Parece que el proceso de ‘paz total’ que quiere implementar el Gobierno de Gustavo Petro está destinado a quedar solo en ideas, ya que los grupos delincuenciales en vez de dejar las armas están enfrentados y volvieron los fantasmas de la violencia en lugares donde había convivencia en armonía. Tal es el caso de la Comuna 13 de Medellín, que se había convertido en un destino turístico plagado de expresiones artísticas, pero que genera preocupación porque están volviendo a implementarse las fronteras invisibles.
Ese sector de la capital antioqueña es sinónimo de resiliencia, puesto que fue epicentro de la violencia armada en Colombia, una ‘mina de sicarios’ para Pablo Escobar y el cartel de Medellín; así como protagonista de la incursión paramilitar y del Estado en la operación Orión del 2002 contra las milicias guerrilleras urbanas que dejó casi 600 víctimas entre asesinatos, torturas, desapariciones y capturas ilegales.
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Tras eso, la población sobreviviente decidió cambiarle la cara a su comuna y con apoyo gubernamental transformaron las calles y casas en lienzos artísticos, pistas de baile y centro de eventos deportivos como la carrera de bicicross ‘Cerro Abajo’, que congregaron a miles de turistas de todas las partes del mundo que llevaron desarrollo y transformación social para el sector.
Sin embargo, esa historia de superación de la violencia se ve mancillada por la reaparición de conflictos entre los grupos que delinquen en el sector, que instauraron nuevamente las temidas fronteras invisibles entre los barrios los barrios San Javier y Santa Lucía.
De acuerdo con los lugareños, las redes delincuenciales El Salado, La Sexta y Betania, específicamente entre los grupos La Agonía y El Coco, tienen diferencias entre sí y están disputándose el territorio.
Los líderes comunales del sector dijeron que las personas ajenas al conflicto pueden transitar sin problema por el lugar, pero que los integrantes de los grupos mencionados tienen prohibido transitar por algunas calles de la comuna.
“No se sabe si se rompieron las paces en esa zona o qué ocurrió, pero hay restricciones para que las personas pasen de un lado para otro, principalmente para quienes son forasteros”, dijo uno de los líderes en diálogo con El Colombiano.
En contraste con las declaraciones de los lugareños, las autoridades niegan el regreso de las fronteras invisibles y la violencia de esos grupos armados, que están contemplados para integrar la implementación de la ‘paz total’ del Gobierno nacional.
Pero el medio citado consultó una fuente de inteligencia de la Policía y sostuvo: “Existe un temor de que se puedan reactivar algunos conflictos en la zona. Hay un ambiente tenso y está latente el riesgo de que se pueda presentar alguna situación”.
Otros puntos de la Comuna 13 donde se identificaron fronteras invisibles son El Corazón (en el corregimiento de Altavista) y el barrio Belencito; y entre los barrios San Javier y Santa Lucía, donde delinquen los grupos de La Agonía y El Coco.
La situación de inseguridad de la comuna se ve reflejada en los diez asesinatos que van en lo corrido del año y las múltiples denuncias de los guías turísticos del aumento de robos, pues hasta el 31 de agosto de este año se habían registrado 647 denuncias, 60 más que en el mismo lapso de 2022, cuando se registraron 587 casos.
“Las quejas y las denuncias por los hurtos, principalmente a las personas, se están volviendo el pan de cada día en esta zona y es una situación que está dejando mal parada la comuna”, declaró uno de los guías turísticos de recorridos como el Grafittour.