Los hornos crematorios de los paramilitares hacen parte de uno de los capítulos más oscuros en la historia de la violencia en Colombia. Según han contado varios exjefes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), por lo menos 500 personas fueron incineradas y desaparecidas en Juan Frío, un corregimiento en la frontera con Venezuela, donde estaban instalados los hornos.
La violencia en el país ha tocado a todos los sectores de la población y Alejandra Omaña, la actriz de cine para adultos y periodista conocida en el medio como Amaranta Hank, confesó que su padre trabajó en la construcción de los hornos.
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La actriz cucuteña relató a través de su cuenta de X (antes Twitter) que su papá era albañil y una vez le contó que fue solicitado por los comandantes paramilitares de Norte de Santander para que trabajara en la construcción de unos hornos, que terminaron siendo los lugares donde desaparecieron a cientos de víctimas del conflicto armado.
“Mi papá era albañil. Una vez me contó que estaba trabajando ‘arriba’, arreglando unas cabañas y unos hornos. ‘Arriba’ era la zona paramilitar, las cabañas eran las de uso de los comandantes y los hornos, los mismos que mencionó (Salvatore) Mancuso”, dijo Hank.
Y es que el 11 de septiembre de este año, Salvatore Mancuso, excomandante paramilitar preso en una cárcel de Georgia (Estados Unidos), reconoció la responsabilidad de las AUC en el asesinato, incineración y desaparición de personas en los hornos crematorios de Juan Frío, un corregimiento en zona rural del municipio de Villa del Rosario (Norte de Santander).
Según contó el Mono Mancuso, como era conocido entre las filas paramilitares, en 1999 el bloque Catatumbo de las Autodefensas Unidas de Colombia llegó a esa zona con el objetivo de recuperar y ‘purgar’ los territorios que estaban copados por guerrilleros del del ELN y las Farc.
De acuerdo con Mancuso, los altos mandos del paramilitarismo en el país mandaron un comando especial a Norte de Santander con el objetivo de “disputarse el territorio y ayudarle a las fuerzas militares a ganar la guerra contra la insurgencia”.
En ese proceso se cometieron asesinatos selectivos y en el afán de desaparecer los cuerpos decidieron convocar a los obreros de la zona para construir los hornos, tal y como contó Amaranta Hank.
“Papá no hubiera podido decir que no a ese trabajo, porque nadie podía decirles que no. En esa época para nadie estaba mal lo que pasaba ‘arriba’, era nuestra cotidianidad y no podíamos hacer nada más que convivir con ella”, indicó.
Salvatore Mancuso dijo desde Estados Unidos que la presión de los militares hizo que asesinaran por doquier y que desaparecieran los cadáveres para no dejar rastro de la violencia que ejercían, así que convirtieron el corregimiento de Juan Frío en un panteón a cielo abierto.
“Están ahí, bajo sus pies, entre las raíces del pasto y las plantas que lo rodean y, si me permiten decirlo, ahora producen vida”, sostuvo el exlíder paramilitar.
Lo expresado por Mancuso fue reafirmado por la actriz de cine para adultos, quien aseveró: “Pienso que en esos hornos que papá ‘arregló’, quemaron a amigos míos y a amigos suyos también”.
Luego de la confesión de Mancuso y tras 23 años de haberse perpetrado la barbarie de características nazis, inició la búsqueda de los restos de las víctimas que fueron calcinadas en los hornos crematorios de Juan Frío.
De acuerdo con los antropólogos que trabajan en el lugar, el objetivo de la búsqueda es desenterrar por lo menos restos dentales u otras partes de los cuerpos incinerados para entregarlos a las familias.