Flores para Laura, la obra con la que Jorge Cao celebra 60 años de carrera

En 2023, la Compañía Nacional de las Artes (CNA) cumple su primera década de trabajo con esta adaptación de “El zoo de cristal”, de Tennessee Williams, y bajo la batuta del actor colombo-cubano

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Esta adaptación, a cargo de César morales, de El zoo de cristal, de Tennessee Williams, es dirigida por Jorge Cao y estará en temporada desde el 28 de septiembre hasta el 8 de octubre - crédito Compañía Nacional de las Artes/Cortesía

Amanda, Laura y Tomás viven bajo el sortilegio de un padre que los abandonó. Los tres sobreviven gracias al trabajo de Tomás como ayudante en una zapatería. Tomás quiere escribir y ver el mundo. Amanda, sola y a cargo de dos hijos, recuerda su juventud con malsana nostalgia y quiere que Laura se case bien, no como ella.

La mujer recuerda a su esposo, su carisma, pero, sobre todo, recuerda su ausencia con un retrato cerca al comedor. Laura tiene una pierna paralizada, es tímida y vive por su zoológico de cristal. Intentó aprender mecanografía, pero solo fue a la primera clase. Prefería salir de casa y quedarse todo el día en un parque cercano a la academia. Los tres se aman, pero no son conscientes de que es el amor lo que los mantiene juntos y lo que, a la postre, los separará. Esta es la historia de Flores para Laura, la obra con la que Jorge Cao celebra 60 años de carrera, que coinciden con la primera década de la Compañía Nacional de las Artes.

Flores para Laura es una adaptación libre de El zoo de Cristal, de Tennessee Williams, hecha por César Morales, que también es uno de los cuatro personajes —sí, cuatro, hay uno que no se ha presentado, pues llega al final de la obra—. Así lo anuncia Tomás al empezar la función, porque también es el narrador.

La obra, que se estrena el 28 de septiembre y estará en temporada hasta el 8 de octubre y es dirigida por Cao, es el resultado de un proceso de formación con la Compañía Nacional de las Artes en el que el actor y director colombo-cubano, en una suerte de sacerdocio, entrega todo el conocimiento que tiene de su oficio, de su arte.

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La historia comienza con Tomás advirtiendo que si bien no es un mago que ofrece ilusiones como verdades, le entregará al público “la verdad bajo el grato disfraz de la ilusión”. Una verdad escénica, una verdad que resuena en la relación con su hermana y su madre. Una verdad que es el amor y cómo este puede darse en una familia desestructurada y rota por la ausencia de su padre, que se fue para la costa y del que solo tuvieron noticia por una postal sin firma ni fecha.

Cenando, Amanda insiste en corregir los modales de Tomás cuando comen, hay que masticar despacio, no empujar la comida con los dedos, para eso hay pan, Tomás. A Laura le dice que esté preparada, que en cualquier momento puede llegar un pretendiente, un joven que la quiera desposar y darle una nueva vida. Amanda es intensa, rígida, incluso tiránica. Laura, tímida, le dice que no vendrá nadie, que nadie está interesada en ella. Amanda le dice que son tonterías y recuerda cómo, cuando era joven, los pretendientes llegaban a la casa de sus padres y que ella los atendía de a uno, porque el arte de la conversación lo domina y que rechazó a uno y a otro. Se lamenta al recordar que uno de esos pretendientes era de muy buena familia y se convirtió en un exitoso hombre de negocios.

Amanda sufre la ausencia de
Amanda sufre la ausencia de su esposo, que los abandonó, sus hijos crecen bajo esa sombra - crédito Juan Carlos Serrano/Cortesía

¿Por qué no te casaste con él? Le preguntan Laura y Tomás, que ya han escuchado la historia una y otra vez e incluso imitan a su madre mientras la cuenta. Porque conocí a su papá, les contesta. Un corto silencio incómodo. Tomás, harto, dice que se irá cine, es de noche y quiere estar fuera de casa, escapar unas horas. Al día siguiente tendrá que trabajar de nuevo en la zapatería.

Laura, que vive obsesionada con pequeños animales de cristal, su zoológico, como lo llama Amanda, no piensa en otra cosa. Bueno, hay otra cosa: su pierna paralizada, producto de una pleurosis que tuvo hace años cuando estaba en el colegio. Con ese estigma a cuestas, Laura se ve inmovilizada en sí misma, pues cojea un poco y no se nota mucho. Eso le dice Amanda, que llega a casa enojada y confronta a su hija, que no ha vuelto a la academia de mecanografía después de la primera clase.

Tras una pequeña discusión, Laura le confiesa a su mamá, que le insiste en que debe buscar un buen pretendiente, en que una vez estuvo enamorada. Fue en el colegio, de un tal Julián —el cuarto personaje— que la llamaba Blue roses porque no le entendió cuando ella le contó que había tenido una pleurosis. Él era uno de los muchachos más populares del colegio, cantaba, bailaba y actuaba. También tenía novia y ella nunca le confesó su amor. Julián, avanzada la historia, acepta la invitación de Tomás a una cena orquestada por él y por Amanda con la intención de que el joven y la tímida Laura se enamoren.

Una adaptación que nació de una nueva lectura de Tennessee Williams

Laura, Amanda y Tomás son
Laura, Amanda y Tomás son los protagonistas de Flores para Laura, una adaptación libre de El zoo de cristal de Tennessee Williams - crédito Juan Carlos Serrano/Cortesía

César Morales, el dramaturgo responsable de la adaptación, le contó a Infobae Colombia en un ensayo previo al estreno, que uno de los principales retos de tomar el texto de Williams fue traerlo al contexto colombiano sin alterarla mucho y que más bien se buscaba crear un texto atemporal y sin un lugar definido en el mundo para que la obra fuera universal, pues el conflicto que moviliza el drama es uno que todos hemos vivido en algún momento.

“El diálogo con Jorge sobre que la obra no sonara tan gringa, porque es una obra que está contextualizada en un ambiente gringo de pe a pa, pero queríamos que nos sonara más cercana a nosotros, cuando la viéramos los colombianos sintiéramos que ese conflicto humano que pone Tennessee William es un conflicto de todos, que tenemos familias fracturadas, que tenemos familias sin papás, que tenemos hijos que tienen que asumir un rol no es el de ellos y por eso dejan de ser niños y tienen que crecer rápido, que tenemos madres cabezas de familia, que también tienen que dejar su rol de madre para también volverse una mujer proveedora y pues en ese caos que se genera ahí dentro internamente en la familia, pues una hija lisiada, no representa más que la ruptura entre esa relación, la ruptura del corazón de los hijos y la ruptura del corazón de los padres y pues es ahí donde nace el amor, ¿no?”

El nacimiento del amor y cómo puede surgir este y reconocer que la historia de El zoo de cristal es en realidad una historia de amor, de ese amor filial, de ese amor en la familia, también del amor no correspondido, del amor que llega a destiempo, fue uno de los descubrimientos que tuvo el grupo de actores al aceptar la lectura y en análisis del texto que les propuso Cao.

“Creo que hay una lectura inicial de la obra, que todos tenemos y que no es. Esa es una. Nosotros leímos la obra y entonces uno siente que Amanda es una tirana, que Laura es como medio pendeja... Uno tiene muchas referencias de los montajes que se han hecho como a nivel mundial y un poco como que están en eso, ¿no? Que es superruda Amanda, que es una mamá superimponente que decide por sus hijos y sentarnos a analizar con Jorge el texto y decir: esto es una historia de amor. Del amor de una mamá que se sacrifica por sus hijos. Ella deja de vivir por ellos. Entender eso fue como, esperen momentico señor, déjeme pensar y luego, de nuevo, es una historia entre dos hermanos, o sea, la vida los separa y ninguno va a poder vivir sin el otro”
La obra es, según Jorge
La obra es, según Jorge Cao, una obra sobre el amor filial y el drama que produce la tensión entre este amor y los deseos personales - crédito Juan Carlos Serrano/Cortesía

Cao comentó que, además de esto, la esencia de la obra radica en cómo, a pesar de los lazos familiares y de ese profundo amor, el protagonista se ve enfrentado a la necesidad de afrontar sus sueños y una lucha entre el deber y el deseo personal:

“Esta historia habla del amor filial y cómo este deja huellas que nos marcan para toda la vida. Sin embargo, a pesar de esos fuertes lazos, el protagonista siente la necesidad de buscar sus propios sueños para alcanzar su realización personal. Esa es la esencia de la historia que voy a narrar. En esta obra, se verá esa lucha interna entre el deber y el deseo personal, entre la familia y los sueños individuales. Por supuesto, más allá de esta trama central, cada personaje aporta sus propias individualidades, añadiendo riqueza y complejidad al relato”

La búsqueda de una verdad

Williams, en el texto original, y Morales, en la adaptación que hace de este, advierten que lo que se presentará es una verdad “bajo el grato disfraz de la ilusión”. Esta verdad atraviesa a los personajes y a los actores. Morales cuenta que cuando empezaron los ensayos conversaban, los actores y el equipo de producción —que también son actores de la compañía— sobre sus relaciones con sus padres y que “entre más ensayábamos como que se van cayendo más velos y más velos iba quedando al desnudo el actor, a través como de este portal, que es personaje, pero finalmente nos revelamos nosotros, nuestras historias. Creo que ahí se llega la verdad”.

Jacqueline Osorio, que da vida a Amanda, confiesa que ha sido un reto amoldarse al método de Jorge Cao, que parte de la escuela vivencial de la actuación, en la que los actores se ven interpelados por los personajes que sirven como una suerte de portal para poner en el escenario la vida misma, no la representación de la vida, todo a partir de las vivencias propias de los actores, siendo esto lo que carga de verdad la interpretación.

Amanda sueña con un pretendiente
Amanda sueña con un pretendiente para su hija Laura, desde que Julián los visita nada fue igual - crédito Juan Carlos Serrano/Cortesía

La actriz, para preparar su personaje, dice, ha recordado a su abuela, pues es la que mejor representa ese sistema heteropatriarcal que atraviesa la obra y al mundo:

“Cuando tengo que hacer este estilo de personajes siempre pienso en mi abuela, ¿sí? Porque es como la más lejana que tengo, la que es más heteropatriarcal, ni siquiera mi mamá. Mi mamá... yo digo que somos como un relevo. Mi mamá hizo y puso su granito de arena para yo sea lo que soy ahora y claro, con mi hija tengo, por ejemplo, cuando Laura viene y la veo y es mi hija. La hija de Amanda. Eso me enternece mucho verla llorar, soy incapaz... y a él también, si se hace daño... El hecho de que yo sea ruda, no quiere decir que no sienta, que no sea sensible, me parece que ella es así, igual que mi papá, que mi abuela, pero quiere a sus hijos y quiere lo que les pasa, es decir, le parece que es correcto, pero desde la corrección de ella”

Fernanda Guerra, que interpreta a Laura, también dice que si bien ha sido un proceso enriquecedor, ha sido muy difícil:

“Ha sido un proceso un poco complejo porque Laura es completamente diferente a Fernanda. Es tímida, es calladita, hace lo que le dicen y, pues, Fernanda es todo lo contrario. Pero es un proceso muy bonito, porque de eso también se trata, de poner tus vivencias en escena, pero también transformarte y poder brindar lo que ya de verdad el escritor y en este caso el dramaturgo que hace la adaptación, te brindan y te plasman en un papel. Poder transmitir esas cosas al público y también sentirlas tú, vivirlas porque esto es de relaciones, entonces si yo no estoy sintiendo en verdad lo que está pasando, no le puedo generar a él, de pronto, una emoción para que se aferre a mí, como es la relación de ellos dos como hermanos, que es amor profundo”

Jorge Cao reconoce que su método es difícil, porque no es representar un texto, es algo más, es vivir el texto, traer vivencias para enriquecerlo y transmitirlas al público, transmitir esa verdad:

“Es crear una segunda naturaleza activa de la observación del mundo que te circundan y estar en eso todo el tiempo y de esa observación es que tú logras tener una reserva emocional, a través de la memoria, de tu sentido, que tú se las prestas a los personajes y por eso llegas a la verdad, que es una verdad, escénica, tampoco es una copia de la realidad, es una percepción que se tiene. Es un arte”

Lo único que falta es el público

La obra estará en temporada
La obra estará en temporada del 28 de septiembre al 8 de octubre en la casa de la Compañía Nacional de las Artes - crédito Salvador Arracadas/Infobae

Alejandro Gómez, que interpreta a Julián y es cofundador de la Compañía Nacional de las Artes, dice que solo les falta el público y sentir que esa verdad que intentan encontrar y presentar en el escenario rebote e interpele a los espectadores:

“No quiero decir que no nos hace falta nada como actores, sino que ya está uno, en un punto de la obra, en el que cada reacción, cada suspirito, cada movida de silla, cada cosa que pasa en el que está ahí como que afecta muchísimo y nos da, por lo menos a mí, un montón de coraje por seguir contando la historia que haciendo y creo que estamos en ese punto en el que necesitamos ya a quien lo vea, al espectacular, a quien opine y a quien uno sienta que rebota lo que está pasando, porque no solamente recibe, sino que nos da un montón y de un montón a la historia y a la dinámica que se está contando”

Ahora, si llegaron hasta acá, algo de información importante: Flores para Laura estará en temporada del 28 de septiembre al 8 de octubre, de jueves a sábado a las 8:00 p. m. los domingos a las 6:00 p. m.; la boletería tiene un precio de $25.000 para el público general y $15.000 para estudiantes con carné. ¿En dónde? En la Casa de la Compañía Nacional de las Artes en la Tv. 26b No. 41- 40. Para más información pueden escribir, por WhastApp, al 3107728384 o en la página de la compañía www.lacnateatro.com

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