A propósito de la reciente partida del pintor y escultor colombiano, Fernando Botero, a manos de una pulmonía y la pena de haber visto morir al amor de su vida, Sophia Vari, apenas en mayo, se conoció que algunos de sus cuadros adornan uno de los restaurantes más lujosos de Nueva York, en el que magnates y celebridades llegan a pagar hasta 2.000 millones de pesos por una membresía.
Se trata de una de las sedes de Casa Cruz, en el exclusivo Upper East Side, en donde algunas personalidades, como Gigi Hadid, Tan France (de Queer Eye) y Mark Guiducci (Director editorial creativo de Vogue), han intentado recobrar su vida en sociedad, tras la pandemia.
Los 99 socios de Casa Cruz Nueva York pagaron entre 240 mil y 475 mil euros (entre 1.005 millones y 1.990 millones de pesos, aproximadamente) para unirse “al club” y disfrutar de los platillos a la carta que rondan los 80 dólares, o las preparaciones del chef Bill Brasile, junto a originales de Botero, Warhol, Hockney y Haring.
Según dijo hace unos meses su fundador, el chileno Juan Santa Cruz, la pandemia tuvo todo que ver y es que, desde que levantaron el confinamiento, algunas “personas se han dado cuenta de que quieren estar con otras como ellos”.
Tiene otras sedes, en Londres y en Buenos Aires, pero, sin duda, la de la Gran Manzana es su joya más preciada, por ser única.
Por lo general, en lugares como Soho House, Casa Cipriani y Fasano cada miembro paga entre 3.800 y 4.800 dólares anuales para pasearse por sus elegantes pasillos y codearse con la elite neoyorquina, pero en Casa Cruz –al cual, su fundador define como un restaurante de cocina mediterránea y sudamericana– el valor de la membresía es de casi medio millón de dólares, lo que lo convierte en uno de los restaurantes más costoso de la ciudad.
Los espacios de la histórica mansión en la que se ubica fueron intervenidos por el arquitecto Peter Marino y el personal viste uniformes diseñados por Emilia Wickstead. Lo mejor de lo mejor que no podía dejar a un lado el talento abrasador del hombre que disfrutaba de la voluptuosidad, así como quienes gozaban de su obra, mundialmente famosa.
Fernando Botero llegó a ser el artista latinoamericano vivo más caro del mundo: varias de sus obras superaron el millón de dólares
La visión y el talento del maestro Botero lo llevaron a ser un colombiano de renombre y, también, el artista con vida más cotizado de Latinoamérica, en algún punto de su carrera. Varias de sus obras llegaron a venderse en subastas por más de un millón de dólares ($3.918.220.000 pesos colombianos).
Este es el caso de Hombre a Caballo, escultura que llegó a venderse por 4.3 millones de dólares, en una subasta de la británica Christie’s. Si bien en 2016 ya había sido vendida por 1,84 millones de dólares, su recompra en 2022 aumentó su valor en un 135%.
Y a esta le siguen las figuras de Adán y Eva, que en una subasta de la casa británica Bonhams en 2018, fueron vendidas por 2,9 millones de dólares, su obra más costosa hasta 2022, pero no la única en alcanzar un precio millonario en el mercado de coleccionistas.
Incluso, pinturas de Botero han superado los 2 millones de dólares, como es el caso de Los músicos (1979) y Los 4 músicos (1984), que en 2006 se convirtieron en los lienzos más costosos de la historia del colombiano.
Sus obras también alcanzaron precios de venta millonarios en otras divisas, como el euro, y cuenta de ello es el cuadro de Una familia, pintura que con sus 1.4 millones de euros ayudó a romper un récord de recaudación en una subasta de arte latinoamericano.