Cuando a Aldemar Moreno comenzó a írsele una gran parte del día atendiendo las llamadas de los bancos para cobrar las deudas que tenía pendientes, comenzó a ser consciente de su situación económica. No era para menos. Desde que tomó la decisión de irse de casa de sus padres y contraer matrimonio se había acostumbrado a llegar a fin de mes sin un peso en el bolsillo, asumiendo los gastos restantes con créditos que lo ahogaban.
Los reclamos de los bancos indagando cuándo iba a hacer el pago de la cuota pendiente y la frustración de no poder dar respuesta, porque no tenía recursos para hacerlo, lo llevaron a estudiar opciones para recortar gastos, hacer un presupuesto y comenzar a pagar una a una las deudas pendientes que alcanzaban a sumar más de $400 millones.
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Lo anterior hace parte de “Sobrevivir en la clase media”, un libro que, como bien plasma, más allá de pretender ser un libro de coaching financiero, se construye a raíz de su propia experiencia; es decir, es una especie de biografía financiera en la que capítulo a capítulo se desarrolla una reflexión sobre cómo balancear las finanzas y no quebrarse en el intento.
“Para la clase media en el mundo, es muy difícil mantenerse y esto es así porque es casi imposible volverse millonario. Los recursos son escasos siempre y quienes empiezan a concentrar riqueza lo hacen por unos caminos que ni siquiera son claros para los mismos economistas. Entonces, es muy difícil mantenerse en la clase media, porque es muy fácil caer. Mi reflexión apunta a la importancia de que como sociedad seamos más ricos”, explica el también editor jefe de Forbes Colombia.
Según él, la clase media en Estados Unidos, Europa y todas partes del mundo sufre por incertidumbre y vulnerabilidad permanente. Por eso, cree que lo único que permitiría un panorama diferente es que la sociedad prospere con productividad, competitividad, educación y acceso a financiamiento.
Moreno tiene claro varios conceptos importantes como el capital de trabajo, flujo de caja, ingresos y gastos, ahorro, emprendimiento, patrimonio líquido, pobreza oculta, inversión, interés compuesto, costo de oportunidad entre otros. Por eso, es enfático en la importancia que se le debe dar al costo de oportunidad, ya que explica que para muchas personas es difícil identificarlo, porque de manera constante buscan desarrollar sus vidas por medio de proyectos.
Tarjeta de crédito
Dice que hacerlo con problemas de caja significa echarse al agua y no tener en cuenta el costo de oportunidad. Por ejemplo, en su caso, recién casado, los primeros meses fueron en la cama de soltero. Pero en el proyecto familiar se piensa que hay que mostrarle a los demás que está avanzando, entonces toca comprar la cama doble con la tarjeta de crédito.
“Si hubiéramos tenido conciencia de nuestra situación económica y financiera y del costo de oportunidad, tal vez dormir un tiempo más en la cama sencilla, sin endeudarnos y ahorrando para comprar la cama doble, hubiera sido mejor opción”, cuenta.
Añade que no hay que adquirir crédito de consumo para nada, pues las matemáticas hablan por sí solas y solo cuando se tiene en cuenta la tasa de interés y se entiende que una cama que vale $100, pasa a costar $150 con tarjeta de crédito, por lo que lo mejor es ahorrar.
“Yo pregunto, ¿no es más lógico seguir durmiendo en la cama de soltero, ahorrar, ahorrar, ahorrar, llegar a $100 y comprar la cama? De entrada, con eso te estas ahorrando la tasa. Eso es una plata que te libera”, dice.
Educación, la mejor inversión
Pero la posición del experto difiere en cuanto a créditos educativos, pues sugiere que tras su fracaso como emprendedor y la estabilidad que le dio hasta la fecha el hecho de ser egresado y a la vez docente de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de La Sabana, la mejor retribución que ha podido obtener es la de la educación.
“El programa de Ser Pilo Paga fue súper polémico por el hecho de que los recursos públicos se fueran para las universidades privadas. Pero el fundamento de ese programa era un estudio en donde hacían el cálculo de la rentabilidad de la tasa interna de retorno de una inversión en educación y era una tasa interna de retorno del 25% al año. O sea que en cuatro años pagas la inversión, pero si uno compra una televisión a crédito está pagando una tasa y eso no tiene ningún sentido. Es mejor ahorrar, es mejor cambiar la carga magnética”, precisa.
De la crisis al ahorro
Moreno es enfático en la importancia del ahorro. Por lo tanto, se dio a la tarea de tomar la dura decisión de hacer recorte de gastos, sacrificar la calidad de vida que ofrece un automóvil para tomar el transporte público, bajar el presupuesto del mercado de la casa y reemplazar algunos artículos de la canasta familiar por otros de marcas menos reconocidas, cambiar el lugar de residencia por uno más pequeño y, por ende, con un valor de arriendo más económico.
Lo anterior lo justifica basado en el hecho de pagar cada una de las responsabilidades con la premisa de la ética del trabajo, esa que, según él, es la excusa para no parar y seguir adelante.
Sin embargo, ante la pregunta de cómo pretender fomentar el ahorro en un país como Colombia donde el salario mínimo es de $1.300.000 (con auxilio de transporte), el autor destaca que la clave se encuentra en la organización.
“Claro que si tú me dices que con el salario mínimo viven cinco personas, olvídate, no hay nada que hacer, es imposible pensar en ahorrar. Sin embargo, comúnmente en las familias, el mínimo se lo ganan dos o tres personas. Así que pueden reunir dinero y es más posible lograrlo, no es imposible”, insiste.
En ese sentido, sugiere más que seguir al pie de la letra la conocida regla del ahorro del 50, 30, 20 (destinando el 50% a las necesidades primarias, un 30% a los caprichos y un 20% al ahorro) es aumentar el capital mientras se ahorra, no tocar la rentabilidad y dicha rentabilidad convertirla también en capital.
“Más allá de un porcentaje determinado, lo que yo creo es que hay que hacer un cajoncito para imprevistos. Ahí no hay ciencia, porque muchos economistas consideran que lo más práctico para cualquier persona es moverse aleatoriamente. Ahí es donde yo admiro mucho a la clase media, porque como no tenemos resuelto nada, nos tenemos que ir moviendo y adaptando”, anota.
Ganarse la lotería
Finalmente, como a última opción para la salir de la crisis, y como bien lo menciona, queda ganarse la lotería, es decir, esperar el golpe de suerte, que, si bien puede terminar en un gasto de dinero para algunos, para otros puede representar ese ingreso extra con el que no se contaba.
En ese sentido, y pese a que Moreno advierta que ya no la compra, dice que en el escenario de ganársela terminaría de pagar las deudas y comenzar a invertir, principalmente, en la compra de acciones en Colombia, porque los activos en este país son baratos.