La profanación del cementerio municipal de Suratá, en Santander, ha generado el rechazo de la comunidad que reside en el tranquilo pueblo. Según las versiones iniciales, un grupo de sujetos en alto estado de embriaguez violentó la seguridad del campo santo para profanar varias tumbas e imágenes religiosas.
La noticia fue difundida por redes sociales y rápidamente generó el malestar de los religiosos del país, que repudiaron el estado en el que dejaron el recinto sagrado. “Miren cómo dejaron el cementerio, quién sabe qué locos estuvieron acá y volvieron todo nada. La tumba de mi mamá, de mi papá, la de Gustavito quedaron dañadas. Las flores de casi todas las tumbas las arrancaron”, menciona una de las mujeres que grabaron la escena.
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La indignación en Suratá creció a medida que se conocían más detalles de los estragos que ocasionaron los sujetos, de quien no se conoce su paradero aún. Según iban relatando las mujeres, fueron retiradas de las tumbas la mayoría de arreglos florales que, para la cultura religiosa del país, son una ofrenda para mantener vivo el recuerdo de sus seres queridos.
Además, en varias zonas del campo santo se encontraron varias latas de bebidas alcohólicas, por lo que se presume que los delincuentes estuvieron por varias horas dentro del cementerio, sin que fueran captados por las autoridades, ya que el recinto no cuenta con guardas de seguridad ni sistema de videovigilancia.
Lo que más generó la indignación de los habitantes de Suratá es que una de las imágenes religiosas de la virgen de Guadalupe fue retirada de su gruta y lanzada al suelo para destruirla. Además, quebraron algunas lápidas e intentaron retirar algunas rejas de seguridad que había en las tumbas.
“Le quitaron las flores, fueron desadaptados que no respetan las creencias y que como que estaban tomando cerveza y fumando, esto nunca había pasado en el cementerio”, es otro de los comentarios de las mujeres mientras recorren las instalaciones.
Sin embargo, recogiendo información con la comunidad, las autoridades pudieron establecer que este caso de irrespeto y de violación a la propiedad se puso presentar en la noche del 10 y madrugada del 11 de septiembre. Como en el pueblo nunca se habría presentado una situación similar, los habitantes más antiguos creen que todo pudo ser obra de personas que llegaron recientemente a vivir al municipio, y de quienes no tienen mayor información de su procedencia.
“No podemos permitir que otras personas vengan a hacer estragos, debemos colocar cámaras en el cementerio y también encerrarlo con mallas para más seguridad. Somos una comunidad pequeña y se debe denunciar a los responsables, hay personas ajenas a nuestro municipio qué han llegado solo a ocasionar estragos”, señaló uno de los pobladores a la Vanguardia.
Por su parte, la comunidad le pidió las autoridades mayor presencia en el área municipal, para evitar que los inescrupulosos sigan atentando contra el mobiliario y las creencias del pueblo. Por su parte, la Policía local indicó que ya se encuentra en la recolección de pruebas para dar con los responsables del hecho y aplicar las medidas correctivas.
Aunque los uniformados han pedido de la ayuda de los pobladores para resolver el caso de profanación, también solicitan no tomar la justicia por sus propias manos, después de que varios habitantes señalaran que debían ponerle orden al pueblo.
“Toca averiguar quienes fueron los de la gracia y saludarlos con una paloterapia, a ver si creen que están en la casa de ellos. Esto ya es algo para ponerle orden y ojo a esta situación”, es uno de los mensajes entregados por un habitante.
Entretanto, la iglesia del municipio también rechazó los hechos y los catalogó como un pecado, por irrumpir con un campo que por los católicos es considerado santo y de especial respeto.