Bogotá ya tiene su propio museo de la basura. Se trata de la iniciativa “Que la basura no se vuelva paisaje”, con la que la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte cuestiona la manera en la que los bogotanos gestionan sus residuos.
Entendiendo que son distintos a las basuras, la instalación museográfica y pedagógica pretende hacer parte de la cadena de reciclaje en los hogares y negocios, de donde provienen la mayor parte de los desechos.
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Según la entidad “los residuos aprovechables (papel, cartón, lata, vidrio y plástico) deben estar limpios y secos antes de disponerlos en una bolsa blanca, que debe ser entregada al reciclador. En cambio, los residuos no aprovechables (barridos de basura, hojarasca, papel higiénico, etc.) deben ser desechados en una bolsa negra y solo se sacan el día y a la hora en la que pasa el camión recolector”.
De lo contrario, a pesar de estar hechos a base de materiales reciclables no podrán ser reutilizados. “Lo cierto, si se analiza con detalle, es que la mayoría de materiales que resultan del consumo diario y cotidiano de las personas, son reciclables. Pero lo que determina que un artículo pueda volver a ser aprovechado, no es solamente la naturaleza del material del cual está hecho, sino una gestión adecuada de ese residuo por parte de quien lo manipula”.
Los residuos, a pesar de ser de uso único, pueden tener una segunda, tercera e, incluso cuarta vida si son desechados como se debe. Una tarea que no muchos saben, pero va más allá de depositar el empaque en el cesto del color indicado.
“Por ejemplo, una caja de leche no se convierte en un residuo aprovechable solo por estar hecha de cartón; para que pueda ser reutilizada, debe estar limpia, seca, separada de los desechos (orgánicos o no aprovechables) y entregada a un reciclador”, explicaron expertos en reciclaje, que trabajan para la entidad.
A pesar de que el cartón o el tetra pack son potencialmente aprovechables, el proceso se echará a perder si esa misma caja de leche es desechada junto a otros residuos, sobre todo de tipo orgánico, pues quedará contaminada e inservible.
En otras palabras: pasará de ser parte de los residuos y entrará a considerarse como basura, con todo y que su material fue utilizado estratégicamente para regresar a la cadena de producción, incluso, después de cumplir con su única función.
Los materiales reciclables deben desecharse en bolsas de color blanco, a diferencia de la basura que va en el tradicional empaque de plástico negro y, en un caso u otro, dejarlo por fuera un día en el que no pasa el camión podría poner en riesgo la cadena de reutilización.
De ahí que, según dijo la secretaria de Cultura, Recreación y Deporte, Catalina Valencia, tras recibir los resultados de la Encuesta de Cultura Ambiental (ECA) 2022:
“Tenemos un gran reto por delante para que las personas sean conscientes de las acciones que promueven la correcta disposición de los residuos. Los datos nos han dado luces sobre cuáles son esos comportamientos que debemos abordar para alcanzar mayores logros en ese aspecto y de ahí nace la campaña ‘Que la basura no se vuelva paisaje’. No podemos permitirnos vivir en medio de la basura, ni que esto se convierta en el paisaje diario. Bogotá es nuestra casa, todos compartimos el espacio público y tenemos un rol importante que cumplir para disfrutar de la ciudad que queremos”.
Y ahí es donde entra “Que la basura no se vuelva paisaje”, para cuidar del espacio público y el ambiente en la ciudad.