“Las primeras fans de mi vida fueron las monjitas”: peregrino colombiano que fue la mejor voz en una JMJ

Cada dos o tres años se realiza una Jornada Mundial de la Juventud, un evento que reúne a millones de personas que comparten la misma fe, y a otras que no, en una sola ciudad. Un colombiano le contó a Infobae Colombia cómo ha vivido esta experiencia

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La Jornada Mundial de la
La Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, Portugal, reunió 1.500.000 personas de todo el mundo - crédito Cortesía

Jóvenes de todo el mundo se reúnen en una sola ciudad cada dos o tres años por un único motivo: su fe. Allí, se congregan para vivir la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), un encuentro con el papa de turno que se hace desde 1986 y que, a la fecha, se ha celebrado 38 veces.

La experiencia no solo incluye participar en ritos propios del catolicismo, sino habitar y compartir con jóvenes y adultos de otras culturas, con diversas formas de pensar, e incluso, que no comparten la misma creencia.

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La última edición de la JMJ se llevó a cabo entre el primero y 6 de agosto de 2023, en Lisboa (Portugal), y congregó a 1.500.000 jóvenes de todo el mundo, incluyendo colombianos, que se encontraron con el papa Francisco.

Quienes tienen suerte, logran ser “adoptados” por una familia local que se prepara por años para recibirlos. Esos “nuevos padres y madres” alcanzan a generar vínculos que superan barreras culturales y lingüísticas.

Infobae Colombia habló con un colombiano que participó en la JMJ 2023, y en otras jornadas anteriores, y que contó cómo es vivir con familias locales por una semana, los retos que supone ir a una JMJ y las experiencias que se llevan quienes deciden peregrinar.

Leonardo Jáuregui Caycedo, de 45 años, es un profesional en psicología y máster en coaching sistémico y terapia sistémica. Durante muchos años, trabajó como psicólogo en el Seminario Mayor de la diócesis de Fontibón, en Bogotá, allí, su labor se centraba en brindar atención a los seminaristas y a quienes se preparaban para ser sacerdotes.

Leonardo Caycedo (en el centro),
Leonardo Caycedo (en el centro), ha estado en ocho Jornadas Mundiales de la Juventud - crédito Cortesía

Actualmente, hace trabajos de consultoría y se desempeña como docente en la Corporación Universitaria Minuto de Dios y, desde hace 30 años, integra el ministerio de música de la parroquia Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, también en Bogotá.

Jáuregui Caycedo ha estado en ocho JMJ; la primera de ellas la vivió en Toronto, Canadá (2002), cuando tenía 24 años y hacía parte de la pastoral universitaria:

“Esa fue mi primera experiencia en el exterior con una lengua diferente (...), nos quedamos en una ciudad cercana a Toronto que se llama Whitby. Allá, las familias que nos recibieron la mayoría eran muy longevas; en Canadá hay mucho adulto mayor. En mi caso, me quedé con una pareja de jubilados, ella había sido enfermera; él había sido profesor”

Los lazos generados, en apenas una semana de convivencia, fueron “muy fuertes” a pesar de las diferencias culturales y lingüísticas. De hecho, según el peregrino, la barrera del idioma pasó a un segundo plano en el intento de querer “atender bien” al otro e, incluso, la misma fe que se comparte facilitó la comunicación entre quienes hablan y piensan diferente.

“En Canadá nos volvimos hijos de todos esos abuelitos, abuelitos que llevan años solos. Entonces esa despedida era con llantos, era con abrazo. En esa época no había el superinternet ni las cosas de hoy en día; la comunicación era por cartas, incluso nos escribimos cartas después de eso. Me llegaban a Colombia las cartas de ellos”

Desdibujando imaginarios: la guerra y la droga

La experiencia en Alemania no fue diferente, a pesar de que existe el imaginario sobre la frialdad y rudeza de sus habitantes: “Había un poco la prevención por el alemán, el idioma, y por el mismo alemán, por la imagen de que son muy estrictos, son muy fuertes”, le contó Jáuregui Caycedo a Infobae Colombia

Sin embargo, la realidad con la que se encontró luego de conocer a la familia fue otra, una que desdibujó buena parte de lo que creía era la cultura alemana.

“A mí me recibe también una familia de abuelos (...), tenían las servilletas del comedor: amarillo, azul y rojo. Todo en la cocina lo marcaron en español: sal, azúcar. Me decían: ‘esta es tu casa, puedes coger lo que quieras’, con un cariño”

Al principio, la comunicación se basó en señas, en escribir y en hacer dibujos. Luego, la hija de la familia llegó a casa y pudo ayudar con la traducción. De todas las maneras posibles, el abuelo le contó a Leonardo las consecuencias que dejó la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) para los alemanes, pues él vivió la crudeza de ese conflicto, que mató a 40 millones de civiles y 20 millones de soldados, aproximadamente, según Naciones Unidas (ONU).

“Él nos decía: «La secuela de la Segunda Guerra Mundial fue muy fuerte, porque la imagen ante el mundo es que somos unos villanos y sí, se cometieron muchas barbaridades, pero no todos somos así» Yo lo sentía tan similar a Colombia”
Por lo menos 20 millones
Por lo menos 20 millones de soldados murieron en la Segunda Guerra Mundial - crédito U.S. Coast Guard

Se refiere a la relación que hacen de Colombia con la droga, la delincuencia y el mismo Pablo Escobar, uno de los narcotraficantes más reconocidos en el país que estuvo en cabeza del cartel de Medellín. A esta organización criminal se le adjudican 623 atentados que dejaron 402 muertos, aproximadamente, y 1.710 heridos en Colombia.

“No todos somos así ni todos somos delincuentes”, le dijo Jáuregui Caycedo a Infobae Colombia

Este imaginario se ha reproducido en muchas partes del mundo y se mantiene todavía. El nombre del narcotraficante se escuchó en las voces de peregrinos de diferentes países, de conductores del transporte público y de personas locales, que de manera jocosa o con inquietud señalaban que sabían de él. Sin embargo, según el peregrino, solo se requiere explicar, en el idioma que sea y con los recursos que se tengan, que Colombia, Alemania, Polonia, Brasil o cualquier otro territorio, tienen mucho más qué ofrecer.

Más de 600 atentados son
Más de 600 atentados son adjudicados al Cartel de Medellín, liderado entonces por el narcotraficante Pablo Escobar - crédito Policía Nacional

Estas jornadas son espacios ideales para derribar creencias falsas o “a medias” y para dar a conocer eso que se quiere representar del país. En el caso de Colombia, su alegría y su sabor no han pasado desapercibidos.

“En Alemania fuimos un éxito bailando, un éxito”, dijo

En cada encuentro se espera apreciar una muestra cultural del país local y de los visitantes, por ejemplo, en la JMJ de Lisboa, se contó con una representación llanera, a la que se sumaron los cantos y bailes que surgieron espontáneamente en calles y espacios públicos de la ciudad, en donde salieron a relucir la salsa y el vallenato.

“Eso deja el nombre de arriba”

La mejor voz de la JMJ

Colombia también resonó en la JMJ de Madrid (2011), pues Leonardo terminó siendo catalogado como la mejor voz de la jornada. Resulta que esta JMJ fue una de las primeras que contó con difusión en redes sociales y, además, fue la primera en la que se llevó a cabo un concurso de música para tener un himno.

El peregrino Colombiano decidió competir con una canción en la que ya había trabajado y que por poco se queda por fuera.

“Yo había compuesto un himno para el Arquidiócesis de Bogotá, entonces dije: ¿Por qué no participo en eso?, (...) pero mi director espiritual, por cosas de la vida, me ha prohibido cantar, me había dicho: «No más, no cante, dedíquese a cosas pastorales descanse, usted también tiene muchas cosas»”

Leonardo hizo la grabación, a escondidas de su director espiritual, y la envió.

En el concurso participaron representantes de varios países del mundo y, en una primera ronda de selección, de 500 canciones, la del peregrino colombiano quedó en el puesto 499. Pasó el segundo filtro, pero el tercero, en el que se seleccionaban las mejores cinco canciones, no lo superó. Sin embargo, le dieron un premio especial para la canción más reproducida y para la mejor voz de la JMJ. Para su sorpresa, este último fue suyo.

“Las primeras fans de mi vida fueron las monjitas”, dijo entre risas
Por esta canción, Leonardo Caycedo fue elegido como la mejor voz de la JMJ en Madrid - crédito Kyrios de La Milagrosa/YouTube

La lucha para alcanzar un privilegio

La experiencia de prepararse y viajar a un país extranjero para participar en una jornada como esta es, para muchos, no solo un viaje, sino un privilegio:

“Hay parroquias que trabajan tres años vendiendo empanadas para que vaya uno o para que vayan dos, eso es hermoso, y son parroquias del sur, son parroquias muy pobres”, le dijo el peregrino a Infobae Colombia

Son jóvenes, adultos o personas mayores que trabajan por conseguir los recursos necesarios para viajar. Para sus seres queridos, amigos y hasta vecinos, puede representar un hito la posibilidad de que salgan de Colombia. Varios peregrinos de diferentes regiones del país han tenido la oportunidad de vivir una JMJ, a la cual han llegado con esfuerzo y esperanza.

“Casi que es llegar a la vereda y hay una fiesta para recibir al peregrino que se fue a otro país en representación y vuelve”
Muchos peregrinos pasan años recaudando
Muchos peregrinos pasan años recaudando fondos para poder viajar a una JMJ - crédito Cortesía

En su caso, cuando Leonardo era más joven y no tenía un empleo fijo, fue uno de los muchos peregrinos que buscó diferentes maneras para poder viajar:

“En mi parroquia se vendían empanadas, hacíamos arroz de leche, un montón de actividades, hacíamos conciertos para recolectar dinero. (...) No es vender una vez empanadas; es vender dos años todos los domingos a la salida para recoger un dinero que se distribuye entre los jóvenes que van a ir. Eso es una parte, otra parte es de la familia que dice: «Vamos a hacer un esfuerzo para ahorrar»”

El trabajo, el tiempo, el esfuerzo, son una manera de peregrinar, de caminar hacia ese algo que se anhela. No todos lo logran, pero aquellos que sí, se quedan con algo de esa experiencia.

Una jornada como joven; otra como adulto

Cuando se es joven, ir a una jornada implica estar activo, participar en todo y colaborar en lo que se pueda. Ahora, con 45 años de vida, la intensidad con la que se vive una JMJ persiste, pero todo se experimenta con más calma, menos riesgos y más escucha.

Para Leonardo, la jornada en Lisboa fue particularmente diferente a las demás, pues tiene planes de casarse con Cristina Cuadros, su prometida, que ha compartido con él tres JMJ.

“Hay mucha ansiedad, tenemos muchos miedos, vamos a cansarnos. Mi oración en este caso era muy distinta a la del 2002; en el 2002: «Me quiero comer el mundo, qué voy a hacer, qué va a ser de la vida, para dónde voy, qué hago». Acá es: «Ya tengo un proyecto, ilumíname, señora (Virgen de Fátima), acompáñanos. Esto no es fácil»

Juntos, en una peregrinación al Santuario de Fátima, llevaron consigo peticiones de familiares y amigos, cuyas vidas, con el paso de los años, también han cambiado.

Millones de visitantes al año
Millones de visitantes al año llevan sus peticiones personales al Santuario de Fátima - crédito Cortesía
“Yo ya no voy tanto primeras comuniones, ya no voy a quince años; voy más a matrimonios y empiezo a ir más a entierros, porque nuestros viejos ya se empiezan a despedir. Es un tema muy complejo, muy duro, pero también hay mucha enfermedad, mucho cáncer”

Las jornadas entonces son muy diferentes, y los peregrinos llegan con muchos objetivos, o simplemente sin sin quiera uno, y eso está bien. Pues, según Leonardo, la JMJ no es un espacio al que solo puedan ir católicos, la invitación está para todos y todas, independientemente de sus creencias.

“Este caminar es distinto, este es un caminar para pensar en uno. El joven no tiene mucho tiempo para eso”
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