El tinamú del Magdalena, un ave que se creía extinta, ha vuelto a pertenecer a los paisajes de los bosques del Tolima, después de una ausencia de 238 años. Este intrigante ave endémica, conocida científicamente como crypturellus erythropus saltuarius, ha sido redescubierta.
Cristian Mauricio Cardona y Felipe Vasco son los avistadores de aves cuyas observaciones meticulosas y registros han permitido el redescubrimiento del tinamú del Magdalena en la región. La expedición que lideraron, respaldada por biólogos de la Asociación Tolimense de Ornitología (Anthocephala) y observadores locales, confirmó este emocionante hallazgo.
Este encuentro tiene un profundo significado, ya que esta subespecie, hasta ahora considerada extinta en el Tolima, había sido documentada por última vez durante la famosa Expedición Botánica liderada por José Celestino Mutis hace más de dos siglos.
Crypturellus erythropus saltuarius es parte de la antigua familia tinamidae, una de las más antiguas del mundo aviar. A pesar de algunas sugerencias de que el tinamú del Magdalena podría ser una especie distinta, la falta de evidencia sólida no respalda esta afirmación.
Aspectos biológicos, como vocalizaciones, genética y límites de distribución, siguen siendo un misterio, lo que subraya la urgencia de realizar investigaciones sobre las diferentes poblaciones de tinamús.
El primer avistamiento de esta especie se produjo el 3 de julio de este año, cuando Cardona y Vasco encontraron un ejemplar sin vida en el corregimiento de Méndez, municipio de Armero Guayabal. Este hallazgo inicial fue crucial, ya que permitió identificar y confirmar la especie, restableciendo oficialmente su presencia en el Tolima.
Desde la misma Asociación Tolimense de Ornitología se hace un llamado de atención y recordatorio sobre la importancia de conservar los bosques secos tropicales, un ecosistema altamente amenazado en Colombia.
Los registros de esta especie se limitan a fragmentos bien conservados de este hábitat, lo que sugiere que su supervivencia depende de la preservación de estas zonas, por lo que solicitan el apoyo de entidades gubernamentales y no gubernamentales, como la Corporación Autónoma Regional del Tolima y la Cámara de Comercio de Honda, entre otros. La recuperación del Tinamú del Magdalena es un esfuerzo colectivo que promete beneficios tanto para la naturaleza como para las personas.
Además de su relevancia biológica, el Tinamú del Magdalena representa una oportunidad para el turismo de observación ornitológica en la región. Esto podría impulsar las economías locales y fomentar el turismo de preservación.
Este nuevo redescubrimiento se le suma a diferentes especies nuevas halladas en el territorio nacional colombiano, como la del jaguar Panthera onca, vista en la reserva Palmarito, ubicada en el municipio de Orocué, al sur del departamento del Casanare, pues después de casi dos décadas, se vio a un ejemplar en perfectas condiciones.
La noticia se difundió rápidamente a través de una publicación de la Fundación Palmarito, que celebró este inesperado regreso del jaguar a la región. “Cuando se creía extinto en la región, en un ejercicio de fototrampeo en la reserva Palmarito hemos obtenido este maravilloso registro. ¡Volvió el jaguar al Cravo! Se llamará Palmarito”, se lee en la publicación.
La Reserva Palmarito, que limita con el río Cravo Sur, ha sido objeto de seguimiento por parte de investigadores desde 2007, pero el jaguar había permanecido elusivo durante todos estos años. Según Alejandro Olaya, director de la fundación, en una entrevista con el diario El Espectador, durante este tiempo se documentó “una diversidad magnífica de fauna, animales que nunca nos habríamos imaginado”. Sin embargo, el jaguar seguía siendo esquivo hasta ahora.
Las cámaras trampa, distribuidas en toda la reserva a lo largo de sus 2,600 hectáreas, finalmente capturaron imágenes de este esquivo felino. Laura Miranda, ecóloga de la Universidad Javeriana y directora de la Fundación Cunaguaro, explicó que los jaguares tienen un patrón de manchas único que se mantiene a lo largo de los años. Utilizando estas fotos, los científicos pudieron confirmar que se trataba de un nuevo individuo, marcando un hito en la conservación de la especie.
Esta especie de jaguar, al igual que otras que habitan en las reservas del sur de Casanare, enfrenta amenazas constantes debido a la reducción de su hábitat, la caza furtiva y la expansión de los monocultivos. En una zona con seis meses de invierno y seis meses de verano, según informes de varios medios de comunicación nacionales, la protección de su hábitat se vuelve aún más crítica.