José Félix Lafaurie y Fabio Valencia Cossio pidieron acuerdo entre ELN y las Farc para cesar afectaciones a la población civil

Los negociadores consideran que los enfrentamientos entre estos dos grupos provocan graves consecuencias en las comunidades urbanas y rurales, lo que es inconcebible mientras se negocia la paz

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José Félix Lafaurie, presidente de Fedegán, y Fabio Valencia Cossio, exministro de Justicia - crédito Fedegán
José Félix Lafaurie, presidente de Fedegán, y Fabio Valencia Cossio, exministro de Justicia - crédito Fedegán

Un acuerdo entre el ELN y las Farc para cesar sus enfrentamientos por control territorial y dejar de afectar a la población civil pidieron los integrantes de las delegaciones de paz con esos dos grupos, José Félix Lafaurie, presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán), y Fabio Valencia Cossio, exministro de Justicia y exsenador.

En una carta dirigida al comisionado de Paz, Danilo Rueda; a alias Pablo Beltrán, del ELN; y alias Andrey Avendaño, del Estado Mayor Central (EMC) de las Farc, expresaron que en este momento las comunidades, pueblos étnicos, territoriales, campesinos y otros grupos de especial protección están siendo víctimas de los enfrentamientos entre los grupos armados Organizados (GAO), en este caso el ELN y las Farc, que al mismo tiempo dialogan con el Gobierno nacional con el propósito de lograr la paz.

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Los firmantes de la misiva recordaron las recientes palabras del presidente Gustavo Petro, referidas a que cualquier negociación en el territorio nacional con grupos armados debe tener en cuenta que antes que un cese al fuego lo que se quiere es un cese de hostilidades a la población civil.

Además, recordaron también las palabras de los delegados de la guerrilla que se comprometieron a respetar el derecho internacional humanitario y, en particular, el Protocolo II de 1977, relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional, adicional a los Convenios de Ginebra de 1949, que son tratados internacionales que contienen las principales normas destinadas a limitar la barbarie de la guerra.

En junio del 2023 se celebró el tercer ciclo de negociaciones entre el Gobierno nacional y ELN - crédito Presidencia de la República
En junio del 2023 se celebró el tercer ciclo de negociaciones entre el Gobierno nacional y ELN - crédito Presidencia de la República

“La confrontación permanente en los territorios ante la mirada atónita del país y de la comunidad internacional, ha traído como consecuencia que la población civil sea víctima de desplazamiento masivo o de confinamiento forzado, con total irrespeto de sus derechos fundamentales a la educación, salud, seguridad, libre movilidad, a la vida misma y, de cara a las próximas elecciones regionales, también a la libre expresión de sus preferencias políticas en las urnas”, afirmaron los negociadores en la carta.

Lafaurie y Valencia Cossio plantearon tres razones fundamentales para esta invitación de llegar a un acuerdo de cese al fuego entre el ELN y el EMC de las Farc. Son las siguientes:

  1. Lo más importante, la gente en los territorios; las víctimas de desplazamiento, de confinamiento y de la zozobra de la violencia, que se suma a la del abandono, la peor de las violencias; las personas que hoy no pueden “vivir tranquilamente en los territorios”.
  2. La confrontación entre grupos armados en proceso de negociación y, por tanto, con “voluntad de paz”, al afectar gravemente a las comunidades, convoca la intervención de la fuerza pública, obligada a cumplir su deber constitucional de proteger a la población, lo cual, a su vez, deriva en eventuales “incidentes” que caen en la órbita de los respectivos mecanismos de monitoreo y verificación, convirtiéndose en obstáculos a los dos procesos.
  3. La situación de violencia crónica que hoy se vive en Cauca, Nariño, Chocó, Arauca y el Catatumbo, entre otras regiones, por enfrentamientos entre grupos que, al mismo tiempo, adelantan conversaciones de paz con el Gobierno, es totalmente inconsecuente y les resta credibilidad a los procesos.

Y concluyeron que un país como Colombia, marcado por la violencia, que se mueve entre el escepticismo y la desesperanza, fruto de una negociación tras otra y de promesas frustradas de una paz estable y duradera, “necesita empezar a creer que es posible esa paz, sinónimo de bienestar y de poder ‘vivir tranquilamente’”.

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