En la madrugada del martes 12 de agosto se confirmó el deceso de Miguel Antonio López en el Instituto Cardiovascular del Cesar, ubicado en Valledupar. El artista vallenato llevaba cerca de un mes con seguimiento médico tras sufrir una descompensación por sus problemas cardíacos y de hipertensión.
De acuerdo con Román López, uno de sus hijos, el juglar vallenato tuvo una alteración en la presión arterial por la noticia de la muerte de una hermana. Miguel López también presentaba problemas diabéticos y renales, que lo llevaron a procesos de diálisis; adicionalmente, su hijo comentó que López tuvo un cuadro gripal hace un mes y la afección se convirtió en una bronconeumonía, factores que propiciaron su deceso.
Ahora puede seguirnos en nuestro WhatsApp Channel y en Google News.
“Es un momento muy difícil. Venía presentando una descompensación, tenía la presión baja. Alcanzamos a llevarlo a la clínica donde lo reanimaron, pero a los pocos minutos le dio un infarto, no pudo más. Fue un guerrero, hace cuatro meses le venían realizando diálisis por problemas diabéticos. A los 50 años también fue operado de corazón abierto”, sostuvo Román López, hijo del músico.
Una dinastía que nació y creció con el vallenato
Miguel Antonio López nació el 12 de marzo de 1938 en la población de la Paz (Cesar) y fue uno de los acordeoneros más importantes de su dinastía, que inició su historia en la música Juan Bautista ‘Juancito’ López Molina, abuelo de Miguel López, de los primeros acordeoneros del género.
Juancito López le transmitió sus dotes musicales con el acordeón a su hijo Pablo Rafael López, quien se destacó como uno de los facilitadores para que grandes figuras como Leandro Díaz, Carlos Araque, Juan Manuel Muegues; las familias Pitre y Zuleta, promulgaran su música en la región. Pablo Rafael era considerado como el mejor acordeonero de la zona por juglares como Manuel Zapata Olivella y Rafael Escalona, que lo llevaron a una parranda con Gabriel García Márquez, quien quedó encantado con su destreza para tocar.
El segundo representante de la dinastía López se casó con Agustina Gutiérrez, prima del padre de Alfredo Gutiérrez, y de esa unión nacieron Miguel Antonio, Elberto el ‘Debe’, Alfonso, Pablo Rafael y Efraín, todos músicos.
“Mi papá dejaba el acordeón en un baúl. Y Pablo y yo, después del desayuno, nos subíamos y nos poníamos a tocar: él tocaba acordeón y yo, la caja. Después se invirtieron los papeles”, contaba Miguel López.
Fue Miguel Antonio quien inició la supremacía de los López en el acordeón. El 30 de abril de 1972 el tercer representante icónico de los López se coronó rey vallenato tras imponer su talento sobre el de Andrés Gregorio Landero Guerra y Julio Enrique de la Ossa Domínguez; sin embargo ellos no fueron quienes llamaron la atención del rey, sino un joven Jorge Oñate, quien lo acompañó tocando la guacharaca y sorprendió con su voz.
“Jorge Oñate partió en dos la historia del Festival de la Leyenda Vallenata porque además de tocar la guacharaca, cantó. Muchos dicen que fui el rey vallenato mudo, pero era que no podía desaprovechar esa ventaja”, sostuvo Miguel Antonio López años después de conseguir su corona vallenata.
Tras eso Miguel Antonio y sus hermanos, Pablo y el Debe López, fundaron el conjunto vallenato ‘Los Hermanos López’ junto a Jorge Oñate. Ese grupo vallenato fue el primero en tener un integrante dedicado solamente a cantar, pues para la época el acordeonero era el cantante de la agrupación.
A la corona de Miguel Antonio López sucedieron las de su hermano Elberto de Jesús ‘El Debe’ López (1980); su hijo Álvaro de Jesús López (1976 y 1979 como aficionado, y en 1992 como profesional) y Navín José ( rey infantil en 1977 y rey aficionado 2002). La dinastía de los López ha acompañado a grandes artistas vallenatos como Jorge Oñate Diomedes Díaz, Alfredo Gutiérrez, los hermanos Zuleta, Silvestre Dangond, Rafael Santos Díaz, entre otros.
Pese a la muerte de Miguel López, la dinastía de acordeoneros seguirá viva, pues el difunto artista le enseñó el arte del acordeón a seis de sus doce hijos.