Parece que la libertad que tenía el capo colombiano Pablo Escobar en la cárcel La Catedral fue superada por el poder de Héctor Guerrero Flórez, alias Niño Guerrero, el líder del Tren de Aragua que estaba recluido en la cárcel de Tocorón.
En el centro penitenciario, el cabecilla había construido una especie de ciudadela con piscina, zoológico, un banco, discoteca y hasta un estadio de béisbol.
La existencia de todas esas comodidades en la fortaleza del Tren de Aragua era un secreto a voces, ignorado muchas veces por el régimen venezolano, hasta que, sorpresivamente, las Fuerzas Armadas venezolanas decidieron tomarse el centro de reclusión dando a conocer el poder de Niño Guerrero y sus secuaces en Tocorón.
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Con un despliegue de 11 mil soldados y policías, el régimen de Nicolás Maduro tomó el control de la cárcel con la operación Liberación Cacique Guacaipuro, que inició en la madrugada del 20 de septiembre y se extendió hasta horas de la tarde.
Para ingresar al centro penitenciario los uniformados no limitaron su fuerza, usaron lanzagranadas para derribar las garitas de la entrada y tuvieron enfrentamientos armados con los reos, que contaban con sofisticado armamento en el lugar. Para evitar la toma de la cárcel algunos presos iniciaron un incendio en el lugar.
Pese a toda la parafernalia y el enfrentamiento con los cientos de criminales, se podría decir que la operación militar fracasó, pues no logró el objetivo principal: capturar a Niño Guerrero, quien escapó junto a sus secuaces por un complejo de túneles que habían construido debajo de las celdas.
La ciudadela del mal
La cárcel de Tocorón era conocida por muchos delincuentes como La Casa Grande, una pequeña ciudad del crimen que construyó alias Niño Guerrero desde el 2013, cuando se convirtió en el líder del Tren de Aragua, al reemplazar a José Álvarez Rojas, alias ‘Chino Pedrera’, abatido por la Policía de Venezuela.
En el centro de reclusión Guerrero fundó la pandilla carcelera Pranes, con la que tomó el control de la cárcel y mandaba por encima de las autoridades.
Desde entonces el cabecilla criminal se dedicó a hacer de la cárcel toda un fortaleza. empezó introduciendo armamento de vanguardia, herramientas tecnológicas de primera como celulares, internet y televisión por cable e incluso aires acondicionados para las celdas.
Posteriormente las ambiciones de Pranes creció y con toda la libertad de la guardia venezolana empezaron construcciones extravagantes como una piscina y pequeñas casas que poco a poco se convirtieron en un vecindario dentro del centro penitenciario, donde extraoficialmente se dice que habitaban hasta 300 familias.
Las edificaciones no pararon ahí, los delincuentes hicieron una piscina para que los ‘nativos’ de Tocorón se divirtieran. También inauguraron una discoteca en 2017 llamada ‘Tokio, orgullo del Tren de Aragua’ e, incluso, se habla de la existencia de un banco.
Al mejor estilo de Pablo Escobar, Niño Guerrero y sus secuaces construyeron un zoológico que contaba con felinos, flamencos y otros animales. Así mismo construyeron un centro hípico, un complejo multipropósito donde se practicaban varios deportes.
El béisbol es uno de los deportes más practicados en Venezuela, considerado el país más fuerte en ese deporte en Sudamérica, y Niño guerrero no se iba a privar del espectáculo de la pelota cliente, por lo que ordenó la construcción de un estadio de béisbol donde los delincuentes emulaban a las estrellas venezolanas de Grandes Ligas como José Altuve, Miguel Cabrera o Ronald Acuña.
El poderío de los delincuentes del Tren de Aragua sobrepasaba las capacidades de los uniformados encargados de custodiarlos, tenían bloqueadores de señal, armamento igual o superior al de sus custodios y libertad para hacer lo que quisieran, a tal punto que, como el chapo Guzmán, construyeron una red de túneles que los conducía a un cuerpo de agua cercano, donde tenían botes para escapar en caso de ser necesario.