El cruce del Tapón del Darién se ha convertido en la principal razón de una crisis migratoria que se registra en Centroamérica y América del Sur; se prevé que en 2023 más de 400.000 personas han llegado a Panamá por la única frontera terrestre que existe entre los dos continentes.
Sin embargo, luego de atravesar los 5.7000 kilómetros cuadrados de extensión que tiene esta selva, los migrantes deben pasar por Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala para llegar a la frontera entre México y Estados Unidos.
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En este recorrido las personas pueden tardarse varias semanas o meses, lo que será condicionado por el dinero que tengan en su poder, ya que en Panamá y Costa Rica se ha implementado el uso de unas rutas para llevar a los migrantes hasta la próxima nación en autobús por un pago inferior al que pagarían de manera particular.
Esta modalidad que los mandatarios de estas naciones buscan se implemente en todo Centroamérica, se originó con el objetivo de que los extranjeros no se puedan radicar durante un tiempo prolongado en estos espacios, lo que ha provocado una crisis sanitaria.
A pesar de esto, no todos los migrantes logran llegar a Estados Unidos para cumplir el sueño americano, debido a que, en su inmersión por países desconocidos, se encuentran con problemáticas que para ellos son desconocidas.
Esa es la historia de Sergio Ricardo Calderón, un joven de 23 años oriundo de la provincia de García Rovira en Santander, que junto a su pareja se fue de Colombia con el objetivo de llegar a Estados Unidos en búsqueda de mejores oportunidades.
Sergio partió desde Cúcuta, atravesó el Tapón del Darien y con el dinero que recolecto durante varios meses logró llegar hasta Nicaragua, país en el que consiguió un empleo para ahorrar lo suficiente para continuar con su recorrido.
“Había juntado unos ahorros y hace unas semanas se fue con la novia con rumbo a Estados Unidos. Salió desde Cúcuta, donde estaba viviendo, cruzó la selva del Darién y llegó hasta la ciudad de Guatemala. Allá se le acabó la plata y empezó a trabajar”, afirmó a un medio local de Santander Daniela Calderón, prima de la víctima.
El joven había informado a sus familiares que se encontraba trabajando en una recicladora, pero tras varios días de perder comunicación con Sergio, el domingo 17 de septiembre se enteraron de que había sido encontrado sin vida en el mismo lugar en el que estaba laborando.
Esto habría sido revelado por la pareja del Sergio Calderón, que contactó a los familiares del santandereano tras dejar la ciudad en la que se encontraban, señalando que allí la tenían amenazada, de la misma forma, les detalló que el joven había sido degollado.
Hasta el momento, los familiares del colombiano no tienen información sobre la causa de la muerte de Sergio, ya que las autoridades del país centroamericano les detallaron que se ha abierto una investigación al respecto.
“Lo dejaron en un basurero, tapado con unas cajas. Lo que nos dice ella es que fue a cobrar el dinero y lo mataron. A la novia le tocó irse porque la tenían amenazada, no sabemos más nada”, afirmó Daniela Calderón.
Desde que se enteraron de la muerte de Calderón, sus familiares se encuentran recolectando dinero para poder repatriar el cuerpo del colombiano, procedimiento que puede llegar a costar más de 40 millones de pesos.
Estas personas salen a diario a recorrer las calles del municipio de Málaga para recaudar el dinero suficiente para despedir a Sergio Calderón; además, en redes sociales se han creado diferentes publicaciones para que los usuarios residentes en otras regiones puedan ayudar.
“Es una situación muy triste porque era un muchacho muy humilde y terminar en estas condiciones, cuando se fue añorando un sueño y buscando mejores oportunidades”, concluyó la prima de Sergio.