamaba Los boyaquitos. Al siguiente sábado me dio un platal por eso, como 10.000 pesos en ese entonces, y eso para mí era muy bueno. El otro compañero era Fernando Rojas, y así empezaron Los boyaquitos, y ahí empezó mi sueño”, narró.
También se refirió a sus primeros pasos en la radio. “Resulta que en el 92 yo leía noticias en Caracol Radio. Y llegó el periodista Édgar Artunduaga y me sacó como ‘gargajo ‘e sastre’. Me dijo ‘la vida es una tómbola’, y no le gustaba que imitara a Cristóbal Américo Rivera (uno de los locutores de radio más importantes de la historia del país, fallecido en 2014), porque yo leía noticias así”, concluyó.