En la noche del 10 de junio de 1995, mientras se celebraba el evento social Cartagena Contigo en la plaza San Antonio de Medellín, organizado por los alcaldes de ambas ciudades para fortalecer las relaciones, fueron detonados 10 kilos de dinamita, que dejaron por lo menos 200 heridos y terminaron con la vida de 23 personas.
La bomba explotó sobre el Pájaro, una escultura de Fernando Botero, que, a petición del maestro, quedó en la memoria de los antioqueños como el recuerdo de la violencia armada en Colombia.
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La magia de la noche ambientada por el sonido del folclor colombiano, que combinaba lo mejor de la cultura costeña y paisa, representada en los más de 50 puestos de un mercado artesanal ubicado en la plaza de San Antonio en Medellín, fue interrumpida abruptamente por un estruendo que sacó a volar a las personas, destruyó los estands y el Pájaro, la escultura que Botero le dedicó a la paz de Medellín.
Por aquellos años la violencia en Colombia estaba en su auge, la muerte de Pablo Escobar dos años antes hizo que los carteles del narcotráfico y los grupos armados ilegales del país quisieran tomarse Medellín como un trofeo de guerra, y como era de esperarse, los que más sufrieron fueron los medellinenses.
En un intento de empezar a cambiar la imagen de Medellín, Sergio Naranjo, entonces alcalde de la ciudad, organizó una feria de artesanos en el parque San Antonio, una de las obras arquitectónicas más importantes de la región, para la época, pues contaba con la escultura de bronce del reconocido artista Fernando Botero.
Irónicamente El pájaro, un monumento dedicado a la paz, fue el epicentro de la guerra. En la tarde del 10 de junio había llovido, por lo que los artesanos extendieron su jornada hasta la noche para no tener pérdidas, sin saber que horas más tarde su vida cambiaría para siempre.
Cerca de las 7:30 de la noche, cuando algunos ya estaban recogiendo su mercancía, detonó un paquete con 10 kilos de dinamita ubicado debajo del buche de la escultura. La potencia de la explosión hizo que las casi cuatro toneladas de bronce de la escultura quedaran retorcidas, como si se tratase de una lata cualquiera, la onda expansiva dejó por lo menos dos centenares de heridos y casi una treintena de muertos.
La detonación hizo que se fuera la energía en la zona, por lo que se dificultó la búsqueda de sobrevivientes debido a la oscuridad de la noche; los hospitales colapsaron, al igual que los bancos de sangre, que se quedaron sin suministros por la cantidad de personas afectadas.
El miedo volvió a Medellín, las autoridades fueron culpadas por negligencia y el atentado se le atribuyó a muchos actores armados del país. Unos dijeron que era obra del cartel de Cali, porque un día antes habían capturado a Gilberto Rodríguez Orejuela, capo de ese grupo narcotraficante.
Posteriormente surgió un comunicado del grupo guerrillero Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, que se atribuyó el hecho y sostuvo que el atentado iba contra el monumento El pájaro que, según ellos, había costado 850.000 dólares que habían salido de la explotación obrera antioqueña.
Sin embargo, posteriormente tanto las Farc como el ELN desmintieron la veracidad de dicho comunicado. Otra versión es que el atentado fue simbólico contra la escultura, porque el ministro de Defensa para la época era Fernando Botero Zea, hijo del artista.
Tras el hecho fueron capturados treinta exmilitantes de las Guerrillas Populares de Medellín, un grupo armado que se acababa de desmovilizar. Además, el alcalde de la capital antioqueña indicó que el día del atentado fue detenido un joven en inmediaciones del parque con tarros de café que contenían pólvora negra.
Días después del acto terrorista, frustraron un atentado contra Horacio Serpa, entonces ministro del Interior, y contra el alto comisionado para la paz de la época, Carlos Holmes Trujillo. También perpetraron un atentado contra el dirigente de la compañía metropolitana de Medellín, Alberto Valencia, a quien le entregaron un ramo de flores con explosivos.
El ministro de Defensa ofreció 500 millones de pesos por información que diera con el paradero de los autores del atentado, pero nunca se conoció quién dio la orden de perpetrar el acto terrorista. A la fecha solo el Estado fue condenado por los hechos y tuvo que indemnizar a las familias de las víctimas por negligencias en los esquemas de seguridad.
El nacimiento de El pájaro herido
La noticia del atentado causó consternación en Fernando Botero, quien se encontraba en Pietra Santa (Italia), desde donde negó que la alcaldía de Medellín haya pagado por su monumento, porque fue una de las 21 esculturas que él le había donado a la ciudad. “Estoy horrorizado por lo que ha pasado; mi escultura es un pequeño detalle, no tiene ninguna importancia”, dijo en su momento.
El artista le comunicó a su hijo que iba a dejar los restos de El Pájaro como un ‘contramonumento’ que recordara los estragos de la violencia en Colombia, obra que recibió el nombre de El pájaro herido, un “monumento a la imbecilidad y a la criminalidad del país”, agregó el artista.
Posteriormente el maestro Botero donó una escultura similar llamada el Pájaro de la paz, que posaron junto a el Pájaro herido, y da muestra de los contrastes y del resultado de la violencia del país.