Colombia pasa por uno de los momentos económicos más difíciles de la historia. El crecimiento económico del segundo trimestre del 2023 resultó de 0,3%, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), el dólar sigue alto (cerró en $3.928,03 el 15 de septiembre) y la tasa de interés del Banco de la República es de 13,25%.
Dicho tipo de intervención sigue alto para contrarrestar la inflación, que cerró agosto en 11,43% interanual y tiene en jaque a los colombianos, quienes, a pesar de que esta viene cediendo desde marzo (13,34%), ven que cada vez todo es más costoso, principalmente, los alimentos.
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Sin embargo, ante la angustia y la incertidumbre, hay que anotar que esta no es la tasa inflacionaria más alta de los últimos años. En 1977, cuando el presidente de Colombia era Alfonso López Michelsen, la inflación cerró el año en 33,8%, según reporte del Banco Mundial.
Para que haya cerrado así hubo varios sucesos, uno de ellos y el más importante, tiene que ver con el paro cívico de la época.
Para ahondar más en lo sucedido, Infobae Colombia consultó al historiador de la Universidad Nacional de Colombia Gilberto Ramírez Espinosa, quien es magister en Geografía de la Universidad de los Andes y docente de la Escuela de Historia de la Universidad Sergio Arboleda.
Ramírez Espinosa dio detalles del paro cívico de 1977 que, efectivamente, fue el primer gran paro general convocado por las varias centrales obreras que, finalmente, pudieron coincidir en un reclamo en general ante el Gobierno representado por Alfonso López Michelsen, primer presidente después del Frente Nacional, que fue una fórmula de cogobierno entre 1958 y 1974 protagonizado por el Partido Liberal y el Partido Conservador. Este consistía en una repartición paritaria de la burocracia del Estado entre ambos partidos y una alternación en la Presidencia de la República para ese periodo de 16 años: primero un liberal, luego un conservador.
Políticas de fomento y prosperidad
Hacia finales de 1974, López ganó la elección saliendo de estas normas y prometió una serie de cambios, lo que generó expectativas entre los colombianos y de los gobiernos del Frente Nacional. Por un lado, ser una fórmula de Gobierno que trajera paz, después de una violencia bipartidista que protagonizaron ambos en los años 40 y 50.
Por otro lado, una política de desarrollo, que justamente con un país ya pacificado, promoviera políticas de fomento y de prosperidad con un papel muy activo del Estado y una intervención de este en la economía, algo que pues igual era norma en todo el mundo y América Latina y Colombia no se sustraían de esa tendencia
López heredó eso y trató de estabilizar ciertos factores clave de la política macroeconómica, sobre todo de cara a la inflación, justamente por la falta de rigidez en estas políticas durante el Frente Nacional, inclusive antes, que habían promovido por la vía del crédito de fomento.
“Hubo un crecimiento empresarial importante, tanto de la industria como la agricultura, pero atado a créditos muy flexibles que se auspiciaban desde el régimen de banca central. Eso impera hasta el día de hoy en Colombia, pero en ese entonces tenía un papel mucho más activo en crear fondos de inversión para cafeteros, agricultores, ganaderos, industriales y la respectiva banca que con ciertas tasas de interés protegidas por el Estado, permitían cierta inversión a largo plazo”, dijo el historiador.
Explicó que eso con el tiempo acumuló una inflación que desde los años 60, hasta bien entrados los 90, llegó a ser de dos dígitos y uno de los picos más altos en ese período, justamente se acumula hacia 1976 (19,8%) y 1977, que junto con otras cosas justifica una iniciativa de las centrales obreras del entonces a coordinar por la vía del paro, que fue genuino, algo que no había funcionado hasta ese entonces, y por vía del Consejo Nacional Sindical.
Resultó como una convocatoria conjunta entre las centrales del entonces, no solo por los sectores sindicalizados, sino por trabajadores asalariados, que incluía otros elementos de pobladores, fundamentalmente, urbanos, en reclamo de políticas de vivienda, de congelación del precio de los servicios públicos, del transporte, de arrendamientos.
“En definitiva, un paro muy agresivo, o por lo menos muy audaz en sus reclamaciones de cara una política económica que se consideraba incapaz de frenar el costo de vida creciente en Colombia y uno de sus indicadores claves, el de la inflación”, dijo.
El paro se resolvió en unos días de septiembre, casi una semana en la que hubo varios hechos de violencia en muchas de las ciudades principales del país, inclusive, con muertos en confrontaciones con la fuerza pública y una medición de fuerza de las centrales obreras para un año que además anticipaba las elecciones de 1978, ganadas por Julio César Turbay.
Reacción airada de Alfonso López Michelsen y huelga de 1978
De acuerdo con Ramírez, el presidente López Michelsen reaccionó de manera muy airada a un paro que consideró como subversivo. Desconoció cualquier intento de negociación con los líderes de este, que hasta cierto punto logró el objetivo de quitarle la popularidad a un mandatario que en el inició gozó de la misma, pero que la cobraron hacia el final, por lo menos desde el sector del movimiento obrero y otros movimientos sociales que le reclamaron los resultados de su política de gobierno.
Según el historiador, se podría interpretar que fracasó, porque finalmente el Gobierno no accedió a negociar con los sectores, o más bien lo hizo de manera selectiva y con el paso del tiempo. inclusive después del 77, hubo una huelga de trabajadores de entidades del Estado, en el 78, que resultó más exitosa y no desembocó en violencia.
“La inflación sí se demoraría mucho tiempo más en corregir. De hecho, las políticas que reclamaban los dirigentes del paro eran más del orden de los controles de precios, a lo que el Gobierno nunca accedió o hizo de manera muy selectiva y con el tiempo sólo para ciertas cosas o nada obviamente tan ambicioso como lo que se pretendía por los líderes del paro. Así es que se lleva al final del mismo, en apenas una semana, de septiembre del 77 y la inflación solo va a volver a controlarse a niveles de un dígito hacia finales del siglo, es decir, ya cayendo la década de los 90 y de hecho comienzos de del siglo XXI”, enfatizó Ramírez Espinosa.
Concluyó al decir que era claro que había un acumulado de lo que habían sido políticas económicas desarrollistas o proteccionistas, o ambas, que en ese periodo previo habían incrementado el gasto público, hasta cierto punto que impactó muy fuerte en la inflación y eso lo heredó el Gobierno López y no lo pudo subsanar o, por lo menos, no al ritmo que lo deseaban los sectores.