La historia de Chucho: el oso que murió en cautiverio a pesar de una tutela que pedía que fuera dejado en libertad

El celebre ejemplar del zoológico de Barranquilla falleció este miércoles por una cáncer agresivo

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Durante 1998 y 2017, Chucho
Durante 1998 y 2017, Chucho vivió en semicautiverio en la reserva de Río Blanco, Manizales - crédito Aguas de Manizales

Tras dos años de pelear contra un cáncer que, incluso, llegó a quitarle el apetito, el oso Chucho falleció la mañana del miércoles, 13 de septiembre, en medio de un procedimiento veterinario programado de urgencia.

Su mayor batalla, sin embargo, había sido en los estrados, luego de que un grupo de activistas y defensores de los animales interpusieran una tutela para que, en 2017, Chucho regresara a la reserva de Río Blanco, en Manizales, de donde fue trasladado al Zoológico de Barranquilla.

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La decisión fue tomada por la Corporación Autónoma Regional de Caldas (Corpocaldas), en respuesta a varios intentos de fuga que Chucho protagonizó, por sus dificultades para encontrar alimento en la zona.

Luego de haber vivido en “semicautiverio” desde 1998, los defensores de su “libertad” –en desacuerdo con la medida– presentaron una acción de habeas corpus en favor de Chucho, que fue aceptada por un magistrado de la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia y, más tarde, revocada por la Sala Laboral, tras recibir una tutela en contra del habeas corpus, de parte del zoológico.

Pero el caso, lejos de terminar, fue reabierto y puesto en manos de la Sala Plena de la Corte Constitucional en el 2020, con una nueva acción de tutela interpuesta por el abogado Luis Domingo Gómez Maldonado.

Fue la última carta bajo la manga que los expertos en derecho animal utilizaron para devolver al oso de anteojos más famoso de Colombia a su vida en las montañas. Pero, para bien o para mal, se quedó corta.

Su intento por hacer de los animales sujetos de derecho fue rechazado por la Corte. Con una votación de 7 en contra y 2 a favor, llegaron a la conclusión de que debían seguir “siendo concebidos como seres sintientes, como tales tienen garantías y beneficios que también limitan la actuación del ser humano y le imponen deberes. Así está en el ordenamiento jurídico el deber de protección al medioambiente y a las especies”, explicó la entonces presidenta de la Corte Constitucional, Gloria Ortiz.

Pusieron en consideración que el oso Chucho “había nacido en cautiverio; ya tiene una avanzada edad; no tiene la capacidad de conseguir su propio alimento; no tiene la posibilidad de defenderse frente a otras especies, que en libertad pudiesen atacarlo; él siempre ha estado protegido por humanos que le han evitado los conflictos con otros animales. Por eso los riesgos de muerte, los riesgos de afectación de su propia vida estaban latentes con su libertad. Eso mostraba que la condición de la libertad no es predicable de quien no puede tener conciencia de qué representa esa libertad”.

La decisión, entonces, fue que el habeas corpus para exigir su libertad no procedía: “Para la Corte, ese instrumento, que constituye garantía fundamental de la libertad de las personas –detenidas de manera ilegal o sin justificación alguna– no resulta aplicable para dirimir la situación planteada frente al oso Chucho”.

¿De qué murió Chucho?

En un comunicado de prensa, publicado a través de Instagram, el zoológico de Barranquilla informó que “desde hace 5 días, Chucho disminuyó su consumo de alimento y, debido a su apetito voraz, esto llamó la atención de sus cuidadores. También notamos que su respiración se había alterado y, finalmente, detectamos una herida al interior de su boca, en el paladar duro, cerca a los últimos molares, que sospechamos podría ser producto de un cáncer agresivo conocido como carcinoma de células escamosas, el mismo que Chucho había padecido el año pasado y que fue removido con éxito”.

Sus médicos veterinarios, entonces, programaron una intervención con anestesia fija para tomar muestras, pero debido a su estado deteriorado presentó un paro cardiorrespiratorio. “Chucho –además– presentaba masas de aspecto maligno en su tracto respiratorio (cornete nasal derecho).

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