En su rastreo de víctimas del conflicto armado, un grupo de forenses de la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas (Ubpd) encontró uno de los famosos hornos de Juan Frío, en Villa del Rosario, frontera con Venezuela.
Cientos de cuerpos habrían sido incinerados en su interior, por miembros del bloque Catatumbo, de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) que, durante años, funcionó bajo el mando de Salvatore Mancuso, ahora preso en los Estados Unidos.
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Originalmente habilitado como un trapiche panelero que funcionó desde la década de los sesentas (siglo XX), para inicios del nuevo siglo se convirtió en un bunker de piedra en el que asesinaban y desaparecían a sus víctimas.
“Un método atroz. Sobre todo, esta zona específica de los hornos fue una zona utilizada por las autodefensas, por el frente fronteras que dirigía alias ‘el Iguano’ y que allí los cuerpos eran llevados de distintas regiones, del área metropolitana de Cúcuta, e incinerados”, precisó en entrevista para Noticias Caracol, Wilfredo Cañizales de Fundación Progresar.
Para encontrarlo, el grupo de forenses de la Ubpd reunió pistas e información clasificada que los condujo a la frontera con el estado venezolano del Tachira. Y es que, según precisó en conversaciones con el medio citado el antologo Marlos Sánchez:
“Esta área puntualmente se ha conocido como los hornos de Juan Frío, particularmente el área donde estamos trabajando actualmente, que corresponde a lo que fue un antiguo trapiche, las ruinas de lo que corresponde a este antiguo trapiche para el procesamiento de lo que tiene que ver con la panela y que posiblemente fue utilizado y adecuado por actores armados para incinerar cuerpos de personas que fueron previamente desaparecidas”.
Excavaron poco más de un metro para llegar hasta el horno crematorio, pero valió por completo la pena; ya que, ahora cuentan con información adicional sobre “los posibles modos de disponer cuerpos allí. Estamos, a la vez que hacemos la reconstrucción del escenario, documentando la posibilidad de que sí es cierta la información que corresponde a este escenario como último escenario para incinerar cuerpos”, detalló Sánchez, de la Ubpd.
Al llegar al terreno decidieron enfocarse en las ruinas del trapiche, buscando restos óseos, como los de Jesús Meneses, que en 2002 desapreció luego de tener un pequeño roce con uno de los guardias de seguridad que estaban vinculados con las AUC.
Marlon Sánchez, en entrevista para W, explicó entonces que “las excavaciones iniciales se han enfocado en donde funcionaban las llamadas ‘pailas’, que es el lugar que mayor potencial forense tiene en el antiguo trapiche ante la posibilidad que aún contenga estructuras óseas de personas dadas por desaparecidas”.
Permanecerán en terreno, buscando otras pistas que los ayuden a completar el rompecabezas de lo que el bloque, obedeciendo las ordenes de Mancuso, realizaba en la zona, con quienes, en un primer momento, desaparecía para luego incinerar hasta no dejar rastro alguno.
“Las labores de arqueología forense irán a la vez que reconstruyamos cómo funcionaba el trapiche, e ir documentando los posibles hallazgos que puedan corresponder con posibles contextos de disposición de cuerpos”, precisó el antropólogo.
Aprovechándose de las condiciones del terreno y la estructura del trapiche no solo incineraban los restos de sus víctimas, sino también, mantenían algunos cadáveres bajo tierra, mientras lograban encender nuevamente los hornos para calcinar los restos.
De ahí que, según expertos que visitaron el terreno, esto son “presuntos sitios de disposición tanto de inhumación clandestina como de algunos que, aunque inicialmente fueron dispuestos en fosas bajo tierra, al parecer posteriormente fueron sus cuerpos nuevamente trasladados para ser dispuestos en áreas de incineración”, hipótesis que, sin embargo, aún deben comprobar desde la Ubpd, mientras develan otros secretos de esta antigua construcción.