El jefe militar de las extintas Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP) fue abatido en las selvas de Colombia el 22 de septiembre del 2010, luego de la ejecución de la operación Sodoma por parte de las Fuerzas Militares. Tras un trabajo de inteligencia se logró dar con el paradero de Jorge Briceño, quien finalmente murió tras un fuerte bombardeo en su campamento, que incluso, tenía un búnker de protección.
En el libro Así fue, del general (r) Jorge Luis Vargas Valencia, se relatan a detalle diversos sucesos militares en los que participó, tales como los operativos contra Otoniel, Violeta, Fabio Ochoa, Cuchillo, Raúl Reyes, Gavilán, el Loco Barrera y el mismo Mono Jojoy.
Dicha acción se empezó a ejecutar desde el 19 de septiembre del 2010, luego en medio de una reunión en donde estuvo parte de la cúpula de las Fuerzas Militares y el expresidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón.
“Eran las 7:05 de la noche del 19 de septiembre del 2010, horas antes de que el presidente viajara a Nueva York a la Asamblea General de las Naciones Unidas. Estábamos en el despacho presidencial mi general Óscar Naranjo, entonces director de la Policía; mi general Alejandro Navas, entonces comandante del Ejército Nacional, y yo, director de Inteligencia de la Policía”, explicó Vargas en su libro.
Teniendo en cuenta que Santos tenía que viajar a Estados Unidos, el resto de militares le preguntaron si era viable continuar con la operación, pedido que él confirmó e, incluso, señaló que se encargaría de darle al mundo el anuncio de la muerte de Jojoy en plena Asamblea de las Naciones Unidas.
El general (r) explicó que sus fuentes le habían indicado el lugar exacto en donde se encontraba Jorge Briceño y tenían tan solo un margen de error de 50 centímetros en la densa y espesa selva de la serranía de La Macarena, en el Meta, lugar en donde siembre había sido difícil entrar y, además, era común que estuviera custodiado por los insurgentes.
El 20 de septiembre en la noche, Jorge Luis Vargas Valencia arribó a la pista de aterrizaje de La Macarena, que estaba custodiada por un importante grupo de hombres de la Fuerza Aérea. Sin embargo, el entonces director de inteligencia de la Policía Nacional puso como condición que parte de su equipo de inteligencia encabezara el operativo, pues tenían información detallada sobre la ubicación del guerrillero.
La hora cero
A las 12 de la madrugada del 21 de septiembre se lanzó la primera bomba, la orden era bombardear el campamento que fue ubicado gracias al equipo de inteligencia, y así poder ingresar con los hombres por tierra, pues había que despejar el área de influencia guerrillera; sin embargo, al sentir la presencia de los militares, los insurgentes respondieron al ataque con tatucos (explosivos artesanales) y con disparos de armas largas.
“En el terreno había árboles de 80 metros de alto y 2 metros de diámetro que les sirvieron a nuestros hombres de protección. Los combates duraron toda la noche y los muchachos contaron que fueron lanzados en su contra más de 75 artefactos improvisados durante ese tiempo”, mencionó el general (r).
El poder de las bombas logró desprender parte de las montañas, incluso, una fracción de militares tuvo que excavar en cierto sector de trincheras para verificar la zona, en donde fue hallado el cuerpo del escolta del Mono Jojoy y el cadáver de un canino, que según sus rasgos sería el perro de la pareja del comandante guerrillero. Sin embargo, la principal pista fue un lote de medicamentos para la diabetes: Jojoy sufría de problemas de azúcar.
Luego de que finalizaron los combates, algunos comandantes en zona de guerra le indicaban por radio al general (r) Vargas que al Mono Jojoy lo habían sacado sus hombres. No obstante, él se mantuvo en la información suministrada por su fuente y señaló que no, insistió que mantuvieran a las tropas en el área, incluso, les envió suministros de pollo asado y gaseosa para que conservaran el ánimo.
Paso un día y los militares siguieron buscando, algunas voces pedían que se diera por finalizada la operación, pero Vargas insistió en mantener sus hombres. Llegó la madrugada del 22 de septiembre y fue a descansar un rato, no había dormido durante los días en que se llevó a cabo el operativo, pero a las 4 de la mañana recibió una llamada y al fondo se escuchó: “viva Colombia”.
El cuerpo fue hallado en un búnker, el cual había sido cubierto de tierra y otros elementos de la naturaleza, razón por la cual los militares tuvieron que excavar varios metros.
“El cuerpo del Mono Jojoy estaba ya hinchado y repleto de tierra roja, que es la tierra de los Llanos Orientales, con su compañera sentimental y con su fusil”.
Si bien la identificación no se pudo corroborar de inmediato, el general (r) estaba seguro de que se trataba de Jojoy y se encargó de extender el mensaje al resto de la cúpula y al mismo presidente Santos, que dio el mensaje en Nueva York.
“Saqué una botella de whisky y me tomé uno con los muchachos de mi equipo, que estaban ahí, a esa hora de la mañana, sin comer nada. Brindamos por Colombia, no por la muerte del Mono Jojoy, sino por el comienzo de una nueva etapa”, puntualizó Vargas.